Cristóbal León Campos*
I
Educar es transformar, transformar es rehacer lo existente, la humanidad existe aunque nuestros actos parezcan negarla involuntariamente, la realidad puede transformarse usando a la educación como uno de los elementos vitales, reducir la educación al mero acto de adquisición de conocimientos ha conducido a la generación de individuos, formar personas es un reto, formar seres humanos es aún más complejo, el contexto de violencia que vivimos lastima en lo profundo, los hechos de violencia no solamente hieren los cuerpos, llagan principalmente el alma humana, causan efectos silenciosos en el interior de las mentes y los corazones, genera sentimientos reprimidos de dolor y angustia, la sociedad padece desde hace mucho el peor de las enfermedades, se ha contagiado del cáncer de la institucionalización del dolor, pareciera que la felicidad es un privilegio, cuando es un derecho humano, el más valioso de los derechos de la humanidad, la paz es añorada; ¿pero qué actos concientes realizamos para alcanzarla? ¿Sirve la educación en su forma y concepción actual para generar un ambiente de paz? Educar para la paz es una urgente necesidad en nuestro país, y también en el mundo, generar el ambiente propicio para el desarrollo humano, hacer de las expresiones sensibles las formas de conocimientos, romper las cadenas y los moldes, la educación debe generar la expresión libre del alma humana, educar para la paz es imperante, mas debe reconocerse que para poder educar para la paz hay que cambiar el contexto social que genera, promueve y reproduce la violencia en todas sus formas, la paz y la educación van de la mano con la armonía del ambiente social.
II
La bondad debiera ser una materia en el currículo escolar, y es que la bondad está tan desvalorada por ser considerada y asociada a la debilidad, a la ingenuidad y a la contradicción humana, enseñar el bien común como un acto social, hacer de la enseñanza un hecho formativo para el bienestar de la humanidad, no se trata del reiterado y desgastado discurso de la enseñanza de valores, los valores son inherentes al ser humano pero conformados socialmente, mientras se siga ponderando recetas de manuales arcaicos cuyos valores tiene una enorme carga moral cubierta de juicios y prejuicios no podremos hacer de la bondad un acto cotidiano, la bondad no está cubierta de sotanas, la bondad es el alma del ser humano, el falso debate entre el bien y el mal sólo divide lo que nace unido, no es que se nieguen los actos que lastiman a la sociedad, es que ya no podemos seguir con los viejos esquemas que juzgan antes de comprender, los moldes que encasillan primero para nunca preguntar por las motivaciones particulares; ¿cómo pretendemos un mejor mundo si no hemos sido capaces de escucharnos como iguales? Hagamos de la bondad el acto cotidiano, y es que nadie tiene porqué recibir la segunda bofetada como reza la sumisión, es que simplemente nunca nadie ha tenido que lanzar la primera bofetada, eliminar la violencia de nuestras vidas parte del reconocimiento cabal de la igualdad, la tolerancia se volvió sinónimo del cinismo, dejemos de tolerar y comencemos a cambiar, activemos la bondad y empeñémonos entre todos a vivir en sociedad.
III
El contexto adverso que enfrentamos actualmente nos presenta la disyuntiva de elegir el camino que permita la construcción de una nueva lógica en las relaciones sociales y humanas, los conceptos como tolerancia, revaloración y reivindicación, han quedado obsoletos, tanto en su uso al igual que en su definición, requerimos como sociedad nuevas formas de pensar e interpretar el acontecer cotidiano, ponderando la real comprensión de lo diverso como un elemento eje que ayude a fomentar la armonía en las relaciones humanas, ya no alcanza con pronunciamientos sobre la diversidad sexual y de género, sobre los derechos humanos y la equidad, o sobre el otro y lo otro, es tiempo de hablar del nosotros como un todo humano, respetando siempre las particularidades, se requiere refundar el pensamiento sobre la humanidad, es hora de que hablemos sobre los derechos de la humanidad y dejemos atrás la violencia diaria expresada en el bullying, el racismo y la discriminación, pero también en la pobreza y la marginación, en nuestras manos, como sociedad, tenemos el presente de la humanidad.
IV
Los valores que se imparten en las escuelas son resultado de la historia, todo lo presente ha sido históricamente construido; ¿tenemos la certeza de que los valores que se imparten en la actual educación responden al momento histórico que vivimos? Hoy comenzamos a reconocer la diversidad como un elemento fundamental del ser humano; ¿responde la educación que se imparte y que recibimos a diario a la realidad diversa y compleja en que vivimos? Educar es un gran reto, hacer de la educación el elemento transformador, la base de la paz y la bondad son propuestas radicales en un contexto plagado de dolor, de rencor y de violencia, el perdón social parte del establecimiento de la justicia, el perdón humano tiene como eje el sentimiento profundo de nuestras almas, los valores humanos cambian como a diario cambia y se define la palabra humanidad, actualizar la enseñanza acorde a la diversidad en que vivimos coadyuvará al establecimiento de un sociedad más consciente y por lo tanto más humana. Eduquemos para vivir con humanidad.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas