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Opinión

Emprender ya la Ruta Antineoliberal

Guillermo Fabela Quiñones

 

Liquidar el neoliberalismo, como modo de producción dominante, es una necesidad imperiosa a fin de salvar al país de una debacle ya anunciada, y evitar un colapso de lesa humanidad, inevitable por los graves desequilibrios económicos y sociales que se han acumulado a lo largo de casi cuatro décadas. Aunque no será tarea fácil, a pesar de que el presidente Andrés Manuel López Obrador tenga toda la voluntad y capacidad de dar un paso decisivo para las nuevas generaciones de mexicanos.

Basta señalar un dato que nos permite ver, con objetividad, por qué se necesita mucho más para extender acta de defunción al modelo neoliberal, el más depredador y ruin que ha conocido el mundo gracias a los avances de la propia civilización: la diferencia porcentual que hay entre la inversión pública y la privada, esta última superior en tres tantos a la del sector público. Así es impensable que el Estado ejerza la rectoría económica, fundamental para imponer reglas claras a los inversionistas.

En este momento, el gobierno federal se mueve en un círculo vicioso del que no podrá salir mientras no eleve su capacidad de invertir en mayor cantidad que la iniciativa privada. Y no lo hace porque subsidia a ésta mediante devolución de impuestos en montos estratosféricos, además de otras muchas dádivas que dependen de la capacidad del inversionista para negociar con la Secretaría de Hacienda. De ahí el imperativo de una reforma fiscal que fije reglas de equidad y justicia distributiva.

Es muy cuesta arriba dejar atrás el neoliberalismo, pues se afincó con toda la fuerza del propio Estado, a partir de 1982, con la complicidad del gobierno en turno para frenar al sector público como entidad productiva. Con gran éxito, como se demostró por los múltiples reconocimientos internacionales a los mandatarios y sus principales funcionarios ejecutores del modelo. Se convirtió a México en país maquilador por excelencia, bajo el esquema de que la mejor política industrial es que no exista política alguna.

En vez de producir aquí, se volvió práctica de Estado importar lo más posible para beneficio de los grandes consorcios maquiladores. Así se acabó de golpe el largo proceso de sustitución de importaciones para impulsar la industrialización del país. Se puso fin a la autosuficiencia alimentaria convirtiendo el campo en un erial o en zonas concesionadas a empresas inmobiliarias y a grandes consorcios mineros, de procedencia extranjera, principalmente.

Es preciso, por tanto, revertir este escenario irracional para que México tenga posibilidad de dejar atrás el neoliberalismo. Es ahora o nunca, pues el mundo ha entrado en una etapa decisiva para la humanidad en la que la alternativa es defender el planeta para asegurar la sobrevivencia de las especies, lo que implica poner en marcha políticas públicas de carácter social, por encima de los grandes bloques de poder financiero global y de las industrias extractivas.

México tiene mucho que aportar en esta dirección, una vez que el poder político nacional dejó de pertenecer a la tecnocracia apátrida y ultra reaccionaria. Pero es preciso que esta realidad se vaya asentando en el modelo económico, con medidas de fondo como reducir al máximo importaciones y sustituirlas con productos nacionales; imponer reglas a las maquiladoras entre las que destaque la utilización de materias primas nacionales. En fin, seguiremos sobre el tema.

guillermo.favela@hotmail.com

Twitter: @VivaVIlla_23

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