Quintana Roo

Ecosistemas al borde del colapso: “Pulmones verdes" de Quintana Roo en riesgo por contaminación

La destrucción de manglares, selvas y lagunas avanza sin freno. El impacto ambiental ya alcanza a la población
Q. Roo posee 247 mil 17 hectáreas de vegetación anfibia que están desapareciendo. Destacan Nichupté, Xcalak y Mahahual
Q. Roo posee 247 mil 17 hectáreas de vegetación anfibia que están desapareciendo. Destacan Nichupté, Xcalak y Mahahual / Mario Hernández

La falta de infraestructura, el crecimiento urbano descontrolado, el exceso de desechos y la ausencia de vigilancia oficial han puesto en riesgo diversos “pulmones verdes” de Quintana Roo, como manglares, lagunas y selvas. La deforestación amenaza con hacerlos desaparecer, arrastrando consigo a las especies que ahí habitan.

Esto afecta directamente el cambio climático y, de paso, a la población, debido a la contaminación y al aumento de las temperaturas. Aunque la naturaleza puede adaptarse a entornos hostiles, su capacidad de regeneración no es tan rápida como el ritmo de devastación que enfrenta, advierten especialistas.

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Quintana Roo posee 247 mil 17 hectáreas de manglares, que están desapareciendo con los años. Destacan los ecosistemas de la laguna Nichupté, Xcalak y Mahahual. En Cancún se han identificado 77 cenotes urbanos. En lo que va del 2025, se atendieron 25 y más de 21 toneladas de residuos les fueron retiradas.

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) alertó que, a nivel mundial, un millón de especies enfrenta peligro de extinción. Actividades humanas como la urbanización, el cambio de uso de suelo, la sobreexplotación de recursos, la contaminación, la introducción de especies invasoras y el calentamiento global modificaron más del 70 % de la superficie terrestre y dos tercios de los océanos.

La Conabio alertó que un millón de especies, en el mundo, enfrenta peligro de extinción, por el humano / Mario Hernández

Expertos en conservación de ecosistemas explicaron que, como los manglares no representan un atractivo económico ni turístico, no aparecen en el “radar” de las autoridades, a quienes no les interesa si están contaminados o no, sin comprender que, sin ellos, no tenemos una naturaleza sana y deben ser protegidos. Sin embargo, el sistema actual solo busca rescatar las áreas naturales que representan una derrama económica, y los manglares no entran en esa categoría, pese a sus grandes beneficios para el ambiente.

Todo conjunto vegetal –selva, cenote, manglar o cuerpo de agua– funciona como “pulmón verde”. Los manglares, en particular, protegen las costas, sirven de hábitat para múltiples especies y mejoran la calidad del agua.

La naturaleza puede adaptarse a entornos hostiles, pero no a la destrucción actual. / Mario Hernández

Degradación ecológica en el bosque costero tropical

Uno de los casos más visibles ocurre junto a la Universidad del Caribe, en la Supermanzana 78. El manglar, ahora reducido a un manchón en medio de la zona urbanizada, posiblemente mantenía conexión con el mar. Hoy sobrevive gracias al agua pluvial y a la cercanía con la laguna Chacmuchuc. En época de sequía, el manglar comienza a secarse. Cuando vecinos, empresas o visitantes arrojan desechos orgánicos e inorgánicos, la fauna local los confunde con alimento y muere. Además, al degradarse, estos residuos generan metabolitos: compuestos químicos secundarios con potencial contaminante.

El biólogo José Manuel González explicó que el mangle alude a los árboles o arbustos costeros tropicales, mientras que el manglar designa el ecosistema completo que conforman. A pesar de su resistencia a la salinidad y condiciones extremas, estos hábitats no son inmunes al colapso.

La contaminación en la marisma junto a la Universidad del Caribe afecta a la fauna local / Mario Hernández

Detalló que toda esa basura que hay en el monte o en los manglares no sólo causa problemas a la flora o fauna del lugar, sino, en general, a todos, “porque contamina el suelo, ya que muchas veces esos metabolitos o compuestos químicos son más peligrosos que el propio producto que fue desechado originalmente. Todo conjunto de vegetación, llámese manglar, cenote o selva, son pulmones, y no únicamente para la generación de oxígeno como tal, por medio de la fotosíntesis de las plantas, sino porque, en realidad, producen un efecto de limpieza de agua y de suelo, lo que conocemos como bioremediación.

De hecho, en muchos lugares antes se usaba no sólo el mangle, sino otro tipo de vegetación para el tratamiento de las aguas residuales. Y creo que, como la gente empezó a suponer que esas plantas tienen la capacidad de limpiar, comenzaron a tirar basura, sin saber que, cuando se satura la carga del sistema, ya no filtra y únicamente se contamina el lugar, como está sucediendo en muchos casos”.

