Eloísa Carreras Varona
Correo desde la Isla de la Dignidad
Como parte de la jornada de evocación que nuestro pueblo dedica a Fidel Castro, el líder histórico de la Revolución Cubana, y a Armando Hart, por el tercero y segundo aniversarios de la partida física de ambos, el Movimiento Juvenil Martiano de Cuba celebró el Diálogo de Generaciones: “Fidel y Hart, paradigmas de la juventud cubana”.
El encuentro tuvo lugar este viernes 22 de noviembre, a partir de las 2:30 p.m., en el Salón de Mayo del emblemático Pabellón Cuba de la capital cubana. Tuve el honor de participar como expositora en el Panel que contó, asimismo, con la voz autorizada de la Dra. Francisca López Civeira, Premio Nacional de Historia y presidenta de la Cátedra Honorífica Fidel Castro Ruz, de la Universidad de La Habana. Les entrego el texto que, en homenaje a ellos, ofrecí a los presentes como propuesta para el Diálogo:
Fidel y Hart, paradigmas de la juventud cubana
“Con certeza puedo afirmar que mi vida está dividida en dos etapas fundamentales: antes y después de conocer a Fidel Castro”.
Armando Hart Dávalos
Aquella trágica noche que Fidel se fue, que partió a la inmortalidad, a esa otra dimensión en la estrella que me decía mi madre, muy cerca del Señor y del Apóstol, había terminado el libro Cuando me hice fidelista, el primer libro de la colección “Cuba, una cultura de liberación” –que, como no podía ser de otra manera, está dedicado a Fidel–. Y no me pregunten por qué, ni cómo, pero en esos tristes días, supe que el final estaba muy cerca, tanto conocía a Armando que lo pude intuir…, luego, fue así, justo se fue con él a un año y un día…
Nunca supe estar lejos de Armando, porque siempre he tenido la sensación de que me pierdo cuando él no está para iluminarme con la luz, la bondad plena y la transparencia que brota de su ser todo. ¿Cuánto lo conocí-lo conozco? Ni les digo cuánto… ¿Qué no sabré de él?, cuando nunca más me moví de su lado, ni él del mío; hemos estado ahí, así, el uno para el otro, siempre. En cada alegría y en cada pena de la vida, que ni la una ni la otra son pocas en un lapso de tiempo como éste. Aunque para mí el tiempo voló, luchando cada segundo por sus maravillosas existencias…
Pero créanme que fue sólo desde aquella triste noche, que comprendí que lo había querido como alguien muy cercano y entrañable, porque él fue el hermano mayor que siempre había estado en mi almohada, en nuestra cama, en nuestra casa, en nuestro hogar; él es esa persona por la que Armando vivió y sólo entonces terminé de comprender las razones por las que Haydée amó así a Armando. Porque Armando, como Abel y Boris, vivió para que Fidel viviera y ella lo supo desde entonces, que Armando también le había entregado su vida, lo demás fue cosa o cuestión del destino de cada quién y un poco del azar que siempre hace lo suyo…
Por eso creo que cuando Armando se fue con él, a esa otra dimensión, a esa estrella que me decía mi madre…, a continuar en la lealtad en la que vivió por él toda la vida, se fue tranquilo, se fue en calma… Y cuando se fue y en ese último suspiro que me ofreció antes de partir, lo hizo con valentía y no emitió ni una sola queja de dolor; porque fue capaz de irse así, de forma natural. Entonces, en ese instante decisivo, cuando aún estaba en mis brazos, fue capaz de acariciarme el alma, darme fuerzas y, una vez más, brindarme su protección para poder descansar en paz y no dejarme perdida en medio de tanto dolor.
Pero el tiempo pasa…, que digo pasa, más bien vuela…, y ya este próximo martes 26 se cumplen dos interminables años de que Armando no está físicamente entre nosotros.
Pero no es en modo alguno locura, ni vivir fuera de la realidad, sentir lo que yo siento, porque para mí Él está conmigo, Él sigue aquí dialogando con el presente, aunque quizás no se deja ver del todo.
Para mí, todo está, todo sigue inundado de Armando y claro que no son mis lágrimas el mejor tributo para él. Porque para rendirle honor, tengo que seguir su ejemplo, y Él hasta su último aliento, laboró al servicio pleno de la emancipación de su amada Cuba, la martiana patria de Fidel.
Queridos jóvenes: por eso, si ustedes me preguntan por qué en mi opinión Armando y Fidel devienen paradigmas para nuestra juventud, sin vacilar un segundo tengo que afirmar que es: porque como protagonistas de la Generación del Centenario, pusieron de moda la virtud, la decencia y la ética en cada segundo de sus extraordinarias existencias. Esa es la razón por la que en un mundo como éste, siguen siendo los necesarios, verdaderos y paradigmáticos ejemplos para todos nosotros.
Recordemos que consagraron sus vidas a trabajar y hacer por la patria; no conocieron el reposo, ni el descanso jamás. Siempre fueron infatigables, salían de una cosa para entrar en otra; eran verdaderos vértigos de acción y de labor; hombres incansables.
Creyeron, así mismo, en la necesidad de la dignidad, el decoro y la justicia para todos, por lo que lucharon con pasión rebelde y rabia contra la injusticia y el atropello. Para ellos la Justicia no era odio infecundo, tiranía de las ideas, parcialidad absurda; para ellos, Justicia es el predominio de la razón, del entendimiento cordial entre los componentes reales de la sociedad cubana; para ellos, Justicia es elevar al homo sapiens a la categoría de hombre; para ellos, Justicia es dar a cada cual sus bienes y derechos; para ellos, Justicia es hacer que cada cubano disfrute a plenitud de la herencia cultural y material de nuestro tiempo... según las propias palabras de Hart.
