Síguenos

Opinión

Voces del más allá

León García Soler

Mientras los de las redes sociales gozaban la casi campirana imagen de Andrés Manuel López Obrador y Manuel Bartlett comiendo tacos de barbacoa, se alzaban voces del zapatismo de hoy en Chiapas, al conjuro de la libertad de expresión artística ensayado por Bellas Artes con el retrato del calpulelque en caballito, desnudos los dos. Resulta que son los mismos que se alzaron a la media noche del año nuevo contra el triunfalismo bien calificado por los encuestadores. Y las voces del más allá negaron derechos de vía al Tren Maya de la Cuarta Transformación que se desmorona entre llamados a eliminar la separación de Iglesia y Estado y los rosarios de Amozoc a la hora de renovar mando en Morena.

Los dos de la barbacoa son paisanos. Y ninguno de ellos dio alguna vez muestras de admiración, ya no digamos de coincidencia alguna con el líder rojo de Tabasco, Garrido Canabal. Los une, en cambio, la pasión de mandar y la mirada fija en el poder y la gloria. Con o sin la obra de Graham Green y la sombra de la Cristiada fija sobre México. De algo sirve la memoria al ascender en la política del poder vertical y, por lo visto, en nada estorba irse a la oposición formal cuando el cesarismo era ya casi fiesta carnavalesca de esos fifís que ha invocado AMLO después de haber escrito un tabasqueño himno al PRI. Manuel Bartlett pasó de villano a modo entre los fieles del milagro democrático, a caudillo en defensa del rescate de PEMEX, la CFE y la energía del que sabe, y sabe para qué se hace política.

Cosas de compartir las viandas campiranas a la manera en que lo hicieron Villa y Zapata, los de verdad, no los elevados al altar instantáneo de la victoria imponente y trágicamente breve, de los de abajo, de lo que insisten en llamar auténticamente popular. Así lleguen vientos del Norte a demoler ese “populismo” que no es manifestación de ideología alguna. Ahí están los del EZLN que asustaron a los que ascendían hacia un primer mundo tan imposible como el desarrollo sin crecimiento y el aumento al gasto social con la austeridad que sirve para que aplaudan las buenas conciencias, tal como los afectados por el desempleo y desaliento que acompañan al triunfalismo de Trump, quien ofrece bajar los impuestos y reduce los de quienes más ganan en la fatalidad de la cuarta revolución industrial.

Nadie va a detener la condena de los muchos que insisten en acusar a Bartlett de la “caída del sistema”. Que ni era sistema ni cayó por la prepotencia del entonces secretario de Gobernación, que dio muestras de fidelidad al cesarismo sexenal, con férrea disciplina de partido en la sucesión a favor de Carlos Salinas, quien para él era menos favorable a la visión de México que el hoy adalid de la soberanía energética y entonces lo fue de las instituciones que favorecían a Salinas y a él lo dejaban para apagar la luz. Males son del tiempo... Ya almuerza con su paisano y escucha al ahora Presidente elogiarlo como pensó iba a hacerlo Miguel de la Madrid en 1988.

No es que de pronto se hayan convertido en marxistas combativos y en furibundos combatientes de izquierda, los jóvenes y adultos que se alzan en toda la América nuestra y protestan violentamente contra los gobiernos favorecedores del mal llamado neoliberalismo. Ah, la buena memoria y el gran sentido común de Mujica, el viejo combatiente uruguayo. Están hartos del paraíso del capitalismo financiero que en Chile pregonaba los logros del aumento en el empleo, la educación superior para todos, la riqueza que habría de caer como maná del cielo, gracias al “suply-side economics que es trickle- down economics”, según la versión reaganiana de la derecha impulsada por Goldwater. La misma que condujo al autoritarismo de Trump, hoy sometido al impeachment.

López Obrador padeció el aislamiento durante las horas amargas del desastre y derrota del imperio de la ley, en el fallido operativo programado por Arturo Durazo, reducido a vocero de lo contrario a lo que era visible para todos. Y puso en jaque a la Guardia Nacional que llegó a la tierra de El Gitano y los gomeros, con unos cuantos reclutas, mientras miles y miles del cuerpo en formación perseguían inmigrantes del Sur y defendían las fronteras del Norte, al servició de míster Trump. No es que se haya ensayado un golpe de Estado. Se montó en escena la patética exhibición de lo improvisado y peor ejecutado. No es que haya surgido un ejército terrorista del narco, aunque el tal Trump aprovechó el viaje para ofrecer enviar a sus tropas a resolver nuestros problemas.

Es el retorno del sonido y la furia en las voces del más allá. Andrés Manuel López Obrador encargó a Marcelo Ebrard la tarea de informar en sesión madrugadora cotidiana los remedios aplicados por interpósita persona para lograr que se firmara el T-MEC en la Cámara de Representantes, en pleno combate con el demoledor de las instituciones establecidas en el nacimiento y ascenso de la primera república de la era moderna. Y nadie preguntó al hoy canciller de funciones infinitas, dónde estaban los carros-tanque que acudieron a comprar al otro lado cuando estalló el fuego mortal en el saqueo de los ductos de gas y de gasolina. Palacio era una fiesta: firmaron los representantes y se impondrá la ira de Trump para que lo absuelva el Senado y sea esa firma una victoria más del primer año en la Cuarta Transformación.

