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Internacional

Brasil avergonzado

Adriana Robreño

El presidente brasileño Jair Bolsonaro pronunció en la ONU un discurso que dejó perplejo al mundo. Tres días después, los brasileños aún están totalmente avergonzados. Más allá de mentir deliberadamente sobre el daño real que sus desastrosas acciones causan a su propio país, el mandatario se vio como alguien de bajo nivel intelectual que, según un colega, dio a los presentes “una clase magistral de estupidez”.

Lo más preocupante es que en su perorata de casi 40 minutos tal parecía que no hablaba con los líderes mundiales, sino que se dirigía a sus electores a través de una transmisión en vivo por las redes sociales, principal espacio de intercambio con sus aún fieles seguidores. El elogio al ministro de Justicia, Sergio Moro; el patriotismo en defensa de una Amazonía que considera suya pero no es capaz de preservarla y sí de explotarla; los ataques a un presunto socialismo que supuestamente roba el alma de los brasileños; son temas que solamente provocan alguna reacción en los bolsonaristas. Tal vez por eso las cámaras mostraron a la canciller federal alemana, Angela Merkel, dormitando en medio de la charla del gobernante brasileño.

Los aplausos fueron tibios y cortos, mucho más protocolares de lo habitual. Eso prueba que las ideas del ultraderechista provocan en las plateas extranjeras desinterés y al mismo tiempo asombro y perplejidad. Ha sido considerado el más mediocre discurso de los presidentes brasileños en la historia de las aperturas de la Asamblea General de la ONU. Las palabras de Bolsonaro dan fe de que él ha convertido a Brasil en un paria de la comunidad internacional, un actor secundario e irrelevante en la geopolítica actual.

Es lógico entonces que mis amigos brasileños se sientan avergonzados días después que su presidente incluso llegara a ofender a Cuba, país que ofreció a sus médicos para atender en los rincones donde los profesionales de la salud de la nación suramericana no estaban dispuestos a ir.

Hubo un internauta que en Twitter dio las gracias al presidente por mostrarle al mundo con su discurso “bizarro, paranoico e ideologizado” lo que tienen que sufrir los brasileños todos los días. Otros, como el blog Sensacionalista, recurrieron al humor: “Comisión Brasileña de Fútbol agradece a Bolsonaro por hacer pública una vergüenza mayor que el 7 a 1 de Alemania”.

Al toparse con Donald Trump en uno de los pasillos de la ONU, Bolsonaro no abrió la boca y asintió al escuchar a su ídolo pronunciar algunas palabras y guiarlo para posar frente a los fotógrafos. Parecía un soldado raso frente a su general.

Brasil no merecía pasar por esto, pero ahora es tarde. Deberán pensarlo mejor en las próximas elecciones.

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