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Opinión

Amanecer en Tlatelolco el 19 de septiembre de 1985

Jesús Peraza Menéndez

 

Con un carrito de mercado, una batería de automóvil, una bocina metálica y un pequeño aparato de sonido al que adaptamos un micrófono, salimos por la tarde del 19 de septiembre con Isela y Marcelo por los andadores de los edificios de la Unidad Nonoalco Tlatelolco. Ya en la mañana habíamos recorrido a pie la ciudad, desde la Unidad llegamos al INEA en Córdova 23 en la Colonia Roma, se había caído el edificio, parecía que habíamos vivido un bombardeo como los que ahora vemos sobre los pueblos en la ciudades árabes. Nuestra ayuda de rescatistas era mínima, los buenos eran los “Topos”.

La cita llamaba a reunirse en el Auditorio 5 de Mayo a un lado del Metro Tlatelolco. Llegó Antonio, de Punto Crítico, que dirigía a los “Cuartos de Azotea”, una ciudad en las alturas de los tinacos y jaulas para tender la ropa. El sonido fue escuchado por los compañeros de la Colonia Guerrero que estaban organizados en la Unión de Vecindades de la Guerrero, con Alejandro Palomo que nos invitó a su asamblea. También llegaron nuestros camaradas de Peralvillo “El Mosco” y Oscar de la Morelos. De los nuestros Peter, que organizó la prensa en la Unidad, Armando Barreiro dirigente tiempo atrás de los vecinos.

Los militantes de diversas organizaciones de la izquierda. Nosotros del PRT nos agrupamos en una improvisada célula urbana, pues nuestras tareas eran de unos en el movimiento campesino y de otros, como Meter, de prensa en el aparato del PRT. Compañeros de Punto Crítico organizados con los Cuartos de Azotea, los de ACNR, los Cívicos y una compañera del Frente Popular Independiente (FPI).

Era el encuentro para hacer la organización social para la reconstrucción que pasaba por hacer los peritajes de los derrumbes. El Edificio Nuevo León había colgado una manta semanas antes para hacer cumplir al gobierno del DF la instalación de pilotes para apuntalar el edificio, pero la burocracia decidió darles largas, el edificio se derrumbó en la mañana del 19 de septiembre. Entre otras víctimas la hermana del tenor Plácido Domingo, que se enrolló las mangas y se metió al rescate.

Era un murmullo que subía de tono en ese auditorio que nos quedó pequeño. Había sido invadido por los esbirros de Elba Esther Gordillo que se declaró dueña de un departamento de lujo en las Torres de Reforma dentro de la Unidad. Se apropió la mesa como si se tratara de una asamblea del SNTE. Y sus golpeadores nos señalaban de comunistas porque los habíamos enfrentado verbalmente en cada puerta y edificio. Hasta que Elba Esther Gordillo señaló a Valentín Campa; “es comunista, viene para aprovechase de los vecinos”.

Pedí la palabra, los esbirros gritaban para exigir que nos sacaran. No me la dieron, la tomé entonces. Hablé primero de la lucha de Valentín Campa, de su larga lucha sindical con los ferrocarrileros, de la cárcel a la que lo condenaron los gobiernos del PRI y de su convicción probada en las causas justas del pueblo. No había concluido cuando el auditorio se llenó con un aplauso, pedí agregar algo más, guardaron silencio todas con todos. Señalé entonces a Elba Esther Gordillo que había sido en algún tiempo del magisterio democrático, traicionó, estaba al frente de SNTE charro por órdenes de Jongitud Barrios contra los maestros. Además, no vivía en Tlatelolco. Propuse expulsarla, antes de terminar, un grito único de muchas gargantas reclamó: ¡fuera!, ¡fuera!, hasta que Elba Esther con sus esbirros abandonaron el auditorio 5 de Mayo.

Salimos de mañana caminando simplemente del Metro Tlatelolco, enfilamos hacia Av. Reforma, éramos cientos y se sumaron los de la Guerrero, los de Peralvillo, La lagunilla, el Centro, los de los multifamiliares Benito Juárez, los de la colonia Doctores, los Del Valle, Narvarte. Llegó hasta Luis Cimeros de CLETA. Cerca de Chapultepec nos detuvieron, vestidos de civiles, guardias presidenciales y nos amenazaron. En una rápida discusión pasaron niñas, niños, mujeres y sobrevivientes al frente, se abrió el cerco y llegamos a Los Pinos. Habíamos amenazado con ir a la casa en Coyoacán de Miguel de la Madrid. Quien amenazaba era Manuel Bartlett, de hecho lo pusieron al frente de la negociación tras destituir a Guillermo Carrillo Arenas; Bartlett en la primera sesión amenazó con meter al Ejército. No pasó Elba Esther Gordillo, no pasó Manuel Bartlett. Los terremotos cambiaron la Zona Metropolitana de México, al país entero de alguna forma y por supuesto mi vida.

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