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Cultura

El universo emocional del niño

Ivi May DzibI

Uno de los temas que como docentes pasamos por alto es el universo emocional del alumno, porque no podemos olvidar que las emociones y sentimientos son determinantes en el comportamiento de los niños y jóvenes, pero muchas veces actuamos como si el niño o joven llegara al salón de clase y se despojara de todo lo que emocionalmente es para cursar las materias, como si lo único que le importara fueran los contenidos educativos. No importa el grado escolar ni la materia que se imparta, el docente debería tener un acercamiento al universo emocional del niño y eso posiblemente contribuiría a una mejora en sus habilidades cognitivas y a crear un ambiente inclusivo en el aula.

En mi experiencia dentro del salón de clases me ha tocado ver cómo el desapego emocional por parte del docente hacia los alumnos provoca no sólo la deserción escolar, sino también una falta de interés en los contenidos educativos, además el desconocimiento por parte del docente del universo emocional y del contexto del niño o joven tiene como resultado el hecho de que no sepamos cómo abordar los distintos problemas que se presentan en el aula y se opte por la represión y la mano dura, lo que es contraproducente, ya que se crea un ambiente de miedo e intolerancia.

Me parece importante reflexionar sobre este punto, ya que esta es una de las carencias en los procesos formativos de los docentes y un punto que atender si hablamos de una formación continúa de los profesores y una mejora de la educación. Son muchos los casos donde la educación no es inclusiva y los prejuicios y falta de tolerancia del maestro son puntos medulares para que los alumnos en muchas comunidades no vean la escuela como una opción para salir adelante, pero ¿qué pasaría si el docente incluyera el mundo emocional del alumno dentro de su metodología de trabajo?

La escuela debería de ser una de las opciones que tengan los niños, las niñas y los jóvenes para trascender su entorno, especialmente si éste está marcado por la marginación, porque hay comunidades que han sido marginadas, ya que geográficamente no se encuentran en el lugar idóneo para ser favorecidas por las dádivas institucionales. Ante este panorama pienso que las pocas instituciones que por ley están ubicadas en todas partes del país, independientemente que funcionen de manera óptima o no, son las que tendrían que coadyuvar a que los niños y jóvenes de estas comunidades tengan la posibilidad de un futuro y de una vida digna. La escuela tendría que ser la opción número uno, pero, sin embargo, hay algunos niños que no terminan la primaria, muchos que no terminan la secundaria y la gran mayoría no llega a la preparatoria, al menos si hablamos de comunidades rurales, entonces desde antes de llegar a la juventud una persona ya tiene truncado su futuro.

Como docentes casi siempre tendemos a echarle la culpa al alumno o a sus padres de que no haya terminado la escuela y no somos capaces de ser autocríticos para entender que muy posiblemente hayamos sido nosotros o el sistema quienes se encargaron de truncar los sueños de alguien que llegó para que lo guiemos y le demos las herramientas para la vida.

Continuará

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