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Opinión

Fango al lodo

Jorge Lara Rivera

Justin Bieber, el popular cantante juvenil canadiense, acaba de desencantar a su público (212 millones de seguidores) debido a una broma publicada en sus cuentas de Twitter e Instagram el lunes 1 con motivo del April Fools Day, efeméride equivalente a la de ‘Santos Inocentes’, vía la cual indujo a creer que Hailey Baldwin, su esposa desde hace 6 meses, y él estaban a punto de ser padres.

El malestar deriva de que el astro musical de 25 años, quien desde 2015 no ha lanzado ninguna nueva balada al mercado disquero, entrevistado en el más reciente número de la revista ‘Voogue’ anunció que se mantendrá en receso laboral –de las giras incluso, debido a que la más reciente (‘Purpose’) lo dejó insatisfecho–, como consecuencia de una depresión contra la cual el intérprete del hit ‘Sorry’ lucha desde hace años, producto de sus excesos juveniles provocados por la ansiedad y el estrés de su temprana celebridad mundial.

Enojo y decepción son las reacciones que el chistoso cosecha. Algo inocuo si se las compara con intemperancia de otro Justin en el mismo país de la bandera con la hoja de maple: el primer ministro, Justin Trudeau quien expulsó el miércoles del Partido Liberal a sus otrora colaboradoras, las 2 ex ministras dimitentes quienes abandonaron su gabinete tras acusarlo de entorpecer la justicia y encubrir el desaseo en prácticas de negocios por contratos y concesiones, de SNC-Lavalin, la mayor empresa transnacional minera/constructora domiciliada en Montreal, Quebec, el Canadá francófono. Aunque la expulsión de las aún diputadas se debe a la grabación y divulgación no autorizadas de una conversación con el Gobernador Gral., Trudeau ajusta cuentas buscando controlar los efectos nocivos por las 2 deserciones y críticas internas en su gobierno y evitar otras, por lo menos hasta las elecciones de otoño en las cuales pretende reelegirse.

A fines de enero ‘The Globe and Mail’ un influyente medio canadiense publicó que por meses Wilson-Raybould fue presionada por la Oficina del Primer Ministro para que diese trato preferente a SNC-Lavalin, acusada de prácticas corruptas. El 2 de febrero la ministra degradada renunció; el gobierno entró en crisis cuando ella misma (febrero 27) acusó públicamente a Trudeau, a los principales asesores de él y a otros ministros de presionarla 4 meses para que obstaculizase el ‘affaire’ SNC-Lavalin. El premier pretendía que la Fiscalía favoreciese a la empresa ofreciéndole un acuerdo de enjuiciamiento diferido y así evitar los tribunales, sin que se le pudiera prohibir participar en contratos públicos por sobornar al régimen libio del depuesto Muhamar al Gadafi para ganar licitaciones públicas allí. Como la directora de la Fiscalía rehusó y su superior, la ministra Wilson-Raybould, respaldó a su subordinada tras evaluar el expediente, contrariando los deseos de Trudeau, ésta fue removida.

El gobierno canadiense entró en crisis de credibilidad al conocerse la causa real por la cual renunció Jody Wilson-Raybould, primera mujer y primer indígena en la historia de Canadá quien accedió a los altos cargos de ministra de Justicia y Fiscal General de Canadá al inicio del gobierno de Justin (noviembre de 2015) y luego fue degradada sorpresivamente (enero 14, 2019) con pretexto de un pequeño ajuste del gabinete, aprovechando para removerla de Justicia y asignarla al frente del ministerio de Veteranos. Justin ha negado las presiones y atribuyó el conflicto a diferencias de interpretación, pero luego pretendió justificarse diciendo que actuó para salvar miles de empleos.

La situación empeoró el lunes 4 de marzo con la intempestiva salida de Janet Philpott, una de las personalidades más respetadas de la clase política de ese país y hasta entonces ministra del Tesoro, aunque al día siguiente Justin Trudeau intentó minimizarla. Su carta de renuncia dirigida al premier Trudeau, expresa haber dejado de confiar en la administración por él encabezada sin mencionarlo por su nombre. La expulsión enderezada contra ellas por el premier, quien encabeza el Partido Liberal, exhibe el talante autoritario del ambicioso político beneficiario del prestigio de probidad de su respetado padre Pierre Trudeau en el mundo de la política.

Sin escrúpulos, adscrito sólo en apariencia a la tradición política de izquierda de su padre, el joven premier se comporta utilitaristamente lucrando con la bandera del progresismo canadiense que le permitió llegar al poder, pero su historial personal fuera de lo superficial dista del activismo y corresponde más bien al de un ‘yuppie’ avaricioso y despreciable fascinado por el estilo de vida suntuoso, en cuya avorazada procuración, Justin Trudeau ha burlado la ley engrosando inesperadamente la escandalosa lista de celebridades internacionales del deporte, la farándula, la política y las finanzas mega evasoras fiscales que colocaron fondos en países de laxa legislación sobre el origen de éstos, en el Caribe y Asia, quedando exhibido por ‘Papeles del Paraíso’ sobre el affaire ‘Panama Papers’.

Luego, valido del cargo, ha aceptado ambiguas invitaciones a tono a la isla privada del Aga Khan de la India, así como a la India misma a cambio de apoyar a una facción. Su perjudicial conducta trasciende lo personal afectando negativamente la imagen internacional pacifista que busca Canadá, al desarrollar una agresiva política intervencionista contra América Latina como nunca antes en la historia de sus relaciones, evidenciada por su posicionamiento en la OEA y el llamado ‘Grupo de Lima’, tratando de desestabilizar a Venezuela a la cual ha tratado de despojar del control de su ‘holding’ petrolera, pero también de obtener ventaja sobre su riqueza minera, mientras critica la reelección en el país suramericano aunque él mismo la busca en Canadá; Nicaragua, Cuba y Bolivia.

Sus raíces en el Canadá francés lo han llevado a tener algún traspié internacional, como su apoyo al paneuropeísmo independiente promovido por Emmanuel Macron, contradiciendo a Washington. No obstante, sin ningún empacho se prestó a hacer el trabajo sucio de su vecino Estados Unidos con la irregular aplicación extraterritorial de la Ley, ignorando la soberanía de los países, en el caso de la detención de la milmillonaria Wanzhou Meng, directora financiera de la telefónica Huawei, gigante de la electrónica china, arrestada en Canadá y en polémico proceso de extradición allí a solicitud de Estados Unidos por “violar las sanciones que se impuso a Irán”. Su obstrucción de la justicia busca evitar sanciones a la empresa constructora SNC-Lavallin (precisamente impedir que se la castigue ante la evidencia de que sobornó a funcionarios libios de la era de Khadafi), relacionada con la minería, la metalurgia y la energía, con una nómina de 50 mil empleados en 50 países y operaciones facturadas en 2017 por 6 mil 932 millones de dólares estadounidenses con 160 países. Los pretextos –“salvar empleos e inversiones”– de Trudeau recuerdan a su mentor y socio D. Trump en el caso del asesinato del periodista Jamal Khashoggi en Estambul que involucra al gobierno de Arabia Saudita) pero también su conducta de entorpecer investigaciones del ‘Rusiagate’), llevando al gobierno de Ottawa a comportarse como agente de las mineras canadienses bajo la máscara de promover la democracia y defender los derechos humanos.

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