En Benito Juárez se han identificado 77 cenotes urbanos; 25 fueron saneados. / Mario Hernández

Zonas invisibles para las autoridades

Explicó que, para bien o para mal, en zonas como la Península de Yucatán, al contar con un suelo cárstico, todo se va al subsuelo, al manto freático, a los ríos subterráneos que desembocan en los cenotes, en las playas. Y aparte de toda esa flora y fauna endémica que vive ahí y que está muriendo, poco a poco irá “matando” también ese turismo que gusta de ir a playas y cenotes, porque estarán ya muy contaminados, sin mencionar a todos los touroperadores y gente de las comunidades que viven de ese turismo que visita la ruta de los cenotes u otros cuerpos de agua.

En este punto, Bernardo Hautenne, experto en conservación de ecosistemas, explicó que, como los manglares no representan un atractivo ni económico ni turístico, porque huelen mal y hay cocodrilos, no aparecen en el “radar” de las autoridades, a quienes, palabras más, palabras menos, no les interesa si están contaminados o no.

Cuando se satura la carga del sistema, ya no filtra y sólo se contamina el lugar. / Mario Hernández

“Amo los manglares, pero en Cancún son ignorados porque no generan turismo ni ganancias, a diferencia de las playas. Aunque son ecosistemas vitales, se les desprecia por ser inhóspitos y no representar valor económico. El desarrollo acelerado y descontrolado de la ciudad provoca que la basura termine allí, mientras las autoridades los descuidan o sólo los usan para tomarse la foto. Urge dejar de talarlos y comenzar a protegerlos de verdad”, indicó.

Coincidió en que los manglares son muy importantes para el ecosistema, porque filtran el aire, limpian el agua. Para la fauna, son fundamentales en el cruce de los cangrejos azules y de una diversidad de animales marinos o muchos microrganismos. Como el nivel del agua es relativamente bajo, toda la basura y la contaminación los va a absorber, y se puede propagar hasta la laguna Chacmuchuc o hacia otros cuerpos de agua, donde hay más variedad de animales marinos, como tiburones bebés y otras crías que van ahí para protegerse de los depredadores.

La deforestación amenaza con desaparecer los pulmones verdes de la entidad. Los santuarios naturales protegen las costas, sirven de hábitat y mejoran la calidad del agua / Mario Hernández

Además, representan un foco de infección para la gente de los alrededores, porque algunos comen y pescan en la laguna. El problema con los manglares es que son ambientes muy húmedos, con mucha biodiversidad. “Entonces, si tiras un plástico ahí, se va a fragmentar mucho más rápido, se volverá microplásticos, y si se quedan en el manglar, con la exposición al sol, los microrganismos, la humedad y el movimiento natural del agua, se volverán parte del lodo y lo contaminarán”, añadió.

“Aunque es normal que los cuerpos de agua se sequen fuera de temporada de lluvias, el cambio climático está alterando esos ciclos —como el adelanto en el cruce de cangrejos azules— y lo más preocupante es la gran cantidad de basura y microplásticos en el lodo, que afecta directamente a los animales que se alimentan allí”, indicó.

Todo se va al subsuelo, al manto freático, a los ríos subterráneos que desembocan en las cavernas inundadas / Mario Hernández

Ecocidio

Bernardo Hautenne fue el creador del documental “Chacmuchuch: Un Ecocidio Quieto”, donde evidenció la grave situación de la laguna con más de 12 mil hectáreas al norte de Cancún, afectando la fauna y flora local, pero que además representa un peligro de salud pública para las comunidades que viven en la reserva, porque muchos camiones de hoteles o restaurantes van a tirar ahí sus desechos.

Esta laguna es el Área Natural Protegida más grande de Cancún. En mayo de 2024, consultó una notificación de la Profepa, donde aparentemente hicieron una visita en la zona lagunar, pero no encontraron evidencia de contaminación: “Al día siguiente visitamos una vez más para demostrar lo contrario, y descubrimos aún más contaminación de lo que pensábamos. Se siguen talando árboles, la basura se está acumulando, las aguas de lixiviados se están derramando por los desarrollos mal planeados”.

Especialista piden que los Programas de Ordenamiento Ecológico Territorial se hagan con base en estudio / Mario Hernández

Desde 1994, la laguna se encuentra en gran peligro, pues la biodiversidad que vive en la reserva y las comunidades locales que habitan ahí son afectadas por diversas fuentes de contaminación.

