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Opinión

Arrecia la guerra económica contra México

Jorge Canto Alcocer

Tan sólo minutos después de la presentación formal del nuevo Plan de Negocios de Pemex, en cascada se dejaron caer las críticas de los diversos actores neoliberales del concierto internacional: financieras, calificadoras, analistas económicos supuestamente independientes, pero todos comprometidos con el orden neoliberal, cuestionaron rabiosamente el citado Plan y lanzaron previsiones apocalípticas sobre Pemex, sobre la administración de AMLO y sobre el entorno económico del país.

Todos esgrimen el mismo sobado argumento: el Plan es insuficiente porque no contempla la renuncia a la soberanía energética y la entrega de nuestros recursos a los intereses privados de las grandes petroleras, como había comprometido la reforma energética. Por ello, y sin el menor análisis, la inyección de recursos federales y la baja de impuestos –elementos que en el pasado las mismas financieras, calificadoras y etcéteras habían solicitado como de necesidad imperiosa y urgente- es calificada como “insuficiente”, de “escasa visión” y “contraria a las tendencias internacionales”. De inmediato, las instituciones neoliberales hablaron de “poner bajo la lupa” a la petrolera mexicana ante un grave riesgo de colapso.

¿Cómo? O sea, ¿la misma empresa que fue calificada como ejemplar pese a los turbios negocios de los Bribiesca en los sexenios de Fox y Calderón, y su involucramiento en el escándalo internacional Odebrecht durante el gobierno de Peña, ahora está a punto de ser descalificada y sus bonos de deuda tenidos como “basura”, pese a las indudables evidencias de que se están saneando sus finanzas y se está limpiando de corrupción? ¿En en serio? Si no fuera porque realmente pueden afectar severamente a nuestra economía, los dichos de estos días llamarían a risa… Lo cierto es que es parte de la guerra económica que los neoliberales están librando para intentar que México dé marcha atrás, que AMLO incumpla sus compromisos y que las cosas sigan como hasta ahora… o peor.

El Plan, anunciado por Andrés Manuel y el director de Pemex, no es sino la materialización de los compromisos de campaña y la declaración de principios de MORENA: el objetivo no solamente es sanear y eficientar Pemex, sino algo mucho más importante: recuperar la soberanía energética, en momentos en que dicho recurso, escaso y no renovable, va cobrando cada vez más importancia en el caótico mundo de hoy. ¿Por qué, entonces, el ataque sistemático? ¿Acaso pensaban que sólo fueron promesas electoreras sin visos de realidad? Con este Plan, AMLO nos está demostrando, una vez más, que su proyecto es serio, de amplio calado y entraña una auténtica transformación de la estructura nacional.

Ahora nos queda más clara la renuncia de Carlos Urzúa, así como el conflicto de intereses por él señalado: como defensor a ultranza del orden neoliberal, los intereses de Urzúa entraron en diametral conflicto con los intereses de todos los mexicanos. También nos va quedando cada vez más claro el nombramiento de este funcionario fue una mera estrategia para permitir la transición de terciopelo que ocurrió a fines del año pasado y continuó, aunque con contradicciones cada vez más evidentes, durante el primer semestre del presente. Urzúa, quien ya reconoció abiertamente que siempre se opuso a la cancelación del NAIM y a la búsqueda de la soberanía energética, hizo pensar a los mercados y a los actores neoliberales que López Obrador, como todos los políticos, era un mentiroso más que, una vez asegurado el poder, se entregaría a los mezquinos intereses del capital extranjero.

La guerra económica contra la apuesta mexicana se va a recrudecer. En las próximas semanas y meses, seguramente veremos a cada vez más actores lanzando críticas severas y previsiones catastróficas. La tarea del nuevo gobierno es perseverar, sin escuchar el canto de las sirenas, y lograr, con el apoyo de quienes estamos comprometidos con el progreso y el desarrollo de México, la consolidación de un Pemex nacional, soberano y líder, llamado a ser una de las herramientas fundamentales para el desmantelamiento del perverso sistema que aún nos oprime.

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