Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
La estrategia puesta en marcha para combatir la corrupción es la correcta, los resultados están a la vista, como también lo están las reacciones de quienes han sido afectados, principalmente los huachicoleros de altos vuelos. Al presidente Andrés Manuel López Obrador no le ha temblado la mano para enfrentar intereses creados de gran poderío e influencia, como la cancelación del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y la decisión de revisar los contratos a empresas que se han enriquecido con la privatización de la Comisión Federal de Electricidad.
Muy pronto su imagen pública se elevó a las nubes, porque demostró que está cumpliendo los compromisos que hizo durante la campaña para ganar el voto. Esto lo han confirmado sus entrevistas mañaneras, en las cuales muestra su interés por informar debidamente al pueblo, hacer muy transparente su administración y no permitir espacios a la maledicencia, los rumores y la desinformación que eran el común denominador en el régimen del PRIAN. No tiene empacho en responder todo lo que se le pregunta, actitud que demuestra que el que nada debe nada teme.
Esta lucha sin cuartel contra la corrupción seguirá durante el sexenio, porque una vez abierta la “caja de Pandora” no habrá manera de cerrarla sin crear conflictos políticos superlativos. Es un hecho que se destapará la cloaca en el Sector Salud, donde existen fugas multimillonarias por la compra y trasiego de medicamentos y de costosos equipos científicos que se echan a perder por falta de mantenimiento. En el Conacyt hay también necesidad de hacer una limpia a fondo, como también se está haciendo ya con las guarderías que han funcionado sin controles elementales.
Todo este trabajo de reordenamiento de la administración pública ha sido aplaudido por la mayoría de la sociedad, la cual patentiza su beneplácito con un apoyo total a López Obrador -fundamental para desactivar y minimizar las campañas de desprestigio en su contra-, quien sin el apoyo colectivo, como él mismo lo ha reconocido, sería presa fácil de la derecha. Lo que no acepta el pueblo, como se está advirtiendo, es hacer despidos indiscriminados en todas las áreas de la administración pública, situación que está afectando a la burocracia de por sí dañada en su economía por las políticas neoliberales.
A ello se suman los recortes presupuestales en sectores muy sensibles y decisivos para el desarrollo y el crecimiento real del país, como el de la salud, la educación, la infraestructura, entre otros. Lo que más indigna a los afectados son los modos como se está haciendo este proceso que puede frenar, de continuar como va, la política impulsora del mercado interno con la que se podría revertir el modelo neoliberal. Cientos de burócratas y profesionistas están siendo despedidos sin antes saber si cumplen o no sus funciones, si son indispensables o no, sin conocer su antigüedad.
Este proceso, tal como se está llevando a cabo, puede ser un factor adverso en el arranque de la Cuarta Transformación, cuando más se necesita el acompañamiento de la ciudadanía, su comprensión al esfuerzo mayúsculo de reivindicación social que está en marcha. Por mucho que se pueda ahorrar con los despidos y los recortes, los costos políticos serán superiores. No hay que darle armas al enemigo.