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Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

Amado Raúl García Gómez

973

Becada

Nos alegras con tus manos

floridas entre cafetos

bajo los aires inquietos

que pasan sobre los llanos.

Cuando te ponen los granos

los dedos a sonreír

y en un empeño por ir

más allá de los racimos

en tus ojos advertimos

el rostro del porvenir.

974

Mujer cubana

Tú eres un nuevo pilar

de esta sociedad que crece;

una luz que resplandece

en tan bello despertar.

Empeño que sabe andar

a la par de este proceso;

un paso sin retroceso

por el mundo de tu nombre

manejando junto al hombre

la palanca del progreso.

975

Sobre los días

Ya no somos mano muerta

ni pie quieto en el pantano,

porque el triunfo es de la mano

que abre en el tiempo una puerta.

Hoy somos la luz despierta

donde hace la sombra un muro;

somos un pueblo maduro,

cuya feliz trayectoria

es caminar por la historia

y vivir en el futuro.

976

Nuestro folklore

Su triunfo internacional

con claridad nos demuestra

cuánto valor tiene nuestra

música tradicional.

Con miel de cañaveral

emoción de pueblos cuaja,

y va su olor a tinaja

sembrando patrias canciones

en todos los corazones

del mundo por donde viaja.

977

Zafra

Sale un olor a melado

del vapor de los centrales

y el humo entre los cristales

del aire se ha concentrado.

Y allá en el corte, cuidado

por una honesta romana,

la mocha es una campana

que en los plantones repica

y con su acción multiplica

la economía cubana.

978

El machete

Arma de la insurrección

que en patriótica ofensiva

cortando cabezas iba

hacia la liberación.

Hoy en la realización

de una reluciente hazaña

ese machete, al que baña

el rocío mañanero,

es un sinsonte de acero

revoloteando en la caña.

II

979

Campo

Me alegras por ese amor

que tu sentimiento entraña

sobre tus cortes de caña

vertiendo patrio sudor.

Me alegras con el verdor

de tus tablas de maíz

y con el perro feliz

que al aire su cola mueve,

cuando se monta en el leve

rastro de una codorniz.

Me alegras con la paloma

que hacia el dormitorio viene,

cuando sus pasos detiene

la tarde en la última loma.

Me alegras con el aroma

de tus bellos azahares,

con la voz de tus pinares

y el rumor de los vestidos

de tus arroyos tendidos

debajo de los palmares.

Me alegras desde tus gallos,

exactos despertadores;

desde tu fiesta de flores

risueñas sobre los tallos.

Me alegras con tus caballos

caracoleando el sendero,

o cuando saca el vaquero

en tranquila madrugada

a pasear una tonada

por los aires del potrero.

Me alegras con tu paisaje

nuevo donde el viento canta,

cuando enreda su garganta

el empinado follaje.

Me alegras con el plumaje

de tus aves, con su trino,

con el raudal cristalino

que baja de las tormentas

y borra las polvorientas

cicatrices del camino.

Me alegras porque un pasado

lleno de melancolías

me fue estirando los días

en un fogón apagado.

Porque fui buey del arado

de un patrono explotador

y vi derecho y honor

pisoteados en los trillos

por títeres amarillos

de la muerte y el terror.

Y me alegras porque acciones

honradas te reconstruyen

y los pueblos sustituyen

bohíos y barracones.

Y porque realizaciones

puestas en feliz aumento

borran bajo el firmamento

que vio tanta desventura

tu pasado de incultura,

de explotación y tormento.

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