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Internacional

En Cuba. Dualidades

Por Jorge Gómez Barata

Las tensiones derivadas de la dualidad monetaria en Cuba no deberían existir. Disponer de más de una moneda, incluso de ninguna ha sido recurrente en la Isla. Lo nuevo es la escala del fenómeno que repercute negativamente en toda la economía nacional.

En 1898, cuando en calidad de ocupante Estados Unidos se hizo cargo de Cuba, puso a circular el dólar. En 1914 se dictó la Ley de la Moneda Cubana. En el propio año se prohibió la circulación de dinero extranjero, excepto del dólar. Desde entonces se estableció una dualidad monetaria que, de alguna manera, ha estado vigente siempre.

La tenencia de grandes sumas de dinero robados al país, llevados al extranjero y en manos de la reacción interna, en 1961 llevaron al Gobierno Revolucionario a decretar un canje total de moneda. Según cálculos del Banco Nacional, en aquel momento, circulaban en el país alrededor de 1,187 millones de pesos de los cuales fueron canjeados 724 millones. Presumiblemente, la diferencia de 463 millones estaba en el extranjero o no fue declarada. La medida golpeó económicamente a los enemigos del proceso.

En el contexto de la confrontación con Estados Unidos, en el Código Penal aprobado en diciembre de 1987 (Ley No.62) se consideró delito poseer moneda extranjera, disposición que estuvo vigente por seis años hasta ser anulada por la Ley No. 140 de agosto de 1993, la cual despenalizó la tenencia de divisas.

La despenalización del dólar en 1993 y el aumento de su presencia en la circulación nacional por vía de las remesas y el turismo provocaron una devaluación del peso cubano que llegó a cotizarse hasta 150 por un dólar. Con el fin de revertir esa situación y respaldar la moneda nacional y, a la vez, facilitar la atención a los visitantes extranjeros, captar los dólares procedentes de las remesas en poder de la población, en 1994 fue creado el peso convertible.

Una vez consolidado el CUC, en 2004, el Banco Central de Cuba dispuso el uso del peso convertible como único medio de pago para todas las transacciones que hasta entonces se realizaban en divisas y se facilitó que la población canjeara sus monedas extranjeras por CUC. La extensión del CUC a múltiples cometidos y el establecimiento de tasas de cambio diversas, atrofiaron la contabilidad empresarial y conllevaron al aumento de las emisiones, creándose una situación desfavorable para la economía nacional. Así surgió la necesidad perentoria de ponerle fin a la “dualidad monetaria”.

En ese proceso, los profanos descubrimos que, a pesar de sus consecuencias para la economía cubana, la “dualidad monetaria” no era el único problema y que aún más complicado es la “dualidad cambiaria”.

El conflicto no consiste solo en suprimir el uso del CUC en la economía nacional, proceso inteligentemente diseñado y en marcha, sino en establecer y respaldar una tasa cambiaria para el peso cubano. El dilema es cuando llegue el día “D” y el CUC deje de circular. ¿Cuántos pesos cubanos harán falta para obtener un dólar o al revés, cuántos pesos cubanos dará el Estado cubano por un dólar?

Inicialmente, para la población y los emprendedores que operan con pequeñas cantidades de dinero, no existirán mayores problemas, pero no sucederá lo mismo con los inversionistas extranjeros que manejan cantidades mayores. Lo que inevitablemente ocurrirá es que cualquier tasa de cambio que se establezca para el peso cubano respecto al dólar, requerirá el respaldo del Banco Central, que deberá defender la tasa de cambio fijada, lo cual probablemente requiera una determinada oferta de dólares en el mercado interno.

La otra noticia es que, sin importar lo que ocurra, la dualidad monetaria en Cuba existirá siempre. No hay manera de prescindir del dólar en el mercado local. Lejos de evitarlos, es preciso obtener más cada vez y crear fórmulas para administrar una situación con la cual hay que convivir. La idea de las tiendas dolarizadas puede ser parte de la fórmula.

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