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Anécdotas y buen humor de toreros de los tiempos pasados, época romántica

Por Ele Carfelo

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Hasta fines del siglo pasado, los taurinos solían enfrascarse en discusiones acerca de que si el toreo fue mejor en el pasado, o en el presente. En los tiempos modernos, en el presente siglo, en los que el “romanticismo” ha cedido su lugar a la sensualidad, la fiesta de toros ha sufrido cambios… unos a favor, y otros en contra.

No en su esencia, afortunadamente, sino más bien, en los estilos de torear, y con ello, en los gustos de los espectadores que acuden a los tendidos de las plazas de toros.

En mi opinión personal, por lo que yo he visto en las plazas de toros, considero que el toreo, como todo, ha mejorado, por obra y gracia de los avances de la ciencia, de la genética, de la tecnología, aunque no mucho de la MORAL.

Creo que en los aspectos artístico y técnico, el toreo ha mejorado… pero lo romántico ha cedido su lugar a lo “pragmático”… y con ello, también se ha infiltrado en la fiesta, COMO EN TODO, LA CORRUPCION. Esa corrupción que nuestro nuevo gobierno ha ofrecido a los cuatro vientos, que va a erradicar. Ojalá así sea, y nos toque algo a los taurinos. Pero recordar algunos momentos y anécdotas de los tiempos pretéritos, de los toreros antiguos, de la historia de nuestra fiesta, a nadie le hace mal, y algo de eso vamos a hacer hoy en la columna.

Uno de los protagonistas más frecuentes en los episodios anecdóticos simpáticos de la antigüedad, ha sido el gran torero cordobés Rafael Molina “Lagartijo”, quien tuviera una gran “rivalidad” con Salvador Sánchez “Frascuelo”.

Cuentan que cuando “Lagartijo” ya estaba en vísperas de retirarse, al final de su carrera, uno de sus amigos de la niñez, Don Tomás del Río, lo increpaba porque a estas alturas, Rafael toreaba “sin arrimarse” y le aconsejaba que variase ese proceder suyo, en bien de la fiesta y de los partidarios del torero.

Lagartijo razonó ante su amigo de esta manera:

-No me arrimo porque los toros, todos los años tienen CINCO AÑOS, y yo, cada año que pasa, tengo un año menos…”.

En otra ocasión “Lagartijo”, en Málaga, fue abordado en la calle por un pobre cojo, quien le dijo:

-Salud, matador, ¿me da usted una limosnita?. Por favor compañero.

-¿Compañero? ¿Pues tú has sido torero por casualidad?

-No señor. Me quedé cojo en un accidente, pero la muleta que usted ve, la manejo tan bien, como usted la suya.

-Bueno hombre —dijo el torero entregando al tullido un billete de veinte duros—, ahí te va este dinero, pues quiera Dios que yo no te gane nunca la pelea manejando una muleta como la tuya…”.

Cuentan que para el 5 de junio se anunció en Madrid una corrida con toros de “MIURA”, que matarían, “Manolete” padre, Rafael Gómez Ortega “El Gallo” y Antonio Pasos.

Muchos aficionados, que conocían a “Rafael El Gallo”, afirmaban que éste no asistiría a la corrida, porque el encierro que estaba en los corrales era muy “serio” y con un par de pitones impresionantes. La noche anterior a la corrida, llegó Rafael de Sevilla, y se presentó a la tertulia del café madrileño al que acostumbraba asistir.

Uno de sus amigos se dirigió al popular torero, diciéndole:

-¡Caramba Rafael! ¿Tú por aquí?... muchos aseguraban que no ibas a venir.

-¿Por qué?, preguntó el torero.

-¡Por los Miuras que hay encerrados en los corrales!.

-¿Y qué importa eso? -contestó Rafael- a mí no me dan miedo las divisas. Al toro que embiste derecho, lo toreo a mi gusto… pero si me embiste “torcido”, no me paro a preguntar de que ganadería es, PARA HUIR!

“El Gallo” era genial para torear, y para responder… ¡No cabe duda!

elecarfelo@hotmail.com

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