Por Jorge Lara Rivera
La pretendida “transición de terciopelo” en el gobierno mexicano entre la administración de Enrique Peña Nieto y la próxima Presidencia de la República está complicándose. Signos ominosos que las redes sociales no alcanzan a ocultar por más que se esfuerzan lo evidencian. El 8 de agosto, mismo día que Andrés Manuel López Obrador recibió su constancia de Presidente Electo, fue conocida la liberación de la ex dirigente del SNTE Elba Esther Gordillo Morales, leída como una intrigante señal sobre si la mano del próximo 1er. mandatario tuvo algo que ver con el hecho (se habló de presiones sobre el magistrado que llevó el caso) o si se trata de una malintencionada maniobra del régimen actual (o acaso su humillante capitulación).
Por la publicidad mediática dada al caso Gordillo y la evidente aproximación de la profesora –vía parientes, operadores y personeros– a la campaña electoral del candidato triunfador, la reacción social de recelo es entendible y justificada. Auténtico ‘madruguete’, de hecho el anuncio de la resolución judicial se hizo a deshoras y ganó la nota a la ceremonia de entrega de la constancia a López Obrador.
Incertidumbre mayor por el confuso mensaje que sobre la suerte de la educación nacional envía a la sociedad. Peor cuando sólo unos días luego se dio a conocer el enroque de Gilberto Guevara Niebla desde el odiado Inst. Nal. para la Evaluación de la Educación a la Subsecretaría de Equidad de la SEP.
Guevara Niebla fue un destacado activista en el movimiento estudiantil de 1968, pero de entonces a ahora ha corrido mucha agua (subsecretario de Educación Básica de SEP del salinato entre 1992,1993; por 18 años dirigió la empresa que edita la revista Educación 2001). Su trayectoria de investigador de la educación no está en tela de juicio, pero sí la integridad de Guevara Niebla que se vio empañada por su dócil acomodo a la persecución contra maestros desde el papel de consejero de la Junta de Gobierno del INEE que tantos agravios produjo o consiente contra el magisterio mexicano en estos años de precarización y criminalización del empleo docente y atomización del gremio disfrazados de reforma educativa, al punto de ser acusado de traidor por liderazgos, ‘cuadros’ y ‘bases’ del sector por prestarse a tejemanejes intransigentes de Sylvia Schmelkes y Teresa Bracho contra la propuesta de evaluaciones más amables a los maestros, impulsada por Eduardo Backhoffy quien fue excluido.
El que se le incluya en la SEP que encabezará el conservador Esteban Moctezuma Barragán no contribuye a aliviar la ansiedad imperante entre los maestros. El lunes 20 de agosto, en el inicio del ciclo escolar para la mayoría de los planteles del sistema educativo público nacional, fecha coincidente con la reunión de transición entre los equipos de colaboradores de los mandatarios saliente y entrante, pero también con una rueda de prensa, ya convocada por Elba E. Gordillo Morales, de nuevo la maestra liberada se adelantó anticipando el fin de la reforma educativa emprendida por el gobierno peñista y que ante los medios, en presencia del Presidente Peña, aseveró derogará el próximo Presidente de México. El huero recuento de supuestas bondades de la reforma hecho por Otto Granados Roldán pasó sin pena ni gloria. (Por cierto, a la erosión de credibilidad del próximo gobierno se añade otra situación desconcertante: la reducción de cargos contra Javier Duarte, el ex gobernador de Veracruz, a quien el malfamado Miguel Angel Yunes Linares, otrora aliado de Elba E. Gordillo, sucedió en el gobierno de esa entidad ha denunciado que desvió recursos del erario para apoyar a MORENA y al propio Andrés Manuel López Obrador) ¿Va Elba Gordillo por la libre?, ¿obedece un guión perverso? ¿O sabotea por azar la autoridad moral de Andrés Manuel López Obrador? ¿Quién está poniendo a quién un ‘4’?