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Internacional

Socialismo: Pasaje a lo desconocido*

Jorge Gómez Barata

La idea de que Marx creó una teoría del socialismo que Lenin puso en práctica es doblemente errada. Marx no hizo lo uno ni Lenin lo otro.

A partir de reflexiones filosóficas, apoyadas en investigaciones económicas, Karl Marx expuso una descripción crítica del capitalismo, realizó una vigorosa denuncia de su carácter injusto y afirmó que, debido a sus contradicciones era perecedero. Sus conclusiones económicas quedaron plasmadas, sobre todo en El Capital y, con la misma matriz, elaboró conceptos que sirvieron de base a la concepción materialista de la historia, presente en toda su obra.

Tanto Marx como Federico Engels expusieron tesis y realizaron agudos comentarios acerca de diversos procesos sociales, entre ellos la transición al socialismo, pero no formularon una teoría completa ni exacta. En 1999, Raúl Castro afirmó: “La construcción del socialismo es un viaje a lo ignoto…” y en 2010, Fidel Castro admitió que: “El más importante error que se había cometido fue creer que alguien sabía cómo construir el socialismo”. Tampoco Marx, Engels, ni Lenin lo sabían.

Es conocido que los bolcheviques llegaron al poder sin una propuesta de sistema político viable, sin un modelo económico definido, sin conceptos claros acerca de cómo manejar la cultura y sin un ejército para confrontar la contrarrevolución. La verdad es que la revolución lo improvisó todo.

Como sistema político alternativo a la institucionalidad burguesa, sólidamente instalada en Europa y los Estados Unidos, basada en el parlamentarismo, la separación de poderes y la democracia, la propuesta bolchevique consistió en la “Dictadura del Proletariado” que la Europa de 1917 no era atractiva para Occidente ni aceptable para las elites rusas. Tampoco lo fue la idea del “Prolekult”.

Sin llegar a consolidarse ni a formar parte del imaginario socialista, el concepto dictadura del proletariado, que nunca se institucionalizó ni se constituyó en un modelo de gestión política, durante el proceso para la adopción de la Constitución de 1937 fue abandonado por Stalin.

Por otra parte, como fórmulas para el diseño del modelo económico para la primera etapa de transición socialista, caracterizada por el auge de la contrarrevolución y la Guerra Civil, en 1918 la Rusia soviética asumió el “Comunismo de Guerra” que en 1921 fue descontinuado para adoptar la Nueva Política Económica, ideada por Lenin, la cual estuvo vigente hasta que en 1928 fue rescindida por Stalin quien adoptó la modalidad de “planes quinquenales” para la dirección de la economía.

Los planes quinquenales (en total 13) se basaron en la planificación altamente centralizada, algunos se cumplieron con antelación, otros fueron abandonados, pero en conjunto, para las fases tempranas del desarrollo económico socialista, resultaron extraordinariamente exitosos hasta que, en 1941 tuvieron que ser abandonados debido al desencadenamiento de la Gran Guerra Patria (1941-1945). Con menos éxitos, finalizada la contienda dichos planes fueron retomados hasta la disolución de la Unión Soviética.

En el plano externo las cosas no marcharon mejor. Lenin creyó posible que la Primera Guerra Mundial, una guerra típicamente imperialista, podía mutar para convertirse en guerra revolucionaria, cosa que no ocurrió y debido tal vez al entusiasmo revolucionario y a errores de cálculo, tanto él como Trotski y otros cercanos colaboradores, estimaron que el triunfo bolchevique podía ser una especie de antesala de una “revolución mundial”.

Si alguien le dice que el socialismo está regido por preceptos y reglas inmutables, no le crea; si tratan de convencerlos de que la economía socialista necesita ser manejada exclusivamente a partir de preceptos sacrosantos, extraídos de la experiencia soviética, ejemplo: planificación centralizada, monopolio del comercio exterior y exclusividad del sector estatal, no le crea. Si alguien afirma que conoce todos los caminos, apele a Raúl y si encuentra quien sabe cómo se construye el socialismo, recuérdele a Fidel...

*El título es homónimo con un programa de la televisión cubana, brillantemente conducido por el periodista Reynaldo Taladrid.

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