A la falta de ingresos se suman las constantes afectaciones climáticas en el estado, que paralizan la actividad pesquera, incluso en temporada alta, lo que golpea al sector.
En Lázaro Cárdenas, ante al complejo escenario financiero de la Cooperativa de Pescadores de Chiquilá, será el pulpo el que salvará la Navidad, debido al desplome del precio de la langosta
La organización enfrenta serias dificultades para cumplir con los pagos de fin de año a sus casi 200 integrantes a causa de una temporada pobre del crustáceo, lo que generó una fuerte presión sobre las finanzas del grupo, obligándolo a manejar los recursos con cuidado para cubrir salarios, aguinaldos y compromisos fiscales, informó el dirigente Carlos Alejandro Vicencio Ramírez.
Los asociados y trabajadores de la cooperativa esperan recibir su salario y aguinaldo el 23 de diciembre.
El pulpo salva la Navidad
La captura abundante y constante de pulpo, cercana a las 80 toneladas, se convirtió en el salvavidas económico de la Navidad, dijo Vicencio Ramírez.
El presidente de la cooperativa explicó que el precio de la langosta, históricamente uno de los productos más rentables de la región, cayó hasta los 500 pesos por kilo, muy por debajo de lo esperado, mientras que el volumen de captura fue mínimo, apenas dos toneladas. “La salvación de esta cooperativa ha sido el pulpo”, sentenció Vicencio Ramírez.
Agregó que “hemos alcanzado una producción aproximada de 80 toneladas y, lo más relevante, es que su precio se ha mantenido firme”.
Aseguró que la venta al comprador es de 105 pesos, mientras que al pescador se le paga 90 pesos.
“Hemos tenido que manejar los recursos con mucha cautela para no enfrentar problemas graves al cierre del año”, reiteró el presidente.
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Reveló que “los gastos decembrinos, el pago del personal y las cargas fiscales representan un peso considerable, pero estamos haciendo todo lo posible”.
Vicencio Ramírez fue prudente al señalar que el pago a los casi 200 pescadores que integran la cooperativa se realizará “en la medida de las posibilidades”. Si bien, la gestión financiera impulsada por la temporada de pulpo permitirá cumplir los compromisos de fin de año, el escenario para el arranque del 2026 se presenta cargado de incertidumbre.
Una vez superada la urgencia de la nómina decembrina, el mayor reto para la cooperativa será atender las obligaciones fiscales y los costos operativos que se acumularán los primeros meses del próximo año.
Este periodo de inactividad se prolongará el primer trimestre debido a las vedas biológicas de las principales especies. Al iniciar el año empieza la del pulpo, cuya captura concluye el próximo 30 de diciembre.
El 15 de enero comienza la veda del mero, que dura dos meses, además de otras especies, por lo que el primer trimestre es prácticamente de inactividad, explicó el dirigente.
Vicencio Ramírez reconoció que el pago de impuestos, electricidad, agua y salarios del personal administrativo se vislumbran en un contexto complicado e incierto durante el periodo de veda.
Por otra parte, no fue posible obtener información del estado financiero de la cooperativa “Vanguardia del Mar” ni de otras dos organizaciones que operan en el puerto, debido a que sus representantes no estaban disponibles.
Pescadores de estas y otras agrupaciones también están a la espera de que sus cooperativas les liquiden el pago por el producto entregado en los últimos días de captura. La esperanza de un alivio económico navideño depende de las gestiones pendientes y de la comercialización del pulpo.
Difícil cierre de año en Cozumel
Los pescadores de Cozumel enfrentan uno de los cierres de año más difíciles, debido a la complicada temporada de la langosta.
A inicios del año, el crustáceo se comercializaba en alrededor de 700 pesos por kilogramo; sin embargo, el precio registró fuertes caídas hasta ubicarse actualmente en 350, justo cuando deben afrontar el pago de sueldos, aguinaldo, mantenimiento de embarcaciones y diversas cargas fiscales. La combinación de ingresos reducidos y una etapa de baja producción colocó a decenas de trabajadores del mar en una situación económica crítica.
De acuerdo con José Mex, pescador de la localidad, el valor de la langosta en el mercado ha disminuido en comparación con años anteriores debido a factores como la sobreoferta en la región, la volatilidad del mercado internacional y una demanda inestable. Esta reducción afecta directamente la capacidad de las cooperativas para mantener su operación diaria, ya que los costos de combustible, hielo, refacciones y permisos continúan siendo elevados.
El pescador explicó que, durante los últimos meses, la extracción se vio limitada por el comportamiento del mercado, condiciones climáticas adversas y periodos de veda que reducen las jornadas de captura.
“Hay semanas en las que apenas alcanza para cubrir lo indispensable. Aun así, debemos cumplir con nuestros empleados y con las autoridades”, expresó.
Trabajadores del sector advirtieron que la pesca en Cozumel arrastra problemas estructurales desde hace varios años, como la ausencia de apoyos directos, encarecimiento de los insumos y competencia desleal de producto importado. A estas dificultades se suma la presión económica propia del cierre de año, cuando las cooperativas deben responder por obligaciones laborales y fiscales.
El gremio reiteró la urgencia de aplicar programas de respaldo para la temporada baja, así como esquemas de comercialización más equitativos que permitan mejorar los ingresos de los productores sin elevar el precio final al consumidor.
