
Con rostros cabizbajos y embarcaciones semivacías, los pescadores del litoral Oriente enfrentan un inicio desalentador en la temporada de captura de pulpo. Los altos costos de operación, el bajo volumen de captura y un entorno devastado por la pesca furtiva y la sobreexplotación han sumido al sector en una de sus peores crisis en años.
Los hombres de mar coincidieron en que la depredación es hoy el principal enemigo de la actividad. Antonio Pat, pescador de Río Lagartos con más de 40 años de experiencia, afirmó que la captura ha caído drásticamente debido a prácticas irresponsables.
“Los furtivos no respetan vedas. Capturan pulpo, langosta, caracol, mero y todo lo que encuentran durante todo el año”, enfatizó. Pat recordó que, cuando comenzó a pescar a los 12 años, el mar era generoso.
“Éramos pocos, había equilibrio. Hoy todo está sobreexplotado, hay demasiados pescadores y muy poco que sacar”, lamentó. En la última década, el número de pescadores en la región se ha triplicado, generando una presión insostenible sobre los ecosistemas marinos. A esto se suma la captura industrial, con barcos de arrastre que operan mar adentro, afectando la reproducción y abundancia de diversas especies.

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“El impacto es doble: no solo nosotros estamos pescando más, sino que también llegan flotas completas a arrasar con lo poco que queda”, explicó. Fausto Alcocer, otro veterano del mar, denunció que es necesario que las autoridades pongan mano dura. “Llegan pescadores de Dzilam de Bravo, Campeche, Quintana Roo y se meten en plena veda, sacan especies protegidas, y nadie los detiene. Nosotros respetamos las reglas, pero ellos depredan sin consecuencias”, subrayó.
Ambos pescadores coincidieron en que no solo se debe sancionar a quienes capturan sin permiso, sino también a quienes compran esas especies de forma ilegal. “Si no se castiga también a las cooperativas que comercializan lo furtivo, no hay esperanza para el mar”, sentenciaron.
A la sobreexplotación se le suma una crisis económica profunda. El precio de la langosta cayó de más de mil pesos por kilo el año pasado a apenas 500 esta temporada. El pulpo, cuyo precio aún no se establece en algunos puertos, podría pagarse apenas a 100 pesos por kilo, dependiendo de su talla. “Nos están pagando menos por el producto, mientras que el precio de la gasolina sigue subiendo”, dijo Pat.
“El combustible representa uno de los gastos principales para poder salir a pescar, y los márgenes de ganancia se han reducido al mínimo, haciendo la actividad casi insostenible”, señaló.
Las condiciones climáticas también han jugado en contra. El mar ha estado más agitado, y el mal tiempo ha sido constante, dificultando las salidas de pesca. Además, la destrucción del hábitat marino y la contaminación han reducido significativamente las poblaciones de especies comerciales.
Los pescadores del litoral Oriente hacen un llamado enérgico a las autoridades de las comisiones pesqueras y ambientales para que tomen medidas concretas. También exigieron mayor vigilancia, cumplimiento de las vedas, sanciones ejemplares a depredadores y políticas de recuperación de las especies marinas.
“La situación es crítica. Si no se actúa ya, el mar se va a quedar vacío y con ello se irán también nuestras esperanzas de seguir viviendo de esto”, sentenció Alcocer.