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Cultura

Unicornio Por Esto: La importancia de la filosofía latinoamericana y caribeña en la Nueva Escuela Mexicana

Cristóbal León Campos apunta la importancia de retomar las corrientes de pensamiento latinoamericanas y caribeñas en los planes de estudio actuales para generar transformaciones significativas en la sociedad mexicana y de nuestra América.
La importancia de la filosofía latinoamericana y caribeña en la Nueva Escuela Mexicana
La importancia de la filosofía latinoamericana y caribeña en la Nueva Escuela Mexicana / Especial

En México, durante décadas, si no es que siglos, la educación ha tenido un currículo colonizado, lo cual se refleja en la mira puesta en Occidente como eje del saber hegemónico, comprendiendo a Occidente como lo planteara Roberto Fernández Retamar (2016), al utilizar la palabra-concepto como un arquetipo equiparado al desarrollo capitalista, siendo una semejanza a sinónimo y a la vez explicación sintética del papel que jugó y sigue teniendo en el saqueo y la imposición de condiciones de opresión a los pueblos colonizados de nuestra América, lo cual se comprueba de forma evidente, aun hoy, nuestra esencia. Sin embargo, ante la pretendida hegemonía de Occidente en el campo del saber, el proceso liberador y descolonizador requiere de la producción de saberes propios y comunitarios, sin negar lo universal, tal como planteará José Martí en su ensayo Nuestra América (2002), es decir, difundir los saberes originarios y compaginarlos con el conocimiento generado a través de los procesos formativos que en el país han dado lugar a lo que hoy conocemos como historia de la educación, donde hallamos un sinfín de experiencias pedagógicas que enriquecen el acervo cultural del magisterio nacional. Y ante esta realidad, es necesario tomar nuestras ideas, expresarlas y cuestionar: ¿por qué durante tantas décadas no hemos hablado de nuestra historia y filosofía latinoamericana y caribeña en las aulas escolares? Más ahora que el Plan de Estudio Para La Educación Preescolar, Primaria y Secundaria 2022 establece el replanteamiento del currículo desde las diferentes realidades educativas a través de la contextualización y el codiseño.

En este contexto, con la oportunidad que establece la Nueva Escuela Mexicana (NEM), podemos utilizar recursos intelectuales con base en la obra de pensadores como Leopoldo Zea (1969), quien, entre otros académicos de origen mexicano, integró un conjunto de reflexiones que dieron forma a lo que hoy reconocemos como filosofía latinoamericana o también en tiempos actuales como filosofía nuestraamericana. Los esfuerzos de Zea se encaminaron a la articulación de los saberes, las ideas y los proyectos de unidad, integración, identidad e historia que expresan la cultura y la cotidianeidad en los países latinoamericanos y caribeños. Por ello, Zea es impulsor de la lucha por el reconocimiento de nuestra filosofía e historia como corrientes del saber universal, no con el fin de formar parte de las corrientes de pensamiento aceptadas por Occidente, sino como el reconocimiento de que antes de la conquista y después de ella, en nuestra América existe y han existido corriente filosóficas autóctonas que han explicado el mundo partiendo de la particular realidad nuestra.

La negación continua de la filosofía en estas regiones, junto a la enseñanza colonizada de la historia, siguen presentes en muchos de los llamados “centros del saber”, que reproducen la advertencia de Martí en su ensayo Nuestra América (1891), al referirse a la burla del arrogante adinerado que se mofa del humilde campesino, pero olvida que las manos morenas y llagadas del sencillo son las mismas que cultivan las praderas para que abunde el alimento en su mesa costosa y extranjera. Así, la historia y filosofía latinoamericana y del Caribe son la esencia que florece de las entrañas de los suelos en la geografía marcada por el nosotros.

Tras la implementación del neoliberalismo en América Latina y, en particular, en México la educación sufrió alteraciones en sus objetivos formativos y de contenido, los valores del capitalismo incrementaron el individualismo, la falta del pensamiento crítico y la desvinculación con la historia del resto de países con características sociopolíticas similares en el mismo continente. Se buscó deshacer la identidad y recolonizar al ser para extender la dominación depredadora que despoja, explota y niega la diversidad cultural. Es por ello que la educación necesita mayor compromiso; educar no es sólo transmitir conocimientos, educar es tocar el alma para transformarla. Durante décadas, algunas instituciones dijeron educar pero, en realidad, quisieron encasillar en moldes lo que siempre ha sido diverso, ya que la educación es libertad, tal y como lo demuestra la larga tradición pedagógica emanada del quehacer de mujeres y hombres comprometidos con la humanidad, y como Paulo Freire lo planteó en su propuesta de educación emancipadora.

