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Entretenimiento / Virales

Homenaje a Joaquín Bestard Vázquez

(Mérida, Yucatán, 31 de enero de 1935-Ibídem, 27 de febrero de 2017)

el hombre le dio un buen susto y no cree haberlo herido porque se le movió el rifle y su pulso no es el mismo de antes, además le apuntó a una sombra, una sombra que quizás sólo se le deslizó de un ojo al otro, el viejo vuelve a recuperar el aliento y trata de apaciguar al perro, deben volverse más precavidos, le dice al perro y el viejo deduce en los infiernos de su pensamiento que el tigre tiene una razón de la que carecen ellos, el tigre caza para comer y nosotros porque quizás sea la última oportunidad, el tigre carece de suficiente comida y nosotros tenemos cochinos en casa, el tigre bien pudo herir al venado poco antes de que aparecieran y ellos sólo lo remataron, el perro trata de adivinar en el tono de la voz del viejo lo que quiere de él, levantó la vista hasta fijarla en el hombre, gruñó a medias y optó por echarse otra vez, lejos de los pies del cazador; si es así, continuó el viejo: lo más seguro es que viniera cazando al venado, está en su derecho el tigre de quedarse con lo que en realidad es suyo, porque pertenece al monte donde él manda, ya que el hombre se salió de la selva desde hace mucho y no puede reclamarlo así porque sí, ¿por qué insiste si se sabe en desventaja ante el hombre armado?, quizás es muy parecido a los hombres, y quedó inmóvil contemplando las llamas y el destello encendido en el fondo de sus iris, chispazo para iluminar a medias el recuerdo: bostezó, estiró los brazos y lanzó un suspiro, muy fuerte: el tigre no compartirá, porque lo que está dentro del monte le pertenece y si dice es mío, suyo será y no habrá poder que lo haga cambiar, porque fue creado tigre para cuidar lo que se le encomendó; escarbó con la uña de la mano una piedra incrustada entre la planta del pie y la alpargata, se acuclilló; vuelve a quedar pensativo mientras el perro muestra otra vez su inquietud con el movimiento de rabo, y el cazador comienza a cabecear sin cerrar los ojos, como lo hace el perro que está a sus pies, después de arrastrarse sigilosamente hasta hallar la cercanía de sus alpargatas, y no sabe si Bicho está en realidad dormido o en el último de los casos, muerto de cansancio y vejez, se lo pregunta el cazador, el viejo que respira dentro de ti y se posesionó de tu imagen exterior, el hombre que eres tú; el cazador eleva la mirada al cielo, repasa la grandeza nocturna para adentrarse con imaginación en la bóveda llena de estrellas, que ejerce además que se produjo el barullo, a pesar de que en los oídos perdura el eco de la conmoción y en los ojos residuos del destello, instante que aprovechó el perro para ponerse de cuatro patas y reemprender las carreras acostumbradas, sólo que ahora está muy oscuro y el perro peor de ciego y no corre tan rápido, titubea y gruñe: el disparo servirá para que el tigre sepa a qué se atiene de acercarse tanto, el hombre le dio un buen susto y no cree haberlo herido porque se le movió el rifle y su pulso no es el mismo de antes, además le apuntó a una sombra, una sombra que quizás sólo se le deslizó de un ojo al otro, el viejo vuelve a recuperar el aliento y trata de apaciguar al perro, deben volverse más precavidos, le dice al perro y el viejo deduce en los infiernos de su pensamiento que el tigre tiene una razón de la que carecen ellos, el tigre caza para comer y nosotros porque quizás sea la última oportunidad, el tigre carece de suficiente comida y nosotros tenemos cochinos en casa, el tigre bien pudo herir al venado poco antes de que aparecieran y ellos sólo lo remataron, el perro trata de adivinar en el tono de la voz del viejo lo que quiere de él, levantó la vista hasta fijarla en el hombre, gruñó a medias y optó por echarse otra vez, lejos de los pies del cazador; si es así, continuó el viejo: lo más seguro es que viniera cazando al venado, está en su derecho el tigre de quedarse con lo que en realidad es suyo, porque pertenece al monte donde él manda, ya que el hombre se salió de la selva desde hace mucho y no puede reclamarlo así porque sí, ¿por qué insiste si se sabe en desventaja ante el hombre armado?, quizás es muy parecido a los hombres, y quedó inmóvil contemplando las llamas y el destello encendido en el fondo de sus iris, chispazo para iluminar a medias el recuerdo: bostezó, estiró los brazos y lanzó un suspiro, muy fuerte: el tigre no compartirá, porque lo que está dentro del monte le pertenece y si dice es mío, suyo será y no habrá poder que lo haga cambiar, porque fue creado tigre para cuidar lo que se le encomendó; escarbó con la uña de la mano una piedra incrustada entre la planta del pie y la alpargata, se acuclilló; vuelve a quedar pensativo mientras el perro muestra otra vez su inquietud con el movimiento de rabo, y el cazador comienza a cabecear sin cerrar los ojos, como lo hace el perro que está a sus pies, después de arrastrarse sigilosamente hasta hallar la cercanía de sus alpargatas, y no sabe si Bicho está en realidad dormido o en el último de los casos, muerto de cansancio y vejez, se lo pregunta el cazador, el viejo que respira dentro de ti y se posesionó de tu imagen exterior, el hombre que eres tú; el cazador eleva la mirada al cielo, repasa la grandeza nocturna para adentrarse con imaginación en la bóveda llena de estrellas, que ejerce además sobre su espíritu una emoción constante ante la presencia de los luceros y trata de adivinar cuál es el suyo, uno entre cientos, una estrella quizás entre miles de millones ¿pero cuál y cómo contarlas?, una estrella tan solitaria y apartada de las demás, rebelde y descollante, y la busca con afán de niño, ansia de astrónomo, la misma que emplearon sus antepasados y que los llevó a escrutar los cielos en busca de los secretos, porque los mensajes entre las estrellas están colocados ahí a la vista de cualquiera pero son pocos los aptos para descifrarlos, y mientras sus ojos se convierten en el reflejo de la ilusión y la esperanza, surge en sus labios en forma de un gesto inesperado la admiración y la sorpresa: dichosos los que tienen todavía la virtud de asombrarse, cosa que su hermano perdió y la demás gente del pueblo, establecieron un espacio en dónde moverse según unas leyes que tampoco les impuso la naturaleza sino aquellos venidos de ultranza, así que además de la naturaleza vienen las humanas a volver más apretado el cerco y a convertirlos a ellos en cada día menos de aquí y fácil presa de redentores, charlatanes y falsos profetas tan desorientados como ellos mismos; ya atrapó en los ojos una estrella que lo llena de gozo y no sólo él, sino que el perro tiene también una en los suyos; es rápida la manifestación de su destino, maravillosa la sensación que lo domina, pero todo en la vida es pasajero y tal vez fue un pestañeo inoportuno, porque ahora el aerolito ilumina y raya el espacio tras dejar su estela verde remordimiento,

Continuará.

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