Sólo tres de cada 10 denunciados por violación sexual llegan a prisión, reconoció personal de la Fiscalía General del Estado (FGE). Muchas víctimas siguen en silencio, con miedo a la revictimización o a la impunidad, señaló una de las personas que sufrió el flagelo.
Carolina, exalumna del Colegio ECAB Cancún, decidió compartir su historia para visibilizar el problema. “Desde los siete años hasta los 19 fui víctima de abuso por parte de un profesor, Enrique N., quien me manipuló junto con su esposa, entonces directora del plantel”, relató con voz firme. “Me hizo creer que era normal, que era mi culpa. Pasé años con miedo a hablar, pero ahora quiero que ninguna niña más viva lo mismo”, expresó.
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Carolina es una de las cinco víctimas que denunciaron a dicha persona, quien según ellas, sigue vinculado a centros educativos en la zona maya.
Para la psicóloga Sandra López Ríos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la situación en Cancún revela la necesidad de abordar la violencia sexual como un problema estructural. “El acoso callejero, los abusos en entornos cerrados y la impunidad generan un círculo de miedo que limita la movilidad y la autonomía de las mujeres”, explicó.
Leticia Heredia, psicóloga en Cancún, resaltó la importancia del apoyo emocional temprano: “Las víctimas necesitan sentir que son creídas y acompañadas en todo el proceso, desde la denuncia hasta la terapia”. Agregó que muchas sufren trastornos de ansiedad y depresión que permanecen sin tratar por falta de recursos.
María, tía de otra víctima de abuso sexual en Cancún, compartió su frustración con la justicia: “Mi sobrina denunció a su agresor hace un año y aún no hay avances. La Fiscalía no le ha dado seguimiento y ella se siente revictimizada”, dijo.
El académico Yunitzilim Rodríguez Pedraza, de la Universidad de Quintana Roo, propuso la creación de un registro de agresores sexuales para reducir la reincidencia. “La impunidad es uno de los principales factores que alimentan la violencia. Un registro permitiría identificar a los agresores y proteger a las víctimas”, afirmó.
Juan, amigo de Carolina, recuerda cómo la vio cambiar durante los años del abuso. “Era una chica alegre, pero empezó a ser cerrada, a tener miedos sin razón. No sabíamos qué pasaba hasta que me lo contó hace unos años”, manifestó.
Indicó que está con ella en todo, porque es importante que las víctimas se sientan apoyadas por sus seres queridos.
López Ríos enfatizó que la situación en Quintana Roo requiere acciones urgentes, desde fortalecer la investigación y la justicia, hasta garantizar el acceso a la atención psicológica y la prevención en escuelas y espacios públicos. “Las cifras no mienten y las historias de mujeres como Carolina son un llamado a la acción para poner fin a la violencia sexual y construir una sociedad más justa”, reiteró.
