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¿Seguiremos padeciendo en la Cuarta Transformación los proyectos turísticos que persisten en sepultar la resiliencia viva de los mayas macehuales?

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Antropólogo Jorge A. Franco CáceresIntroducción ¿Cómo enfrentan los campesinos mayas el mundo extranjero de proyectos turísticos de interés global, que afectan radicalmente las vidas tradicionales en las comunidades del centro de Quintana Roo? ¿Cómo reaccionan los adultos mayores y los jóvenes macehuales ante procesos traumáticos sistemáticos, como son los despojos de las selvas ancestrales, las pérdidas de las tierras colectivas, las alteraciones de los paisajes culturales, las irregularidades en los empleos personales, las angustias por las invasiones de grupos extraños, y las incertidumbres de los eventos extremos asociados al cambio climático? ¿Seguiremos en la Cuarta Transformación padeciendo entre proyectos mercantiles del turismo premium y/o del ecoturismo comunitario, que persisten en sepultar la resiliencia viva de los mayas macehuales?

Aunque sabemos que más allá de los orígenes sociales y culturales hay personas que logran sobrevivir y adaptarse a las situaciones imprevistas, que cambian dramáticamente sus vidas y aumentan sus estados de tensión emocional, procede preguntarnos: ¿qué ha permitido a los mayas macehuales sobrevivir y adaptarse a más de un siglo de la despiadada dominación extranjera luego de la Guerra Maya de 1847? No podemos olvidar que ellos han desarrollado notables niveles de resiliencia viva, así como han preservado partes notables de resiliencia ancestral, porque retienen esas capacidades que tenemos los seres humanos para adaptarnos a tiempos de incertidumbre y adversidad, impuestos siempre por los intereses de algún nuevo mundo hegemónico.

El nuevo tiempo que padecen los campesinos de la Zona Maya ha sido el de las políticas de autoridades centrales y los poderes locales, respondiendo siempre a las determinaciones mercantiles del extranjero sobre el turismo de clase mundial. Planteados por las empresas transnacionales de los negocios globales y las agencias regionales de la banca mundial, han impuesto infames condiciones o proscrito en forma terminante los intereses del pueblo originario en las comunidades de los santuarios de la Santísima Cruz. ¿Cambiará radicalmente esa situación de los mayas macehuales bajo la Cuarta Transformación Republicana? ¿Tiene claro el secretario de Turismo, Miguel Torruco Marqués, cómo proceder al respecto?

Entre proyectos premium fuera del mundo comunitario y proyectos “ecoturísticos” en su propio espacio tradicional

Los ancianos macehuales de los santuarios de Tixcacal Guardia, Chumpón, Chancah Veracruz, San Antonio Nuevo II y Tulum Pueblo, perciben ahora que, entre los proyectos mercantiles del turismo premium fuera de su mundo comunitario y los de ecoturismo comunitario en su propio espacio tradicional, se van erradicando sus derechos comunes y sus usos y costumbres ancestrales. Cada vez tienen menos acceso a las selvas, las tierras, los paisajes, etc., al mismo tiempo que nadie les otorga garantías frente al desempleo, la ignorancia, las enfermedades, la violencia y las catástrofes. Y aunque ocurren cierto reparto público de subsidios entre los jefes mayas, y entregas ocasionales de regalos a los líderes macehuales, estos también se sienten afectados en su capacidad de resiliencia viva por las nuevas tensiones y presiones que les imponen esas mociones de desarrollo turístico.

El turismo premium es una fuerza mercantil omnímoda que ha causado una transformación radical del mundo exterior de la Zona Maya, y también una afectación profunda en las comunidades macehuales de la Santísima Cruz. En poco más de un sesquicentenario de ocupación militar e invasión extranjera, el paisaje cultural creado en torno a la población originaria, evidencia apabullantes cambios demográficos, políticos, económicos, sociales y culturales. A pesar de todo, la planificación sectorial de esta industria global, en los aspectos espacio-territoriales, medioambientales y socioculturales, continúa procediendo mediante la secrecía de los empresarios adinerados y poderosos, y ajena a la resiliencia viva para la sobrevivencia y la adaptación de los campesinos mayas. Hablando con honestidad crítica, no hemos visto aún un cambio radical al respecto bajo la presidencia de la república de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la mayoría de MORENA en el Congreso de la Unión.

