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Internacional

Debate sobre socialismo en Estados Unidos

Manuel E. Yepe

En Estados Unidos -en particular en el Partido Demócrata- está teniendo lugar un debate sobre el significado del socialismo.

Sería mejor para esa nación y el mundo si, en cambio, tuviera lugar un debate honesto sobre el significado real de las palabras libertad y democracia.

Más allá del hecho de si el socialismo puede o no resolver el problema, la cuestión más apremiante que tiene el país es que un partido político entero y un sector enorme de la clase millonaria vean la falta de hogar no como un problema, sino como un síntoma de una sociedad “libre”.

Las palabras verdad y libertad son icónicas en la cultura estadounidense, probablemente más que en cualquier otra nación porque son tan intrínsecas a la literatura, las declaraciones y las consignas fundacionales de esa nación.

La ironía está en que una nación fundada sobre el mayor genocidio que haya conocido el mundo (asesinato sistemático de decenas de millones de indígenas americanos), más de tres siglos de esclavitud legalizada y un siglo y medio de opresión y explotación de los descendientes de esos esclavos) sea la que presione a las demás naciones a llevar la verdad y la libertad a todos los demás países.

Si se les preguntara a los multimillonarios hermanos Koch y a sus amigos -que usan esas palabras en casi todo lo que hacen-, dirán que significa estar “libres” de impuestos y regulaciones. Y, a decir verdad, si usted fuera tremendamente rico, esa respuesta tendría cierto sentido. En particular si su objetivo principal es enriquecerse sin importar el impacto de su comportamiento en la clase obrera, el medio ambiente o la capacidad del gobierno para funcionar.

En los llamados países “social democráticos” -desde Canadá hasta casi toda Europa, pasando por Japón y Australia-, darán una definición más cercana a la que articuló Franklin D. Roosevelt cuando propuso, en enero de 1944, una “segunda Carta de Derechos” a añadir a la Constitución estadounidense.

Las enmiendas propuestas por FDR incluían el derecho a un empleo y a recibir un salario suficiente para vivir cómodamente; el derecho a una alimentación y una vestimenta adecuadas, así como a la recreación; el derecho a iniciar un negocio y dirigirlo sin preocuparse por la competencia desleal y la dominación de los monopolios; el derecho “de toda familia a una vivienda digna”; el derecho a una “atención médica adecuada... para lograr y disfrutar de buena salud”; el derecho a una “protección oficial contra los temores económicos de la vejez, la enfermedad, los accidentes y el desempleo”; y el derecho a recibir una “buena educación”.

Franklin D. Roosevelt señaló que “el lugar que le corresponde a Estados Unidos en el mundo depende de la medida en que estos y otros derechos similares sean llevados a la práctica para nuestros ciudadanos” porque a menos que haya seguridad aquí en casa, no puede haber paz duradera en el mundo”.

Las otras naciones mencionadas anteriormente tomaron en serio el consejo del Presidente Roosevelt. La “socialdemocracia” progresista ha mantenido a Europa, Canadá y las otras naciones desarrolladas del Pacífico Oriental y del Sur libres de guerra durante casi un siglo, una hazaña alucinante si se considera la historia del mundo desarrollado desde el siglo XVI.

Justo antes de que Roosevelt llegara a la Casa Blanca, en 1932, la nación había experimentado 12 años de una administración republicana que fue modelo para los republicanos de hoy. En 1920, Warren Harding ganó la presidencia en una campaña de “más industria en el gobierno, menos gobierno en la industria” -privatizar y desregular- y una promesa de bajar la tasa impositiva máxima del 91 por ciento al 25 por ciento.

Cumplió ambas promesas, metiendo a la nación en “los rugientes años 20”, cuando los ricos se hicieron fabulosamente ricos y la clase obrera fuera golpeada y asesinada cuando trataba de sindicalizarse. Harding, Coolidge y Hoover (los tres presidentes republicanos de 1920 a 1932) aplaudieron los ataques que fueron parte de su objetivo de lograr “una nación libre de sindicatos”.

A pesar de que Roosevelt era muy popular -el único presidente de EEUU elegido cuatro veces-, los derechistas de su época protestaban fuerte y abiertamente contra sus programas “socialistas” como el Seguro Social, el derecho a la sindicalización y los programas de empleo garantizados por el gobierno.

Hablando de “los graves peligros de la reacción derechista en esta nación”, Roosevelt dijo a su país en ese mismo discurso: “Si la historia se repitiera y volviéramos a la llamada ‘normalidad’ de los años 20, entonces es cierto que aunque hayamos conquistado a nuestros enemigos en los campos de batalla en el extranjero, habríamos cedido al espíritu del fascismo aquí en casa”.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

(*)Este artículo se puede reproducir citando al periódico POR ESTO! como fuente

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