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Contaminación marino-costera, un problema imposible de atender bajo las condiciones que prevalecen en la Península de Yucatán

No existe Comisión Marino-Costera en la península de Yucatán. Menos documentos científicos que expliquen lo que significa la zona marino-costera como espacio-territorio de relevancia económico-patrimonial, aunque perjudicado en sus continuidades medioambientales y utilidades socioculturales por impactos antropogénicos debidos a intereses mercantiles, empresas industriales y negocios urbanos.

Uno de los más perjudiciales abusos del espacio-territorio señalado en nuestra región es mantenerlo como gran reservorio o contenedor sin límites de los residuos de las actividades humanas en los asentamientos urbanos y los enclaves turísticos e industriales.

Se considera aún que el subsuelo yucateco y los mares peninsulares no padecen consecuencias debidas a los contaminantes que en ellos se descargan de modo indiscriminado, aunque existe cierta preocupación por el estado de los paisajes marino-costeros, debido a fenómenos patentes como la eutrofización y la intrusión salina, los que provocan que no haya avance radical contra la contaminación antropogénica.

La comunidad peninsular no se observa muy activa en el campo científico y social de la contaminación antropogénica de nuestro espacio-territorio marino-costero. Los estudios especializados continúan anclados en aspectos puntuales de los ecosistemas y no alcanzan cubrir siquiera la noción integradora de grandes ecosistemas.

No sucede el avance señalado, a pesar que la continuidad y la utilidad de este espacio-territorio conducen naturalmente a enfoques más complejos que los sistemas naturales, como son los correspondientes a los patrimonios culturales cada vez de mayor escala hasta llegar a la regional.

Por otra parte, la instrumentación cada vez más sofisticada y eficiente: la cromatografía de gas, liquida y de plasma, y el espectrómetro de absorción atómica, permiten detectar y evaluar rápidamente una multitud de compuestos dañinos del espacio-territorio marino-costero de la península de Yucatán, sin embargo, no son lo más importante contra la contaminación antropogénica.

Un asunto relevante para nuestra región ha sido la identificación y medición de los montos de contaminantes producidos en los asentamientos urbanos y los enclaves turísticos e industriales del golfo de México y el Caribe mexicano. Esto se ha debido más a la ciencia avanzada de los estudios extranjeros relacionados con el pronóstico del clima y el calentamiento global que a los específicamente realizados con muchas limitaciones teóricas y deficiencias técnicas en Yucatán, Quintana Roo y Campeche.

A pesar de todo el conocimiento acumulado sobre el espacio-territorio marino-costero, no se ha parado de hablar en nuestra región de los daños puntuales en ciertas especies de la biota marino-costera consideradas recursos naturales, especialmente aquellos referidos a plantas y animales afectados en sus procesos metabólicos por diversos compuestos incorporados a la atmósfera o inyectados al subsuelo de este espacio-territorio.

El problema de la contaminación antropogénica del espacio-territorio marino-costero de la península de Yucatán no ha sido atendido bajo las actuales condiciones de explotación mercantil y cambio climático. A pesar de la presencia regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y de otras agencias especializadas del sistema de Naciones Unidas: FAO, UNESCO, PNUD; COI, OMS, etc., los avances en la orientación avanzada de lo que significa la zona marino-costera como espacio-territorio de relevancia económico-patrimonial, aunque perjudicado en sus continuidades medioambientales y utilidades socioculturales por impactos antropogénicos, ha dejado muchísimo que desear.

Sin lugar a duda, nuestra región carece de grupos de trabajo con contribuciones de relevancia científica y social en el tema de la reversión radical de la contaminación antropogénica en los mares y las costas peninsulares. Estos grupos tendrían que hacer regularmente evaluaciones y certificaciones de sus impactos sobre el espacio-territorio de modos integrales y avanzados, es decir, en los aspectos económico-patrimonial, medioambiental y sociocultural.

Sobre el estado actual de la península de Yucatán se puede afirmar que los mares tienen problemas cada vez más críticos de contaminación antropogénica, mientras que las costas, donde hay asentamientos urbanos y enclaves turísticos e industriales, están sufriendo serios deterioros, principalmente por la destrucción de los paisajes culturales, la extracción de recursos naturales y las descargas de residuos humanos, que repercuten sistemáticamente en ellas como consecuencia de los intereses mercantiles y los negocios transnacionales.

Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, atribuye la aparición de 30 nuevas enfermedades y el recrudecimiento de otras conocidas a la pérdida de calidad del agua costera. Para ello investigaron la calidad de agua del litoral oeste del océano Atlántico, desde Labrador hasta Venezuela, y la correlacionaron con varios efectos nocivos del medio ambiente, en particular con la salud humana.

Un estudio indispensable para revertir la contaminación antropogénica en el espacio-territorio marino-costero de la península de Yucatán sería el correspondiente a la zona costera de interacción tierra-océano, enfatizando los estudios de interacción de las actividades terrestres con las costeras.

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