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Internacional

Neoliberalismo vs. independentismo

Alfredo García

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Brasil y Argentina se convirtieron en principal escenario continental del pulseo político democrático entre el neoliberalismo y el independentismo.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, notorio fascista neoliberal, inesperadamente resucitado por el electorado tras confusa coyuntura política generada por el golpe de Estado “constitucional” contra la presidenta Dilma Rousseau, y el candidato a la presidencia en Argentina, Alberto Fernández, reivindicando el nacionalismo y las conquistas sociales del peronismo, representan hoy la confrontación política continental entre el sangriento pasado y la esperanza de un futuro mejor.

Recientemente Bolsonaro, en imitación al presidente Donald Trump, escribió en su cuenta Twitter: “Con el posible regreso de la gente del Foro de Sao Paulo a Argentina, el pueblo va en masa a retirar su dinero de los bancos. Es Argentina cada vez más próxima de Venezuela”. A continuación el ministro de Exteriores de Brasil, Ernesto Araújo, fue más preciso: “Eso que dice, (Fernández), que no necesariamente será igual a como fue el gobierno de Kirchner, yo, para usar una imagen, lo veo como a una muñeca rusa. Está Alberto Fernández, lo abres y está Cristina Kirchner, la abres y está Lula, y después, Hugo Chávez. No tenemos ilusión que ese kirchnerismo 2.0, sea diferente del kirchnerismo 1.0”, manifestó el jefe de la “diplomacia” brasileña.

Bolsonaro ha mostrado nostalgia por la interrupción de la democracia brasileña en marzo de 1964, cuando un golpe de Estado respaldado por EE.UU. derrocó al presidente Joao Goulart. Documentos secretos desclasificados en marzo de 2004 revelaron los preparativos del golpe militar iniciado por el presidente John F. Kennedy en julio de 1962 y ejecutado por su sucesor, Lyndon B. Johnson, dos años después. A partir de entonces, la “amistosa” dictadura brasileña se convirtió en baluarte de EU en América del Sur durante la “guerra fría”.

Igual suerte corrió la democracia argentina, decapitada por una dictadura militar fascista apoyada por EE.UU. a mediados de la década de los 60 del pasado siglo. La sangrienta represión contra la rebeldía popular recibió millonario financiamiento norteamericano e israelí en “asistencia de seguridad” y entrenamiento militar. El clímax llegó al asumir la presidencia Ronald Reagan, con la colaboración entre la CIA y la Inteligencia argentina para armar y entrenar a grupos contrarrevolucionarios nicaragüenses conocidos como la “contra” con el propósito de derrocar al gobierno sandinista y proporcionar asesores de seguridad, entrenamiento y armamento al Ejército de Guatemala, El Salvador y Honduras, para combatir al movimiento revolucionario, como parte de un programa patrocinado por EU conocido como “Operación Charly”.

Sin embargo, la “luna de miel” entre la Casa Blanca y la dictadura argentina terminó cuando una señal equivocada, procedente de Washington, impulsó en 1982 a la Junta Militar al rescate de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, hecho que concitó un conflicto militar con el Reino Unido donde EU respaldó a los británicos y condenó a Argentina.

Las injerencistas declaraciones de Bolsonaro y de su ministro de Exteriores sobre la política argentina tienden a borrar décadas de relaciones política y comerciales de cooperación entre gobiernos progresistas, y a revivir la funesta época donde ambas naciones eran víctimas de la prepotencia imperialista y una interesada política pendular para atizar contradicciones y beneficiarse con las concesiones económicas a que eran obligados en medio de la inducida rivalidad.

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