PARIS, Francia, 3 de diciembre (AP/AFP/EFE).- El movimiento popular de protesta en Francia ha crecido y se ha radicalizado, dando rienda suelta a actos violentos que devastaron el centro de París durante un fin de semana de disturbios y exhibiendo una fractura en el país entre los ricos y los pobres.
Es poco probable que la dura retórica del presidente Emmanuel Macron, quien ha sido categóricamente culpado por el caos, alivie la creciente sensación de injusticia social.
La inconformidad por el costo creciente de la vida entre las “petite gens” o “personas insignificantes” —como muchos manifestantes se llaman en alusión a la forma peyorativa en que se conoce a los asalariados de bajos ingresos—, ha crecido junto con la sensación de marginalización. La estrategia de Macron de aumentar el impuesto al combustible en enero con el fin de desestimular el consumo de combustibles fósiles, provocó que las cosas estallaran.
Los manifestantes dicen que quieren igualdad de condiciones, las cuales creen que están inclinadas a favor de la elite y de los habitantes acaudalados de la ciudad.
El impuesto al combustible “fue la chispa”, dijo en entrevista Thierry Paul Valette, un coordinador de la protesta en París. “De no haber sido eso, hubiera sido algo más”.
Los miembros del movimiento nacional se hacen llamar “chalecos amarillos” por la vestimenta de seguridad fluorescente que todos los conductores franceses están obligados a traer en sus autos.
El movimiento no tiene líderes, pero intenta organizar y escoger a representantes legítimos para negociar con el gobierno. Un intento de reunirse la semana pasada con el primer ministro Edouard Philippe no fructificó. No se pudieron confirmar por el momento los reportes de que otro encuentro anunciado para el martes fue cancelado por los manifestantes.
Desde que inició el movimiento el 17 de noviembre, tres personas han muerto, aunque ninguna en París.
Valette dijo que la violencia de los últimos dos fines de semana era a causa de personas “que usurpan a los chalecos amarillos”.
El sábado hubo tiendas saqueadas y vehículos incendiados en acaudalados barrios alrededor de la conocida avenida Campos Elíseos.
Miles de estudiantes franceses de secundaria se manifestaron este lunes en Niza y Toulouse en apoyo a los “chalecos amarillos”, mientras el gobierno buscaba una salida a la grave crisis provocada por el movimiento tras las manifestaciones violentas del sábado.
Por su parte, los paramédicos también se sumaron el lunes a las protestas contra el gobierno francés, al tiempo que el primer ministro se reunió con dirigentes opositores para tratar de distender la situación tras las protestas violentas que remecieron París.
Enfrentado a la crisis más grave desde su elección en mayo de 2017, Macron guardó silencio, pero se reunió con policías para ofrecerles apoyo después de “un día de violencia sin precedentes”, dijo el palacio del Elíseo.