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Mientras tanto, decenas de familias que dependen de la pesca artesanal enfrentan un panorama de incertidumbre financiera, en un contexto en el que el turismo —principal motor económico de la isla— no siempre genera beneficios directos para esta actividad.
El clima frena la captura diaria
Las condiciones climáticas adversas registradas impidieron que los pescadores de Tulum salgan al mar, lo que afectó su percepción económica y complicó la situación financiera que enfrenta el gremio que depende casi por completo de la actividad diaria para subsistir.
El fuerte oleaje, ráfagas de viento y lluvias persistentes obligaron a suspender la pesca artesanal. Trabajadores del mar entrevistados indicaron que, cuando el tiempo lo permite, una jornada habitual comienza desde la madrugada y se prolonga entre seis y ocho horas en altamar.
En escenarios favorables, una embarcación menor con dos o tres tripulantes puede obtener entre 40 y 80 kilogramos de captura por día, dependiendo de la temporada y de las especies disponibles, como mero, pargo, jurel, chac chi o pulpo. Este volumen de producción permite cubrir costos esenciales como combustible, hielo y mantenimiento de las lanchas, además de generar recursos para el sostén familiar.
Sin embargo, en los últimos días varios pescadores permanecieron en tierra sin realizar una sola salida. “Aquí no existe un ingreso fijo. Si no salimos a trabajar, no hay dinero para el hogar”, expresó uno de los trabajadores, quien explicó que cada jornada sin actividad representa una pérdida imposible de recuperar.
El panorama se complica aún más debido al aumento en los gastos operativos. El precio del combustible, el hielo y los insumos necesarios para la conservación del pescado se mantiene elevado, por lo que cuando las malas condiciones climáticas se prolongan, los costos continúan acumulándose sin que existan ingresos para hacerles frente.
Según el propio sector, decenas de familias en Tulum y en comunidades aledañas dependen de manera directa de la pesca, por lo que la paralización de labores no solo afecta a los productores, sino también a comerciantes locales y establecimientos restauranteros que requieren producto fresco.
Pescadores dijeron que confían en una mejora del clima para reanudar sus actividades, aunque advirtieron que estos periodos de inactividad son más frecuentes.
Buen año, pero con robos
Pescadores de Puerto Juárez reportaron que este año hubo buen temporal que les permitió alcanzar sus metas en la pesca de escama y langosta, y generar un “colchón” económico para la temporada baja.
No obstante, persiste la preocupación por el robo de embarcaciones y motores, como el caso de Miguel Collí, de la Sociedad Cooperativa Marinos de Puerto Juárez, quien explicó que hace tres semanas fue alertado de que su embarcación —una lancha menor equipada con un motor reconstruido de 60 caballos de fuerza— ya no estaba amarrada en el área asignada.
“Con la ayuda de mis compañeros pescadores y de integrantes de una iglesia a la que pertenezco, compartimos fotografías de la lancha y comenzaron a buscarla”, dijo.
Reveló que la localizaron en un encierro sobre la avenida Kabah. “Acudí al sitio con la documentación que acredita que soy el propietario y acompañado por la autoridad logré recuperarla. Aún la sigo pagando”, comentó.
Tras este incidente y otros robos recurrentes de motores —dos en lo que va del año—, así como artes de pesca, el entrevistado señaló que los socios de la cooperativa decidieron instalar luminarias y sistemas de videovigilancia como medida preventiva.
Por su parte, el presidente de la Federación de Cooperativas Pesqueras de Quintana Roo, Baltazar Gómez Catzín, dijo que se han registrado robos en Puerto Juárez, Holbox y costas de Yucatán y Campeche.
Aseguró que durante el presente año sólo se tiene el reporte formal del robo de seis motores en Holbox.
Actualmente el área cuenta con cuatro cámaras de vigilancia instaladas por la Administración Portuaria Integral de Quintana Roo (Apiqroo), aunque están enfocadas principalmente al muelle donde atracan embarcaciones camaroneras y a la zona de acceso, una calle angosta que conecta la avenida Puerto Juárez con el embarcadero.
“Esas cámaras resultan insuficientes para vigilar las más de 20 lanchas que permanecen atracadas en esta zona”, coincidieron Miguel Collí y el pescador José González, quienes advirtieron que la situación podría agravarse si no se implementan acciones de autoprotección.
“Estamos cotizando equipos de videovigilancia y evaluando los puntos más adecuados para su instalación, así como la colocación de luminarias”, señaló José González, conocido como “La Cherna”. Agregó que los costos los asumirán ellos.
José González, con más de 40 años dedicado a la pesca y originario de Veracruz, destacó que este ha sido un año favorable para salir al mar, debido a la escasa presencia de temporales que afecten la costa.
“Se puede decir que ha sido un buen año: hay producto, los precios son aceptables y se está comercializando. Esperamos que este mes se registre un ligero repunte”, expresó.
Precisó que se dedica a la captura de langosta y, de manera ocasional, a la pesca de escama, en especial de cherna, especie que le dio su apodo. Señaló que regresar de cada jornada con al menos 80 kilogramos de este recurso implica un gran esfuerzo: alejarse de la costa, bucear y utilizar el gancho de manera constante hasta lograr una buena captura.
Dijo que hay días excepcionales en los que el mar les permite obtener hasta 100 kilogramos, mientras que en otras ocasiones apenas se logran 60 o incluso sólo 20, dentro de una temporada que en el Caribe Mexicano inició el 1 de julio y se extenderá hasta el 28 de febrero del 2026.