La guerra que no debió haber comenzado, debe terminar. Lo importante no es cómo, sino que sea ¡Ya!
A diferencia de las guerras mundiales que fueron libradas por coaliciones que se reconocían mutuamente, la actual es oficialmente entre Rusia y Ucrania con Estados Unidos como único mediador, mientras la Unión Europea y la OTAN son como una especie de vergonzantes cómplices, lo cual explica que sean excluidos.
Tal escenario concede a los Estados Unidos de Donald Trump enormes ganancias y ningún compromiso. Como principal aliado de Europa y miembro de la OTAN, en todas las áreas Estados Unidos, es un inequívoco adversario de Rusia a la que desde 2014, mediante órdenes ejecutivas presidenciales, leyes federales, y acciones de entidades nacionales e internacionales, aplica miles de sanciones.
No obstante, en cuanto a la guerra, Trump y Putin, practican una inédita ambigüedad. En calidad de estado líder de occidente, desde el triunfo bolchevique hace más de 100 años, (excepto durante la II Guerra Mundial), Estados Unidos y Rusia son archienemigos.
En cambio, en la presente contienda, en la cual Estados Unidos es el principal proveedor de armas, apoyo de los servicios de inteligencia, respaldo financiero y político de Ucrania, paradójicamente es aceptado como mediador, cercano interlocutor de todas las partes y, en algunos momentos, amigo de Rusia, cosa que, entre otras cosas, se evidencia en las relaciones entre los presidentes Trump y Putin.
En el momento actual, cuando el principal asunto en las relaciones internacionales es el plan de paz para poner fin a la guerra en Ucrania, que, aunque presentado por el presidente Donald Trump, es virtualmente una propuesta conjunta estadounidense-rusa, la cual, según Trump a: “A Ucrania y Europa tiene que gustarle”. El plan reconoce la existencia de cuatro partes implicadas: Rusia, Ucrania, OTAN y Estados Unidos.
El desempeño de los implicados crea una urdimbre de intereses que se concatenan para tratar de complacer a las partes, excepto a Ucrania, la cual perdedora en los campos de batalla, lo es también en la mesa de negociaciones. El Plan de Paz de Trump para Ucrania que más bien parece un borrador o primera versión de un documento de trabajo consta de 28 puntos, todos ventajosos para su arquitecto, Estados Unidos.
Ello revela que no se trata de un mediador, sino de la cuarta pata de la mesa. Rusia se beneficia con las concesiones otorgadas por varios ítems, principalmente con aquellos que establecen la entrega de los territorios de Donbass, así como las que limitan las capacidades militares y recortan la soberanía de Ucrania. Entre tanto Europa gana con todo el acuerdo, especialmente los que limitan las capacidades militares de Rusia y contribuyen a un ambiente de seguridad colectiva que favorece sus intereses.
Tanto Rusia como Ucrania respiran aliviadas porque no habrá consecuencias judiciales postconflicto debido a que, las partes involucradas recibirán amnistía completa por sus acciones durante la guerra. Como en las anteriores guerras europeas en que ha participado, Estados Unidos disfruta otra vez de las ventajas de quien reparte las cartas.
No hay un solo disparo en su territorio, ningún ciudadano suyo combatiente o civil sufre daño alguno, mientras su estado y sus empresas obtienen todas las ventajas. Tengo la certeza de que, en esos 28 puntos, algunos de ellos difícilmente digeribles para Ucrania que quizás tenga que aceptarlos y dar tiempo al tiempo, pensando, no en recuperar los territorios que ahora pierde, convirtiendo el diferendo en una noria, sino confiando en que el desarrollo pondrá cada cosa en su lugar. Lo importante es ser parte de una Europa integrada, cosa que no impide los acuerdos y de la cual, tal vez más temprano que tarde, Rusia forme parte. Europa, Rusia y Ucrania comparten un mismo espacio geográfico.
Solucionado el asunto de Ucrania, la guerra entre ellas es improbable y amplias las perspectivas de comercio y colaboración, escenario que también beneficia a los Estados Unidos, sobre todo mientras se mantenga el clima de avenencia propiciado por Putin y el interés en los negocios alentado por Trump.
En los próximos días, Rusia pondrá algunos reparos, mientras Europa y Ucrania ejercerán el derecho al pataleo y Estados Unidos, sin hacer concesiones prevalecerá porque su predominio económico y militar no es un mito ni un plan para más adelante, sino una realidad. El caso es que, sin guerra en Europa ni reclamos mezquinos, el mundo será un lugar mejor.
Algunos podrán reivindicar el desenlace como victoria, otros lamerán sus heridas, pero prevalecerá la condición humana. Mejor con 28 puntos que con guerra. Allá nos vemos.