BERLÍN, Alemania, 21 de marzo (AFP).- Con la interrupción de los programas de acogida, la suspensión de los trámites de asilo y las puestas en cuarentena, los migrantes en Europa son más vulnerables que nunca frente a la pandemia del nuevo coronavirus.
Un ejemplo de ello lo vivió en carne propia el sirio Mahmud Ajluni, cuando se presentó el jueves en una administración de Berlín para obtener su nuevo permiso de residencia, y se encontró con las oficinas cerradas.
“Tenía una convocatoria”, explica este joven refugiado en Alemania desde hace cinco años y que solo tiene como documento de identidad un certificado provisional.
Entrevistas suspendidas
¿Cuándo podrá recuperar el preciado documento? “Ni idea, no tengo ninguna información”, dice preocupado.
En Alemania, donde viven 1.3 millones de solicitantes de asilo y migrantes, los servicios públicos destinados a ellos están casi paralizados.
Algunas entrevistas, elementos clave en estos procesos de asilo, fueron suspendidas, según el ministerio del Interior.
Las autoridades también han delimitado las situaciones para presentar la solicitud de asilo. Sólo se pueden llevar a cabo si el solicitante dio negativo al test del COVID-19 o después de un periodo de 14 días de cuarentena.
Alemania también interrumpió sus programas de acogida humanitaria de refugiados, procedentes de Turquía y Líbano, aunque se había comprometido este año a acoger a 5.500 personas, la mayoría sirios.
A nivel general, la pandemia pone en jaque el sistema de asilo en toda Europa, ya que la Unión Europea cerró sus fronteras exteriores durante 30 días.
En este contexto, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) advirtió que no se podía dejar sin acogida a los demandantes de asilo o forzarlos a regresar.
En Alemania, varios casos de contagio en refugiados obligaron a las autoridades a imponer medidas de cuarentena en los centros de acogida para migrantes.
En Francia, a raíz de las medidas de confinamiento y el miedo a contagiarse, cada vez hay menos voluntarios en Calais (norte), donde se encuentran unos 2,000 migrantes, y ya no hay distribuciones de comida.
“Si el virus se propaga en un campo de refugiados, será un desastre”, alerta Antoine Nehr de la oenegé Utopia 56.