Manuel E. Yepe
El periodista, investigador histórico y analista Eric Zuesse ha publicado un suculento estudio que argumenta la tesis de que Estados Unidos es, por sobre cualquier otra calificación, un estado policial. No es sólo porque tenga un porcentaje más elevado de su población en prisión que cualquier otra nación del planeta. El control del gobierno de EEUU por los multimillonarios es tan total que ya éstos imponen su censura por sí mismos, por medio de compañías y “organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro” con gente muy adinerada de sus filas que ejerce su control más estricto que el que antes ejercía por medio el gobierno.
Según Zuesse, “No hay un imperialismo decente: siempre se trata de una dictadura internacional, nunca puede haber democracia internacional y por tal motivo, como soy progresista, yo me siento comprometido con la democracia, no sólo a nivel nacional, sino también a nivel internacional y tengo a la democracia como compromiso ideológico. Los estadounidenses llaman operaciones de cambio de régimen a las acciones de este tipo del imperialismo doméstico, que no son más que actos de apropiación de otros países de un crudo imperialismo.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), organización sin fines de lucro de orientación progresista no podría obtener las enormes cantidades de donaciones que recibe de los multimillonarios liberales y sus corporaciones, a menos que excluya el tema político básico de los súperricos enfrentados a todos los demás. Y así lo hace: evita este tema, que es lo que hace que ella se considere una organización liberal, en lugar de una progresista. El imperialismo siempre ha sido practicado por la aristocracia, nunca por personas que no son agentes de la aristocracia.
Virtualmente, muchos multimillonarios se identifican como liberales, si bien muy pocos se dicen progresistas y ninguno lo es.
Todo multimillonario es conservador, aunque algunos de ellos se proyectan como mezcla de conservadores liberales (mixtos).
Todo multimillonario se beneficia del imperialismo, porque las corporaciones internacionales (que son la fuerza principal con que controlan los multimillonarios) se benefician del imperialismo. El imperialismo beneficia sólo a los superricos, porque los superricos se han vuelto, y siguen siendo superricos sólo gracias al poder militar que hace cumplir su voluntad cuando la diplomacia, que es una alternativa más barata, ha fracasado.
Todo el público contribuyente –más del 99% de los cuales no son multimillonarios- paga la cuenta de este costosísimo gasto militar global.
Pero los beneficiarios del imperialismo son exclusivamente los superricos, es un enorme subsidio público a las corporaciones internacionales y a sus inversionistas. Es el programa de bienestar más grande que existe, y es sólo para los superricos, a expensas de todos los demás. Y especialmente a expensas del público en las tierras que los multimillonarios estadounidenses quieren arrebatar, como Afganistán, Irak, Libia, Siria, Irán, Ucrania, Venezuela, China y Rusia. Transfiere enormemente la riqueza del resto del mundo, a los multimillonarios del planeta.
En conjunto, los millonarios del mundo son sólo el 0.8% de la población total del mundo, pero poseen el 44.8% de toda la riqueza de propiedad privada del mundo. El 63.9% más pobre del mundo que son 3,211 millones de personas, posee alrededor del 4%, al igual que el 0.8% de los menos ricos, que son 42 millones de personas (posee sólo el 1.9%.).
Y, por supuesto, según Forbes, sólo hay 2,153 millonarios. Hay un billonario por cada 19,531 millonarios. Los multimillonarios son los más raros de los raros, y controlan virtualmente todas las corporaciones internacionales.
La corrupción dirige el mundo. Y los multimillonarios de Estados Unidos son los amos globales de esto.
Un porcentaje extraordinariamente alto de los gastos militares de Estados Unidos que se destinan a pagar no a los soldados, sino a los contratistas militares, como Lockheed Martin, Boeing y General Dynamics, las gigantescas empresas fabricantes de armas.
Esas son las firmas cuyos mercados son prácticamente el 100% del gobierno de Estados Unidos y sus regímenes aliados o naciones vasallas (como la OTAN), aliados de Estados Unidos. Los inversionistas controladores en esas corporaciones son los principales beneficiarios del estado policial de Estados Unidos.
Sin embargo, las corporaciones extractivas como ExxonMobil están muy cerca, porque sólo por medio de este enorme ejército pueden ofrecer a los regímenes extranjeros “una oferta que no pueden rechazar”. Por lo tanto, los contratistas de armas y los extractores controlan la política exterior de Estados Unidos, tanto bajo las administraciones demócratas como las republicanas. El neoconservadurismo es la política exterior bipartidista de Estados Unidos.