Hugo Carbajal Aguilar
Primero a ustedes sí, aunque es para todas porque a todas concierne y no se debe hacer menos a nadie. Dije a las universitarias por lo que significa en cuanto a responsabilidad, a toma de conciencia y de decisiones.
Miren –como decía un profe de música- se están desentonando. Ya llevan más de un mes que tomaron la Facultad de Filosofía que es de la que quiero hablar. Repito, no hago menos a ninguna otra Facultad, me refiero a ella porque es la de mis quereres académicos y mi existencia filosófica plena de angustias metafísicas existenciales. Ya queremos llegar otra vez de visita y comprar e intercambiar libros, discos o cualquier otra cosa de esas que abundan en el pasillo de afuera.
Nosotros, mis compañeros y yo, la pasamos muy requetebién en esos espacios. Acudíamos a nuestras clases, por supuesto. Jugábamos fut en las islas. Comíamos tortas de bistec tan celebradas por tan sabrosas, claro, cuando nos alcanzaba y a veces, hasta nos hacíamos de una botellita de ron para degustarla al final de la semana. Alguna vez tomamos una clase de Arte Dramático con el Mtro. Héctor Ortega que nos exigió mucho porque dijo que él no admitía oyentes. Decía que el Arte era como un alacrán en la mesa, es decir, que debía alertar, alarmar, llamar la atención, sacarnos de nuestro letargo cotidiano, romper con lo monotonía.
Disfrutamos el Auditorio Che Guevara donde vimos y escuchamos al Grupo Sanampay con Guadalupe Pineda y Eugenia León, ensayos con la Filarmónica de la UNAM, conciertos de Chava Flores –divertidísimo-, Alberto Cortés, Silvio Rodríguez, Chabuca Granda. Muchas películas de Cine Clubes con boletos de a 10 pesos… en fin. Aprovechando el viaje y siendo un tanto cuanto abusivos (para variar) ustedes también podrían rescatar ese espacio, ¿no les parece?
Nuestros maestros extrañados fueron muy distinguidos. Siguen siéndolo: Adolfo Sánchez Vázquez, Leopoldo Zea, Graciela Murillo, Alberto Híjar, Carlos Pereyra, José Ignacio Palencia, Gabriel Vargas… sólo por mencionar algunos ejemplos y que me perdonen otros muchos.
¿Quieren saber quiénes eran mis cuadernos de doble raya? Bueno, ahí van: El Chepe Regalado, portador de una barba impresionante; Jorge Castro que hizo una Tesis muy interesante dedicada a Federico Nietzsche y “La Moral en Aurora”; Enrique, el Jarocho, que se tituló con un serio examen del “Rock y la Violencia”; Rolando, un locuaz y simpático bebedor capaz de explicar con claridad pasajes interesantísimos de La Ideología Alemana; Carlos Sánchez que nos abandonó porque regresó a Ecuador, su patria chica, después de que lo despedimos más de 8 veces; Rodolfo y su Tesis sobre “Cultura y Liberación Nacional” enviada al Premio Casa de las Américas en Cuba. Este otro que se tituló primero cuyo nombre es Rafael Sebastián Guillén Vicente a quien le decíamos “el Tampico” o “el Cachumbambé”, no me pregunten por qué y que hizo una tesis sobre “Filosofía y Educación –Prácticas discursivas y prácticas ideológicas-” fortaleza filosófica fundamentada en Louis Althusser. Ahora trabaja de Comandante Galeano en Chiapas. Y la del autor de estas memorias –les estoy hablando de los 80s– llamada “El papel de la Religión en la Revolución Nicaragüense”.
Permítanme, by the way, aprovechar el comentario para recordar muy cariñosamente al P. Ernesto Cardenal a quien conocí gracias a Don Sergio en un viaje solidario a Nicaragua, al igual que a Tomás Borge. Leímos sus poemas en la escuela donde entonces trabajaba, disfrutamos sus alcances literarios denostados por otros poetas culteranos y mamones y seguimos con interés su compromiso con la Revolución Sandinista, ahora traicionada por Daniel Ortega y su querida esposa. Como ven, hay mujeres a quienes no podríamos de ninguna manera felicitar como a esa Rosario Murillo, a Condolezza Rice, a Margaret Thatcher, a Jeanine Áñez, a Marthita Sahagún, a Elba Esther Gordillo, a la esposa de Duarte el de Veracruz y a otras persignadas ladronas corrompidas.
¿Cuál es el objetivo de esta anecdótica y memoriosa expresión pública? Pedirles que lleguen a acuerdos comprometidos. Que no imiten protestas machistas rompiendo objetos y mancillando edificios de nuestra UNAM. Que se firmen y que se cumplan esos acuerdos que no son para presumirlos públicamente. La etimología de Acuerdo es muy simpática. Viene de Cor, Cordis que significa Corazón. Estamos de acuerdo con ustedes. Tienen la razón, sólo pídanle al C. Rector que se siente a escuchar, a acordar y a comprometerse. Si gustan, mis cuates y yo vamos a atestiguar la entrega de nuestra querida Facultad y de todas las otras áreas académicas, le serviremos al Rector de asesores y le explicaremos muchas cosas de las que él no se ha dado por enterado o no quiere. Al menos así parece.
Y al final, para celebrar, así, sin ambages y sin puritanismos mamones, nos damos un toque. Digo… si gustan.
Este 8 de marzo tiene que ser ocasión de recuperación de nuestras luchas, de oportunidad para barrer los recovecos de nuestras conciencias y sacar todos los prejuicios, las creencias dañinas, las supersticiones, los complejos, tareas sumamente difíciles. Ya ven lo que decía Albert Einstein: “es más difícil destruir un prejuicio que un átomo”. Si les sirven nuestras Tesis y algunas de ustedes se interesan, con mucho gusto se las compartimos. Podemos hacerlo. Tal vez encuentren algo que llame su atención.
Todo eso nos va a unificar en términos de igualdad o mejor, de equidad bien comprendida. Equidad que significa darle más a quien más necesita. Sale chavas, no nos hagan a un lado, cuenten con nosotros.