Debido al colonialismo imperante, nuestra América ha tenido que explicarse a sí misma para reconocerse y ser reconocida, algo que Zea desarrolla a lo largo de sus obras. Hasta ahora el neocolonialismo imperial sigue negando la esencia y existencia de nuestra América, pues no se olvide que la opresión es también una idea implantada en la colectividad que se materializa y, por ello, enseñar nuestra historia y filosofía es la mejor respuesta contra la pretendida hegemonía occidental.

El acto educativo territorializado es resistencia en el campo de las ideas frente a la cultura que se asume como “superior”, por ello nuestro crisol es diverso como lo es la realidad. La enseñanza debe ser el eje de la transformación, la cultura es el camino para renovar la esencia humana, la utopía de un mundo mejor es aún realizable. La historia y la filosofía de Latinoamérica y el Caribe se asumen también como instrumento para la emancipación de nuestros pueblos.

Hoy vivimos tiempos urgentes, los procesos geopolíticos nos advierten sobre la necesidad de regresar al humanismo, de encontrar en las tradiciones pedagógicas libertarias, como las de Paulo Freire, Orlando Fals Borda, José Carlos Mariátegui, Gustavo Gutiérrez Merino, Rita Segato y otras más, las bases que impulsen transformaciones reales concretas y no sólo en el currículo, pues la palabra sin sustento se desvanece con el viento. La Nueva Escuela Mexicana (NEM) tiene bases filosóficas, pedagógicas y sociológicas fuertes que parten de Paulo Freire, Hugo Zemelman, Enrique Dussel, Aníbal Quijano y Boaventura de Sousa Santos y más pensadores, como son la decolonialidad del saber, el materialismo histórico y la crítica a la educación neoliberal, y que, si se superan las contradicciones propias de la dialéctica social, contribuyen a la generación de nuevos saberes y al replanteamiento de la utilidad y necesidad de la educación en sociedades desiguales y en países cuyas laceraciones socioeconómicas siguen presentes.

En todo caso, la educación es la base de toda transformación y se sustenta con el replanteamiento de los procesos formativos de los seres humanos, al reconocer la diversidad, pluralidad, el multiculturalismo; impulsar el humanismo y mejorar las condiciones materiales de existencia, pues no se trata de perseguir un idealismo, sino de forjar la transformación con bases filosóficas reales y acordes a nuestras condiciones identitarias como seres humanos, mexicanos, latinoamericanos y caribeños, sin obviar las particularidades propias que nos da la raíz de los pueblos originarios, más en regiones de México como el Sureste, donde la identidad se entremezcla y reconfigura constantemente con la geografía, la cultura y la historia.

En ese sentido, la transformación educativa que se propone la NEM (con un par de años de desarrollo en los centros escolares del país), presenta avances dispares, según las regiones y la estructura organizacional del magisterio como sujeto consciente de su quehacer.

La NEM parte, por condición necesaria, de la realidad concreta de cada territorio y comunidad educativa, y si reconocemos la relevancia de esta perspectiva, entonces también es importante ubicar a México en la órbita regional donde se encuentra, siendo nuestra América su región cultural e histórica. Y aunque esto pudiera parecer una obviedad, no siempre ha sido el eje de la educación y de ello depende el éxito o fracaso de un proyecto tan ambicioso como urgente que busca generar otra educación y una transformación sociocomunitaria en beneficio de los sectores sociales olvidados por décadas tras la implementación del neoliberalismo.

Conocer y reconocer las bases materiales de las realidades de las que parten las diversas regiones y zonas escolares de los territorios permite a las y los docentes, como sujetos educativos, apreciar sin idealismo ni ideas predeterminadas, la especificidad de cada territorio, y de ahí alcanzar la comprensión de los modos de vida que surgen de las relaciones sociales y de producción que hoy reproducen la(s) ideología(s) a la(s) que se enfrentan durante los procesos de enseñanza-aprendizaje en relación con las y los estudiantes y la comunidad.

Dicha lectura de la realidad tiene representaciones particulares en cada zona escolar, las cuales responden a manifestaciones culturales determinadas y, además, forman parte de una ideología macro relacionada con la estructura económica y social en cada país. Sobre lo anterior, es importante retomar los análisis que realizaron Karl Marx y Friedrich Engels en el primer capítulo de Ideología alemana (2014), obra en la que presentan la concepción materialista de la historia que determinará su producción intelectual y que para nuestros fines ejemplificamos con la siguiente frase: “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”.

Esta concepción materialista de la historia y de la realidad actual está presente en la obra del pedagogo Paulo Freire, quien durante su praxis educativa llegó a conclusiones en las que señala la indispensable necesidad de partir del contexto socioeconómico en el que se encuentran los educandos para planear el proceso de enseñanza-aprendizaje, lo cual explica por qué hoy la territorialidad es tan importante en la NEM.

