
Son diversas las historias que envuelven a la capital yucateca. Sucesos históricos que marcaron la identidad de la llamada blanca Mérida, y que aun en la actualidad persisten en sus estructuras, parques, calles y rincones. Se cuenta que hacia 1552, después de la conquista, una desoladora plaga de langostas azotó al estado.
El fenómeno afectó gravemente a los cultivos, y se dice que incluso, enormes nubes conformadas por los voraces insectos cubrían la luz del sol. Agobiados por el hambre y la desesperación, vecinos del barrio de San Juan, que en ese entonces se ubicaba a las afueras de la ciudad, pidieron la intercesión divina de San Juan Bautista.
Según narra la leyenda, este santo se alimentaba de langostas durante su vida como ermitaño. Luego de que, con devoción, los vecinos de la zona realizaran esta petición, la plaga cesó de inmediato. En agradecimiento, se construyó una ermita en su honor, que hoy se ubica a un costado del parque de San Juan, localizado entre las calles 62 y 64 del centro de Mérida.
El templo actual
El 23 de junio de 1770, se finalizó el templo actual, cuya construcción demoró exclusivamente seis meses. En una de las torres puede leerse la inscripción ex domus dei, que en latín significa "esta es la casa de Dios". Por otro lado, el retablo actual, de madera de caoba y estilo neogótico, data de 1904 y fue realizado en Valencia, España.