Por Luis Carlos Coto MederosJosé Julián Martí y PérezII
Como un hecho curioso siempre se recordará aquella décima que Martí improvisara en una de las reuniones patrióticas de los clubes revolucionarios y donde se hacía un brindis por la independencia de Cuba. Hubo quien alzó su copa con manzanilla, pero Martí alzó la suya con otro licor bien criollo y dijo:
617
Brindis
Para un cubano es mancilla
a falta de inteligencia
brindar por la independencia
con vino de manzanilla.
Manzanilla es de Castilla,
Castilla es tierra de España
la que nos oprime y daña
con infinita crueldad...
brindo por la libertad
con aguardiente de caña.
618Cuando me puse a pensar
Cuando me puse a pensar
la razón me dio a elegir
entre ser quien soy, o ir
el ser ajeno a emprestar.
Mas me dije: si el copiar
fuera ley, no nacería
hombre alguno, pues haría
lo que antes de él se ha hecho:
Y dije, llamando al pecho,
sé quién eres, alma mía.
619A bordo*
Vela abajo, mozo arriba,
acá el roto, allá el peñasco.
Ido el sol, recio el chubasco,
y el barco, no barco, criba.
Gigante el viento derriba
los hombres de las escalas;
desatadas van las balas
rodando por la cubierta,
y yo, en medio a la obra muerta,
vivo, de mi hijo en las alas!
*Según Pedro Péglez González, “se considera la de mayor valor poético la décima A bordo, que nos recuerda las vicisitudes de una expedición armada enfrentada a una tormenta. Quizá, metafóricamente, como aquella expedición independentista que con tanto celo organizó en Estados Unidos con el apoyo material y espiritual de los fieles trabajadores cubanos emigrados, y que la indiscreción o la traición –no se sabe con certeza– propició que fuera incautada por las autoridades de ese país en el puerto de Fernandina. O quizá como aquella otra –inmediata viril reacción ante el fracaso de Fernandina–, preparada en breve lapso y con la cual partió hacia Cuba, donde desembarcó, por Playitas de Cajobabo, Baracoa, el 11 de abril de 1895, para ponerse al frente de la guerra necesaria por la independencia de la Patria”.
620Baile agitado
(Versión en décimas)
En esta sala vacía
hubo fiesta y gala anoche,
y en la puerta, mucho coche,
y en todo, grande alegría...
¿Qué es esto? De encajería
fina está todo bordado:
es un pañuelo manchado
de sangre con gruesas gotas;
cuando así a los labios brotas,
corazón, ¡cuán lastimado!
¿Y esto? como sierpes muertas
acá y acullá se tienden,
bajo las sillas se extienden,
y asoman bajo las puertas:
Estos rastros, estas yertas
muestras ya descoloridas
de miserias escondidas
entre celajes azules,
¿son restos de encaje y tules?,
o son, ¡ay!, ¡alas caídas!
¿Y esto? En mesilla apartada
de la antesala lujosa,
descansa en fuente preciosa
la champaña evaporada:
Dos copas, de regalada
labor, de cristalerías
joya y espejo, allí frías
posan, y turbias, y mudas:
¿Qué son? Pues no caben dudas:
¡Ay! ¡son dos copas vacías!
¿Y esto? Perniles roídos,
y servilletas manchadas,
y frutas medio gustadas,
y ramilletes perdidos.
Rizos y bucles caídos,
broches, lazos, alfileres;
todos los ricos enseres!
¡Todo el polvo de los hombros!
¡Todo postre, todo escombros
del honor de las mujeres!
621A Isabel Esperanza Betancourt
Quieres mis versos tener,
¿qué versos te ha de decir
quien queda por verte ir
sin lira ya que tañer?
¿Versos? Pues con ser mujer
y nacer de quien naciste
flor, estrella, verso fuiste
delicado, casto, airoso,
más que el cantar querelloso
de un hombre pálido y triste.
¡Oh, lago! que apenas riza
de mayo el terral primero,
¡y queda en ti prisionero
del encanto que lo hechiza!
No sabes cómo suaviza
la vida recia, el hallar
niña que sabe llorar
las penas propias y ajenas;
vale más consolar penas,
niña, que saberlas dar.
No sabes qué deleitosa
paz se esparce en nuestra vida
cuando halla el alma vencida
una niña pudorosa;
cual mira la primer rosa
el que vuelve de la guerra;
cual si el misterio que encierra
el cielo se abriese al bardo;
¡cual si el aroma de un nardo
llenáse toda la tierra!
Y se me va ya el frescor
de alba y el lirio pascual;
y aquel hermoso rosal
¡todo gala y todo flor!
prendada de tu candor,
mal su pena el alma doma;
y cuando la vela asoma
que ha de llevarte a otra tierra,
¡Ay! ¡me parece que cierra
sus alas, una paloma!
622A Juan Bonilla
Mi querido amigo Juan:
He puesto ahora mismo el nombre
de usted como ejemplo de hombre,
en unas cartas que van
camino al Cayo, y dirán
el constante Cayo Hueso
que en esta angustia y exceso
de oficio que ahoga mi vida,
por lo noble no lo olvida
su amigo: ni olvida el $1. 00