Los zapatistas se niegan a reconocer valor alguno a la consulta hecha en el tropical Sureste para que los indígenas aprobaran la construcción del Tren Maya. Los campesinos de Guerrero aseguran que nada les ha llegado de lo ofrecido para sembrar maicito, calabacitas y chile para suplir el fruto de sus labores en la siembra de Amapola. La respuesta llama a la paciencia y confianza en el bien, con él se combate al mal, hay censos en formación y los créditos llegarán directamente a los productores, porque la tentación no cede y los malos hábitos del pasado corrupto no desaparecen al llegar un hombre honesto y honrado a la Presidencia.

Por los caminos del Sur se oye cantar aquello de “hace un año que yo tuve una ilusión. . .” Los fieles del comité de salud de la 4T aplauden los cambios que se reproducen en el jardín de las delicias del poder de un hombre solo, a nombre del pueblo bueno. Y aunque el de Macuspana rechaza todo revanchismo, se afilan los cuchillos para la guillotina que espera a todo aquel que tuviera relación cercana, o sospechosa, con Genaro García Luna, secretario de Seguridad en el sexenio de Felipe Calderón. Ya no Felipillo Santo, sino Felipe Segundo al combatir y verse derrotado por los elementos de la flota mayor de la policía mexicana. El dulce afán de no ceder al llamado de justicia contra los autores del pasado al que culpa de todo mal en cada sesión madrugadora, desapareció bajo una sonora condena al autor de la Guerra de Calderón.

Y de ahí, a nueva intervención, sea o no de estricto respeto al proceso penal, de Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, quien anunció que investiga el depósito de 2,000 millones de pesos a empresas de García Luna, el investigador investigado con extensiones automáticas a quienes mandaban en los años en que lo premiaban y aplaudían especialistas en investigaciones criminales y científicas. Ya señalan los augures a Enrique Peña Nieto. Ya hay escritos y conferencias en las que comparan el accionar de Virgilio, el de rizada cabellera, con algún anónimo defensor de Manuel Bartlett Díaz. Y cerca del comal resuena la proclama del que manda: Es el defensor de la soberanía petrolera.

De soberanía se trata. Y de la memoria que rescata el periodismo de investigación. El día 20 de diciembre fue aniversario del bombardeo y la invasión de Panamá por las fuerzas armadas de los Estados Unidos. El diario El Día publicó un magnífico reportaje sobre la urgencia con la que el Presidente George Bush, padre, se comunicó con los presidentes Carlos Menem, de Argentina, Carlos Andrés Pérez de Colombia, y Carlos Salinas de Gortari, de México, para anunciar, dar aviso de la decisión de detener al dictador Manuel Antonio Noriega de la República de Panamá, acusado de complicidad con el cartel de Medellín. No había más remedio, diría Bush esa madrugada, mientras morían los pobladores del barrio popular combatiendo al lado de las tropas.

La potencia venció al pueblo bueno, desmanteló al ejército y encarceló en Miami al dictador que luego sería extraditado a Francia. Dura memoria. Con lecturas varias y alguna lección para los mexicanos, Entre otras el valor de la experiencia y la tarea política personal en la hora de la verdad. Gustavo Petricioli era embajador de México en Washington. George Bush le daba trato de amigo por haber sido alumno de Yale, como él. Por ahí de las cuatro de la mañana Bush llamó al embajador Petricioli para que avisara al Presidente Salinas que lo iba a llamar por un asunto de extrema urgencia.

Petricioli se comunicó a Los Pinos y pidió al oficial de guardia lo comunicara con el Presidente.

-Lo siento mucho, embajador, pero tengo órdenes de no despertar al Señor Presidente.

Petricioli insistió: Se trata de un urgente asunto de Estado.

–Por ningún motivo, embajador, Yo tengo órdenes precisas.

Ante la inamovible disciplina, Petricioli optó por la confianza en su experiencia y cercanía con el poder: ¿Tiene usted órdenes de no despertar a la señora esposa del señor Presidente?, dijo al oficial de guardia. –No señor. “Pues despiértela de inmediato y dígale que se comunique conmigo, porque es un asunto de gravedad.

Carlos Salinas llamó de inmediato a su embajador. Y éste le informó del inminente llamado del Presidente Bush. El antiguo alumno de Yale había sido director de la CIA. Lo de México y la tradición diplomática de la no intervención, lo llevó, dice el reportaje de El País, a preguntar a Salinas cuál sería la actitud oficial de México: Respetar la Doctrina Estrada. No pedimos el reconocimiento de otros. Pero reconocemos a todos.

No estorban las voces del más allá que nos advierten que la política hace extraños compañeros de lecho. Pero también es importante saber si comparten habitaciones las parejas en el poder. No hace falta espiar. No hace falta esperar que venga el gran viejo Mujica a decirnos que la violencia anarquizante que cunde por el mundo de la globalidad no se debe a que hayan sido conversos de última hora y despertado como rebeldes de izquierda los jóvenes cuya violencia estalla.

Es la criminalidad impune que amenaza la vida. Sí. Pero ante todo, como lo fue ayer y siempre: “Es la economía, estúpido.”

Siguiente noticia

Reforma fiscal silenciosa