La presencia del turismo premium en el Caribe mexicano, con su repertorio de proyectos de uso recreativo de las playas y las selvas al norte, oriente y sur del municipio de Felipe Carrillo Puerto, instrumentada según el discurso rector del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), significa una fuerza atrayente para la migración de los campesinos macehuales. Sin embargo, no solo les imponen reglas de trabajo ajenas a sus orígenes mayas y controles de convivencia en las principales ciudades turísticas, también el abandono temporal o definitivo de las comunidades tradicionales de donde procede la resiliencia viva.

En el sureste de México, las orientaciones de los organismos internacionales se han impulsado desde la presidencia de la República y la Secretaría de Turismo, mediante fideicomisos y consultorías que han sido determinantes para los planes de desarrollo turístico. Ha sucedido lo mismo con las políticas de uso territoriales y ambientales, tanto estatales como municipales y en las zonas especiales, donde se pregona siempre que la sustentabilidad es el modelo de desarrollo a seguir por su compromiso humanístico en todos los sentidos.

A pesar de tal retórica, la planeación sectorial efectiva en Quintana Roo está basada en el turismo recreativo de clase mundial, juzgado hasta hoy como “indispensable” para el tirón de negocios capaces de atraer inversiones y crear empleos en las zonas marinas y costeras con los más atractivos paisajes culturales. Aquí procede señalar que las organizaciones no gubernamentales, las agencias indigenistas, los tribunales agrarios y los partidos políticos, lejos del significado histórico y cultural de la resiliencia de la guerra de 1847, no han servido para modificar radicalmente esta situación. Lamentablemente, tampoco la actual Secretaría de Turismo se ha pronunciado en sentido convincente sobre esta resiliencia viva.

Así las cosas, imponiéndose siempre las instrucciones extranjeras desde las leyes federales y las instituciones centrales, se han establecido los intereses de propiedad y las ganancias privadas del turismo premium sobre los derechos comunitarios y los usos y costumbres ancestrales de los campesinos mayas. Son los inversionistas españoles, norteamericanos, ingleses, chinos, mexicanos, etc., quienes se han apropiado de los paisajes culturales y los recursos naturales en los municipios con población maya de varias generaciones, obteniendo los mayores beneficios mercantiles de este tipo de turismo exclusivo.

En general, no ha existido respeto a los legados históricos y culturales de las poblaciones locales en el desarrollo turístico de Quintana Roo, y mucho menos atención oficial a la resiliencia ancestral y respaldo a la resiliencia viva en las comunidades macehuales, que nos permitan avanzar hacia la idea que existe un compromiso mercantil con la sustentabilidad humanística. Así la cosas, nadie puede creer que existe turismo sustentable dentro y/o fuera de la Zona Maya, mientras que las condiciones de vida de los pobladores originarios sean de inseguridad laboral, marginación sistemática, de migración forzada, etc. Cualquier estudio antropológico serio de las familias mayas, las comunidades macehuales y las iglesias de la Santísima Cruz nos enseñará que el turismo mercantil no tiene intención de impulsar la calidad de vida de los adultos mayores y los jóvenes macehuales, porque sus proyectos solo han ignorado y enajenado la resiliencia de los herederos de los mayas rebeldes de la guerra de 1847.

Conforme a la estrategia global de expropiación de paisajes culturales y apropiación de recursos naturales, también a nombre de la política de desarrollo sustentable de agencias utilitarias como el PNUD, el PNUMA, etc., se ha abierto la posibilidad en el propio espacio ancestral al denominado “ecoturismo comunitario”. El ecoturismo comunitario maya que se ha puesto en marcha en algunas sedes macehuales, más que beneficios económicos y oportunidades sociales, ha significado pérdidas comunales, reducciones territoriales y alejamiento de los valores de resistencia de su cultura distintiva. Procede entonces la siguiente pregunta al Gobierno federal y la mayoría legislativa de la Cuarta Transformación Republicana: ¿sirve alguno de estos proyectos para impulsar de modo cualitativo a los campesinos mayas a enfrentar con éxito algún reto calificado dentro de sus comunidades o para superar algún desafío de convivencia igualitaria con extranjeros?

