Sergio “Checo” Pérez retomó la actividad en pista al participar en su primer ensayo con Cadillac, equipo con el que debutará en la Fórmula 1 en 2026. El mexicano rodó en el circuito de Imola, donde completó una jornada de pruebas al volante de un Ferrari SF-23 del 2023, completamente pintado en negro, como parte del reglamento que permite usar autos de temporadas anteriores para entrenamientos privados.
El test representó el regreso oficial de Checo a un F1 después de casi un año sin actividad en pista, tras su salida de Red Bull en 2025. Aunque había participado en simulaciones y desarrollo interno, esta fue su primera sesión real desde entonces.
Más que buscar tiempos, Cadillac utilizó estas prácticas para calibrar su estructura operativa, desde la gestión de neumáticos hasta la coordinación de pits, elementos esenciales para un equipo nuevo. Según Graeme Lowdon, director de la escudería, el objetivo principal fue ofrecer a los mecánicos la experiencia real de trabajar con un monoplaza: “Lo importante es que nuestro personal se familiarice con cada procedimiento”, señaló.
Ferrari, proveedor de motores de Cadillac para 2026, colaboró activamente en la prueba al proporcionar no solo el auto, sino también un equipo de alrededor de 30 ingenieros, quienes trabajaron junto a unos 20 integrantes del nuevo proyecto. La preparación comenzó días antes en Fiorano, donde Arthur Leclerc verificó el auto antes de que el mexicano lo llevara a Imola.
Mientras tanto, Valtteri Bottas, quien acompañará a Pérez en Cadillac el próximo año, no participó debido a su contrato vigente con Mercedes como piloto de reserva. Será hasta el final de la temporada 2025 cuando se incorpore a las actividades del equipo.
Con este primer paso, Checo Pérez se convierte en la pieza central del proceso de adaptación de Cadillac, iniciando oficialmente una nueva etapa en su carrera y en la construcción del proyecto estadounidense rumbo a 2026.
