Alvaro Cepeda Neri
I.- Igual que la autonomía de las instituciones, la división y separación de poderes están suspendidas con la finalidad de controlarlas. Esas instituciones que un día López Obrador mandó al diablo; él tan religioso no podía mandarlas a otra parte que no fuera la mansión infernal. Ya en el poder absoluto, quiere el tabasqueño tenerlas bajo su dominio. Un ejemplo de esto es la UNAM, a la que puso ya en cuarentena para, de un plumazo, suprimirle lo de Autónoma; y con ella, al resto de los centros de estudios superiores. Esa autonomía fue una dura conquista contra el porfirismo, tras el triunfo de la Revolución de 1910-1917. Pero ahora la “cuarta formación” intenta lo imposible y provocará una rebelión estudiantil si no quita lo que “dice su dedito” con afán de suprimir las libertades del Artículo Tercero constitucional. Las autonomías con las que cuentan todos los órganos tienen la finalidad de limitar el poder, en este caso, presidencial. “Es la distinción entre gobernar y ser gobernado. Y la ley como limitación de dicho poder” (Hannah Arendt: La promesa de la política; editorial Paidós).
II.- El refrán que no ha citado el inquilino de Palacio Nacional y que le viene muy bien, es aquel que reza: “cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Es que no debemos permitir el control de la acción política de la sociedad por parte de un hombre, un grupo o un partido, como sucede “bajo la tiranía”, según explica certeramente la misma Hannah Arendt. Y es claro que hacia esa finalidad apuntan las acciones del Morenismo en el Congreso de la Unión; al igual que las de su dirigente máximo en Palacio Nacional. Lo que ha sucedido en la UNAM es mucho muy grave política y culturalmente. Podría llevarnos a la quinta transformación… la cual se convertiría en una regresión exactamente a las épocas previas al liberalismo político y democrático que instituyó las libertades académicas, las políticas, las de prensa libre y las sociales que han confluido en los derechos humanos; ante los cuales no hay que dar un solo paso atrás.
III.- La autonomía universitaria, académica y política de todos los centros de estudios superiores de nuestra todavía República constitucional, debe ser defendida esgrimiendo la estrofa del Himno Nacional Mexicano: “¡Mexicanos al grito de guerra”!, contra el neofascismo populista. Ya entre los estudiantes está gestándose la respuesta apropiada, a fin de defender uno de los importantes contrapoderes con que cuenta la Nación. Así que la Universidad Nacional Autónoma de México debe seguir siendo AUTÓNOMA. Lo mismo que el Instituto Politécnico Nacional. Y de igual manera, todas las demás universidades. Pues combatir la corrupción no implica devastarlas. Esa autonomía ha generado fortalecimiento de las libertades; y sin las libertades académicas y las de libre enseñanza, todas las demás libertades se pervierten. Como en 1929 y 1968-1971, el pueblo mexicano ha de permanecer alerta para no permitir ninguna modificación. La Autonomía, las autonomías, son fundamentales para la vida pública y privada de la Nación.
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