Los fundamentos filosóficos de dicha propuesta retoman el ideario de Freire y lo contextualizan a la realidad mexicana, sin ocultar las particularidades regionales; por el contrario, las reconoce para desarrollar, a partir de ellas, los conocimientos situados y saberes comunitarios que realmente respondan a cada contexto educativo, y sin dejar a un lado los aspectos comunes compartidos a escala regional y continental. Es decir, la NEM ha planteado una ruptura de paradigma a partir de lo concreto y específico, valorando la diversidad cultural para no reproducir valores individualistas neoliberales de la “educación bancaria” que Freire combatió con sus postulados y su acción transformadora. Es aquí, donde tiene mayor relevancia retomar la filosofía nuestramaericana para la comprensión de los fenómenos sociohistóricos y culturales que tiene lugar en las comunidades educativas, pues los rasgos identitarios, la mayoría de las veces invisibles, se manifiestan en las formas organizativas, cosmológicas y cosmogónicas de las comunidades, lo que representa un gran reto, pero, al mismo tiempo, la oportunidad ideal para superar el resabio colonial que aún se observa en las prácticas pedagógicas.

Freire desarrolló sus principios a partir del reconocimiento de la existencia de estructuras de poder (económico-político) que oprimen a las masas de trabajadores y a los sectores populares, quienes reproducen dicha violencia con base en la ignorancia provocada por las estructuras mencionadas, las cuales sumergen a los oprimidos en un cíclico desconocimiento de sus condiciones reales de vida mediante la alienación y enajenación, además de negarles su carácter de sujetos sociales al reducirlos a objetos, lo que en muchos casos es resultado del proceso neocolonizador al interior de las sociedades, pues la reproducción de la opresión es mecanizada por los propios oprimidos sin necesariamente ser conscientes.

Es justo en ese último proceso en el que la alienación y la enajenación se desarrollan y establecen un tipo de cárcel mental que sólo la educación liberadora y crítica de las estructuras opresoras puede destruir, al romper los ciclos de auto opresión. Sin duda es un proceso complejo, pero puesto a la luz genera conciencia entre los oprimidos, quienes al reconocerse a sí mismos inician su camino a la libertad. Freire lo señala en su obra Pedagogía del oprimido (1970): “Sólo cuando los oprimidos descubren nítidamente al opresor y se comprometen en la lucha por su liberación, empiezan a creer en sí mismos, superando así su complicidad con el régimen opresor”.

El proceso de concienciación de los oprimidos es el inicio del camino a la libertad que Freire propone como base de su pedagogía y esa es la importancia de que sus preceptos formen parte de la NEM, y más si a estos sumamos las corrientes filosóficas nuestraamericanas que han contribuido a explicarnos como sujetos, nacionales y seres humanos, pues si buscamos una educación transformadora, sin lugar a dudas necesitamos el pensamiento crítico latinoamericano y caribeño como pilar de una ciudadanía activa y comprometida con sus derechos, y consciente de la constante confrontación con las estructuras opresoras que subsisten en la sociedad mexicana y en nuestra América.

Referencias

Fernández Retamar, Roberto (2016). Pensamiento anticolonial de nuestra América, La Habana, Cuba, CLACSO-Fondo Editorial de Casa de las Américas.

Freire, Paulo (1970). Pedagogía del oprimido, México, Siglo xxi.

Freire, Paulo (2022). La educación como práctica de la libertad, México, Siglo xxi.

Martí, José (2002). Nuestra América, La Habana, Centro de Estudios Martianos.

Marx, Karl y Friedrich Engels (2014). Ideología alemana. México. Ediciones Akal.

Secretaría de Educación Pública (2022). Plan de Estudio Para La Educación Preescolar, Primaria y Secundaria 2022. México.

Zea, Leopoldo (1969). La filosofía americana como filosofía sin más, México, Siglo xxi.

Semblanza

Cristóbal León Campos es Licenciado en Ciencias Antropológicas con Especialidad en Historia por la Universidad Autónoma de Yucatán. Es editor de Disyuntivas. Cuaderno de Pensamiento y Cultura. Coautor del libro “Héctor Victoria Aguilar. Esbozo para una biografía”, coeditor del libro “Migración cubana y educación en Yucatán. Actores, procesos y aportaciones”, autor de “En voz íntima”. Miembro de la Asociación Mexicana de Estudios de la Caribe (AMEC) y del equipo de promoción de Archipiélago. Revista cultural de Nuestra América (UNAM-UNESCO), miembro de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC). Fue coordinador académico de la Casa de la Historia de la Educación de Yucatán de 2010 a 2019. Actualmente es Coordinador de Cultura y Promoción Editorial en la SEGEY.

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