Para Armando y Fidel, graduados ambos, en la digna Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, fueron esenciales el rigor y la exigencia, la prédica con el ejemplo y, desde luego, el estricto cumplimiento de la Ley. Para ellos fueron también principios esenciales, los estrechos vínculos entre el derecho y la moral, la decencia y la honestidad a toda prueba.
Estos cubanos fueron además creativos, tenaces, perseverantes, esforzados, inquietos e hiperquinéticos; amanecían y terminaban el día llenos de proyectos, por eso tuvieron la suerte de no conocer el tedio, la monotonía o la rutina jamás.
En su actuar cotidiano, impregnaron su existencia de la filosofía de la ética y el optimismo revolucionario, unida a su vocación de servicio a la patria y a la Revolución. No olvidemos que nos encontramos en una época de creación y en ella hay que aplicar el principio de la tradición cultural cubana que se expresa en el método electivo del conocimiento; en ese sentido recordemos que el Dr. Hart siempre nos invitó a buscar una síntesis integradora de todos los valores del pensamiento cubano porque, como él afirmó, “elegimos para algo, y ese algo es la justicia como sol del mundo moral”.
Cuántas hermosas coincidencias, porque ambos sintieron la Política como la mayor motivación de sus vidas. En el caso particular de Armando, soñaba que debía trabajar para transformar la realidad a partir de la ética y la justicia. Eligió la carrera de Derecho porque pensaba que de esa forma podría encauzar sus ingentes inquietudes políticas y su vocación de lucha por la justicia y la moral. Deseaba ejercer una Cátedra como profesor universitario de Derecho Constitucional, lo que –como se conoce– no llegó a realizar porque pasó directamente a servir a la patria en la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Cuando se conoce la trayectoria ideológica y política de Armando, resulta muy elocuente su afirmación: “Mi integración al Movimiento 26 de Julio fue el resultado de un proceso natural. El programa del Moncada venía a materializar el sentimiento ético que estaba profundamente arraigado en la tradición patriótica cubana”.
Debemos recordar, asimismo, la dura clandestinidad que le tocó vivir en aquellos años febriles y su pasión por el trabajo revolucionario.
Estuvo entre los principales gestores y vivió de forma prominente el Alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba.
Desde los inicios la lucha tuvo para él un contenido profundamente ético, piénsese en su elocuente afirmación: “Para mí todo empezó como una cuestión de carácter moral”. Esa frase demuestra el enorme peso que tuvo la ética en la formación de su carácter y a lo largo de toda la vida. Para él, el tema de la ética es el tema central de la política.
Por último, debo recordar que la humanidad atraviesa hoy la crisis más aguda por la que ha pasado la llamada cultura occidental en toda su historia. Ello se revela en la quiebra de la ética, de los principios políticos y jurídicos y de las ideas filosóficas que, tras larga evolución, llegaron hasta el siglo XX y principios del XXI y que sirvieron de fundamento al sistema capitalista. Por lo cual, se deberá tener en cuenta que la ética y la moral son hoy más necesarias que nunca antes y son la bandera esencial para la salvaguarda de nuestros pueblos. Desde la superpotencia imperial, se lleva a cabo una política guerrerista e intervencionista que pone en peligro la existencia no sólo de la especie humana sobre el planeta, sino de todas las especies.
Y la cruzada a favor de la vida y de la paz, que Armando y Fidel impulsaron desde nuestra patria, sólo se ganará con más educación, más ideas y con toda la cultura, como nos dijo Fidel.
La Cultura de Emancipación Liberadora en nuestros pueblos y países, que ellos protagonizaron, es la única forma de encontrar la vía de un pensamiento revolucionario y de acción política que en la actualidad nos pueda asegurar la posibilidad de enfrentar la encrucijada colosal en la que nos encontramos; no olvidemos que para Hart, los sueños desde el siglo XIX y XX, de Varela hasta Martí, de todo nuestro pueblo bajo la guía insuperable de Fidel –el principal heredero, discípulo y continuador del Apóstol cubano– se harán realidad y seguirán adelante si nos inspiramos en estas ideas.
Del mismo modo, puedo asegurar que el Dr. Hart vivió convencido de que gracias a nuestra cultura, el pueblo cubano sabrá vencer cualquier dificultad que se presente por gigantesca que ésta sea, tal y como supieron hacer los hombres de Baraguá ante las dificultades que tuvieron entonces, porque nuestra Cultura de Emancipación, que es nuestra Cultura de Liberación, es nuestra Cultura de Baraguá, que sirve de sostén a nuestro pensamiento radical transformador americano hijo de la hermandad de Ariel.
La historia de Cuba estará marcada para siempre por el obrar y el proceder de la vanguardia revolucionaria de la Generación del Centenario, que con su lucha promovió el cambio radical de nuestra historia.
Que sirva, pues, este Diálogo de Generaciones de homenaje a la memoria de los próceres y pensadores de nuestras tierras, los que han pensado, vivido y luchado por nuestra unidad, independencia y soberanía, inspirados en el ejemplo de las inmortales figuras de Bolívar, Martí, el Che, Chávez y el propio Fidel.
Como mujer y madre cubana, permítanme terminar mis palabras renovándoles mi agradecimiento y reiterándoles mi disposición a trabajar y colaborar con ustedes para siempre, porque esos papeles de Armando que a mí me hablan y me lo han dicho no casi todo, me lo han dicho todo…, tengo el deber de que compartirlos con ustedes, que son nuestros hijos, son el fruto bueno y genuino de nuestro pueblo y, son al mismo tiempo, el futuro prometedor y luminoso de la patria.