Jesús Peraza Menéndez
Entre los zapatistas sobrevivientes estaba el hermano Mateo Zapata, parecido físicamente a Emiliano, quien era nada más un buen hombre al que custodiaba la envejecida guardia del general del Ejército Libertador del Sur. La nostalgia de Anenecuilco, poblado como cualquier otro sitio de casas de adobe en esta región semiárida con aguas minerales corrientes como los balnearios de Cuautla y Palo Bolero camino de Alpuyeca.
Conversábamos en la ex hacienda de Atotonilco, en la región de Villa de Ayala, eran los tiempos del preparativo del centenario del natalicio de Emiliano zapata el 10 de abril en 1982. Trabajaba con la Unión de Ejidos del Oriente de Morelos, con Javier Cortés de la Preparatoria Popular de Tacuba, con José Luis Ledesma y Chava, con mis amigos de Jantetelco, Chalcatzingo, Jonacatepec, Jojutla, Jiutepec, el tema versaba sobre la comprensión del “zapatismo”, de la situación de los trabajadores y las trabajadoras. El “territorio” es percibido como la inmediatez de las tierras de labor invadidas por las plantaciones de caña de azúcar con grandes ingenios como el de Zacatepec, el extensionismo agroindustrial acaba con la milpa-granja de los pequeños productores, modo de reproducción social milenario con la relación ecológico-humana con los bosques, las aguas en ríos y lagunas en Huitzilac, Tlayacapan, Yecaplixtla, o las áridas montañas del Tepozteco. El territorio entonces comprende la producción social con la identidad del proceso vital, es la tierra-milpa con la nación ese vínculo imaginado de los que producen la vida sembrando la tierra ubicada en el contexto de la comunidad naturaleza que comprende el universo, la atmósfera, las longitudes y latitudes de lo cercano y lo lejano de la lengua común de la conquista y colonización sufrida, la independencia política, la reforma constitucional y la Revolución Mexicana.
La cosmovisión del zapatismo sobre la unidad nacional del territorio se expresa en la convocatoria de Emiliano Zapata: “En verdad unidos los trabajadores somos invencibles”, idea sobre la fuerza social que alcanza a toda la humanidad que gana el sustento con el sudor de su frente, que en Morelos es la relación de ser-humano-comunidad-naturaleza como un principio ancestral original es el modo de cómo relacionarse en el mundo. El zapatismo como expresión social histórica sucedía en forma paralela a la Revolución de Octubre 1905-1917 en la Rusia Zarista, en la que por primera vez el internacionalismo o la globalidad de la relación de la clase trabajadora es motivo de la lucha política-económica y cultural que plantea un territorio mundial sin fronteras de autonomías e identidades culturales con el proletariado industrial despojado, desposeído, desplazado en la vida mundial con el mercado capitalista.
Mientras el zapatismo pretendía una revolución social democrática claramente clasista, o sea del lado de los trabajadores, aunque su proyecto comprendía a las otras clases sociales en el Plan de Ayala traza que en la atrasada Rusia campesina de Lenin y Trotsky se organizaban los bolcheviques, entre disputas y coincidencias, sobre la construcción de una sociedad justa que nunca ha existido, que proponía la desaparición de la propiedad, la idea de amos o dueños del mundo, la vida y las cosas.
Gramsci, marxista revolucionario italiano, dice que las luchas de sociedades preexistentes con sus contradicciones de clase se relacionan en cuanto a nación oprimida con la clase trabajadora, esta clase contiene a las sociedades ancestrales en su programa de lucha. No es una vuelta o un inamovible pasado sino la organización de una nueva sociedad socialista que justo parte de los despojados, desplazados, los perseguidos, los explotados y oprimidos. En todo el territorio Zapata propuso alianzas, sobre todo con la División del Norte con su general Francisco Villa, juntos tomaron la Ciudad de México y se sentaron en la Silla Presidencial, fue interrumpida la Revolución, antes de la Convención de Aguascalientes se aprobaría, para hacerlo efectivo, el Plan de Ayala que contiene la propuesta para cada esfera económico-productiva, educación, cultura, territorio, es mucho más que una proclama la propuesta de una sociedad justa con progreso científico-tecnológico-cultural.