“La reserva enfrenta serios daños por lixiviados, basura, pesca ilegal y acceso sin control, todo provocado por la impunidad y el abandono de las autoridades. Gobiernos y empresas desarrollaron proyectos creyendo que nadie notaría el impacto, especialmente en zonas como Arco Norte, donde habita población vulnerable con menos posibilidades de alzar la voz”, expresó.

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Los desarrollos sobre ojos de agua

Ambos biólogos-ambientalistas indicaron que la naturaleza sigue siendo tan sorprendente, que cuando hay efectos meteorológicos que para el ser humano son adversos, hay zonas que terminan inundadas porque, naturalmente, tenía que ser de esa forma. Por ello la importancia de que los Programas de Ordenamiento Ecológico Territorial se hagan con base en estudios claros, y no se realicen desarrollos donde no se debe, y mucho menos que estos sitios creados por la naturaleza terminen “muriendo” por culpa de la contaminación generada por el hombre.

La naturaleza es tan sabia, que va a buscar su propio curso. Por eso vemos que, cuando hay un huracán u otro fenómeno hidrometeorológico, hay lugares donde se hicieron desarrollos que siempre se inundan, y es por eso mismo. No importa que se deforeste y se rellene, porque al final ahí se va a acumular el agua, porque así debería ser. Insisto: la naturaleza tiene esa capacidad de resiliencia, de adaptación, pero no tan rápida, y se están agotando los recursos. Es mucho más rápido deforestar que el tiempo que pasa para que se regenere un pulmón verde por sí mismo”, expresó.

Se mencionó que hay zonas, como donde se ubican las colonias irregulares, que presentan muchos problemas de contaminación, destrucción de la naturaleza, cuerpos de agua y cenotes, pero tampoco se cuidan.

La falta de infraestructura y vigilancia arriesga diversos ecosistemas / Mario Hernández

En la calle 56 con 67, de la Región 230, a espaldas de la subestación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), se construyó un fraccionamiento. Los vecinos recordaron que, hace 32 años, cuando llegaron a la zona, frente a su predio había un cenote que fue rellenado con basura y quedó como un inmenso basurero desde entonces. En esa misma zona, durante años ha habido desbordamientos de aguas negras de los registros, que justo van a caer directamente a un cenote urbano, supuestamente área protegida por la Dirección de Ecología del Municipio de Benito Juárez, pero el lugar está muy descuidado y los vecinos se quejan de los malos olores.

Además, han sufrido infecciones en la piel desde hace un par de años, y los quejosos mencionaron que ni las autoridades municipales ni Aguakan han hecho nada para solucionar este problema. De vez en cuando, escarban con una barreta, limpian y se vuelven a ir.

Este cenote urbano 02 es uno de los muchos que se encuentran en la ciudad, y todas las tardes comienzan a rebosar las aguas negras de los registros. Para colmo de males, esa calle está inclinada y entonces la suciedad cae invariablemente en cascada hacia el cuerpo de agua, donde hay algunas especies de fauna marina y terrestre.

Más del 70% de la superficie terrestre y dos tercios de los océanos han sido modificados. / Mario Hernández

Este cenote se ubica dentro del “Parque del Cenote”. Tiene una extensión de 12 mil 113 metros cuadrados. En uno de los extremos hay un humedal con un perímetro de aproximadamente 127 metros. Dentro de la rehoyada hay dos formaciones geológicas en forma de caverna. De acuerdo con las características detectadas por la propia Dirección de Ecología, “estos cuerpos de agua mantienen una conexión con la red de ríos subterráneos, y se ha descubierto la presencia de pequeños peces. Pero toda la superficie está cubierta por lechuga acuática, que es una especie invasora, impidiendo que llegue luz solar a la columna de agua, propiciando la eutroficación del sistema acuático (es una de las principales causas de contaminación y se produce cuando el agua recibe elevadas cantidades de desechos inorgánicos)”. Seguramente, un semáforo que determinara la calidad del agua marcaría doble rojo.

Hace 20 años que una calle se está hundiendo en la Supermanzana 529 de Cancún, porque debajo de ella hay un cenote. El murete de los registros de la luz está a punto de colapsar, y las autoridades no han hecho nada, pese a las promesas de rellenar el lugar, ubicado en el fraccionamiento Galaxias Itzales. Los vecinos indicaron que la empresa SARE rellenó con madera (árboles que había en el área antes de devastarlo), pero nadie les informó que era una zona de cenotes.

Por cierto, en la calle de enfrente hay otro hundimiento. Varios vecinos han pagado para que se les compacten algunos tramos de esas calles, pero, con el paso del tiempo, la inmersión sigue y seguirá, porque es una zona bastante inestable.