Definitivamente, no. Y decimos que no, porque tanto los proyectos del turismo premium como los de “ecoturismo comunitario” que siguen impulsando desde la Sectur, a cargo de Miguel Torruco Marqués, sirven para sepultar la resiliencia macehual antes que ayudar a los campesinos mayas a cultivar algún tipo de resistencia a las tensiones y las presiones del nuevo mundo hegemónico. Al respecto, nuestro compromiso es demostrar cómo esos negocios están destruyendo la familia maya, la comunidad macehual y la Iglesia de la Santísima Cruz, que son los ámbitos instituidos por excelencia de la resiliencia viva de los mayas macehuales. Porque ningún otro ámbito propio ha servido para proveer modelos de conducta distintiva a seguir entre los adultos mayores y los jóvenes macehuales, y menos que les ofrezca estímulos personales y seguridad colectiva, contribuyendo a reafirmar la identidad compartida desde la resiliencia ancestral.

Conclusiones

Antes y después de la Cuarta Transformación Republicana, la incapacidad para hacer planes cualitativos y seguir métodos científicos y sociales para impulsar la resiliencia viva y establecer la sustentabilidad del desarrollo en las comunidades de la Zona Maya, continuará siendo el eje central de nuestra crítica lapidaria contra los proyectos del turismo premium y el “ecoturismo comunitario” en el centro de Quintana Roo.

No hay duda de que la resiliencia viva de los mayas macehuales es actualmente un proceso de sobrevivencia y adaptación a la adversidad, al trauma, a la tragedia, a la amenaza o cualquiera de las fuentes de tensiones y presiones significativas. Se trata de problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo, de carencias financieras, que prevalecen en el nuevo mundo hegemónico creado por el turismo extranjero.

Tampoco existe una visión positiva de los proyectos mercantiles que pregonan compromisos con la historia rebelde y la cultura maya, y tampoco confianza en sus fortalezas humanísticas y sus habilidades interculturales en las comunidades macehuales de los santuarios de la Santísima Cruz. Aunque demuestran destrezas en la comunicación social y en la solución de problemas operativos, el descaro que evidencian para enfrentar los derechos comunitarios y usos y costumbres ancestrales es una pésima carta de intromisión.

La integración al mercado global del turismo premium en las ciudades costeras está resultando una transición brutal para los campesinos mayas, lo cual tendrá que revertir la Cuarta Transformación Republicana. Y aunque desde el mismo Gobierno federal se pretenda que necesitan del “ecoturismo comunitario”: capacitación en desarrollo y administración turísticos, acceso al financiamiento público, participación en instancias oficiales, etc., para la integración ventajosa, la idea de cualquier turismo ignorante de la resiliencia viva en torno a la Guerra Maya de 1847 continuará siendo un empeño fallido hasta que haya evidencia compartida de su validez para desarrollar fortalezas políticas, psicológicas y sociales entre los adultos mayores y los jóvenes macehuales.

Los sucesos actuales sugieren que el proceso de globalización turística continuará siendo salvaje en el futuro inmediato de la Zona Maya, y que una globalización más voraz del turismo premium está por caer sobre el municipio de Felipe Carillo Puerto, en la parte correspondiente a la Reserva de Sian Kan. Esto significa que las tensiones y las presiones traumáticas aumentarán al seno de las comunidades adscritas a los santuarios de la Santísima Cruz, porque no hay suficientes artífices dispuestos a coadyuvar con los mayas macehuales para enfrentar este proceso avasallador.

Resta señalar que el presente trabajo tiene el propósito de ayudar a los lectores a entender el camino hacia la resiliencia viva de los mayas macehuales en el nuevo tiempo turístico que padecen fuera del mundo comunitario y en su propio espacio tradicional. Provee información sobre la resiliencia viva e importantes factores que afectan a estos campesinos al enfrentar y manejar sus estados traumáticos.

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