Por Luis Carlos Coto MederosPablo Hernández
Según la valoración de José Lezama Lima, Pablo Hernández es un poeta en plena transición: “Prototipo de una poesía que, fundamentada todavía en las maneras hechas, se acerca, no obstante, a la palabra naciente, a los nuevos módulos, pero en una forma prudente, en ese punto en que las nuevas conquistas poéticas están aún cerca de la tradición”.
Nació en La Habana en 1843, y murió en esta misma ciudad en 1919.
604Noche de gloriaA Ignacio Cervantes ¡Vibren las cuerdas del piano
y desbórdese el raudal
de esa música, inmortal
como el sentimiento humano!
¡Que sea el golpe de su mano
eco de su inspiración!
¡Gocemos de esa emoción
que tanto deleite ofrece,
esta noche, que parece
aurora de bendición!
Cuando se anhela y se siente,
cuando a percibir se alcanza
el fulgor de la esperanza
como un sol resplandeciente;
entonces brilla en la frente
del hombre la providencia;
ella es el arte, la ciencia,
la luz de nuestro destino,
porque es el fuego divino
que ilumina la conciencia.
Rayo del foco que emana
de la conciencia infinita,
que es la sustancia bendita
gérmen de la vida humana:
en su marcha soberana
dentro de la inmensidad,
irá con la eternidad
de una en otra evolución,
hasta entrar en comunión
con la suprema verdad.
¿No veis? La fuerza creadora,
deslumbrante, inmaculada,
brilla, cual chispa sagrada
en su frente soñadora,
¡Qué preludie la sonora
y elocuente sinfonía,
y sentiréis la armonía
de lo divino y eterno,
en el ritmo dulce y tierno,
de una sola melodía!
¡Dejad que llore la fuente,
que trine amorosa el ave,
que solloce el viento suave,
que brame fiero el torrente!
¡Por donde quiera, ferviente,
como espontánea oración,
la inefable vibración
surge, se eleva y espacia,
formando el himno de gracia
que entona la creación!
Notas bellas, cadenciosas,
que santas glorias revelan
y que por los aires vuelan
como aladas mariposas.
¡Esas notas, vagarosas
como las brisas de abril,
cruzando el aire sutil
gozo a mi espíritu dieron,
cuando sus dedos hirieron
el teclado de marfil!
¡Oh, vibración de la vida!
¡Canto sublime del cielo,
que como voz de consuelo
oye el alma conmovida!
¡Siempre agitada o sentida
ya en el ameno palmar,
…………………………
ya en el bosque, ya en el río,
ya en la gota de rocío,
ya en lo insondable del mar!
Así palpitantes flotan
alegres o adoloridos,
esos brillantes sonidos
cuando de sus manos brotan.
Son auras que no se agotan
y que delicias nos dan,
aunque expresen el afán
de esas luchas que doblegan,
cuando los pesares llegan…
cuando las dichas se van…
Acordes llenos de unción,
quejas, suspiros, rumores
de los ocultos dolores
con que pugna el corazón.
Arrullos de la ilusión
que alienta nuestros anhelos,
torbellinos de los celos
que nuestro encanto devoran;
¡risa de los que se adoran,
de los que gimen, desvelos!
¡Ansiedades, duda inquieta
del que soñando medita…
la canción de Margarita
o el idilio de Julieta!
Del muro en la parda grieta
claros de felicidad.
¡Tras la negra oscuridad,
siempre los rayos del sol,
con el hermoso arrebol
de su intensa claridad!
¡Esa es la eterna armonía,
lo infinito misterioso
en el cántigo glorioso
que Dios a la tierra envía!
¡Así en albas de alegría
oigo música de amores,
y miro a los resplandores
de esta velada luciente,
laureles sobre su frente
y bajo sus plantas flores!
¡Vibren las cuerdas del piano
y desbórdese el raudal
de esa música, inmortal
como el sentimiento humano!
¡Que sea el golpe de su mano
eco de su inspiración!
¡Gocemos de esa emoción
que tanto deleite ofrece,
esta noche, que parece
aurora de bendición!
Pablo Hernández