Por Yolanda Gutiérrez
De poco sirve invertir en ferias turísticas para atraer más visitantes a Cancún si encuentran playas erosionadas, con sargazo, sucias y descuidadas, repletas de ambulantes, con enganchadores que acosan a quienes simplemente caminan tranquilamente, así como una ciudad insegura, donde los asaltos y robos con lujo de violencia están a la orden del día.
Cancún vende hermosas playas y placenteras estancias en el destino, pero a la hora de la verdad, los visitantes encuentran algo completamente diferente a lo que vieron por Internet o les ofreció la agencia de viajes con la que compraron un paquete.
La invasión de sargazo que afecta a nuestras costas de manera periódica desde hace varios años no remite y, aunque actualmente recala menos cantidad que en meses pasados, el personal de limpieza de playas debe trabajar a diario para retirar las algas que arriban durante la noche, sin ningún tipo de apoyo por parte del gobierno estatal, que retiró las brigadas de Sema a mediados de diciembre del pasado año y, a la fecha, no han vuelto a aparecerse.
En Coral, uno de los balnearios más afectados por los recales de sargazo, trabajadores del parque acuático Ventura Park se abocaban a retirar carretadas de hierba marina entre la que se mezclaba basura de todo tipo, inclusive envases procedentes de otros países, como Brasil y Estados Unidos.
La erosión es otro factor que afectó severamente la franja costera tras el huracán “Wilma” y, aunque posteriormente se trabajó en un programa de rescate de playas con la extracción de arena en el área conocida como “La Ollita”, la misma naturaleza insiste en recuperar lo que le pertenece; no podemos olvidar que en gran parte, los responsables de la erosión son los empresarios hoteleros, que sin ningún empacho levantaron sus edificaciones sobre la duna costera, parapeto natural contra la erosión.
Y como la naturaleza es sabia, en Gaviota Azul, una de las playas que siempre estuvo más afectada por este fenómeno, los escalones naturales que formó la arena se han convertido en masas compactas que cumplen la función de la duna costera, motivo por el que en los meses del año en los que los vientos del norte provocan un mayor punto de erosión, uno de los lugares donde se pierde menos playa es precisamente a la altura de los escalones, que en algunos tramos sobrepasan los dos metros de altura.
No obstante, en el balneario se asoman cada vez más piedras y a la altura de la roca que divide esta playa de Chac-Mool, es imposible instalarse debido a la gran cantidad de piedras que salieron del mar.
De lo que no se pueden librar los turistas es de los vendedores ambulantes que, tanto en los balnearios públicos, incluidos los Blue Flag, como en las playas de los hoteles, pues recorren los arenales y ofrecen a los bañistas sus variadas mercancías, con el beneplácito de la Zofemat, que no mueve un dedo para retirarlos, ni siquiera de las playas galardonadas con el distintivo.
A este panorama le añadimos que los bañistas ya no están seguros ni en las playas, donde se han perpetrado varios ataques a balazos desde motos acuáticas contra las personas que se encontraban en la arena, mucho menos en la ciudad, con balaceras y ejecuciones en lugares públicos y centros comerciales, inclusive algunos que suelen frecuentar nuestros visitantes.