Entre las aguas tranquilas del Boulevard Bahía, donde el cielo se funde con el azul del Caribe, vive una leyenda con escamas, Larry, el caimán más querido de Chetumal.
Con sus grandes ojos color noche y su andar sereno, este saurio se ha ganado un lugar especial en el corazón de los chetumalenses, quienes lo han adoptado como símbolo de orgullo e identidad chetumaleña.
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Lo que comenzó como una simple curiosidad, un reptil que se dejaba ver en los manglares del boulevard, terminó por convertirse en un emblema de la ciudad.
Hoy en día, Larry no solo es una atracción turística o un simple caimán, sino un recordatorio viviente de la riqueza natural que resguarda la bahía y los demás cuerpos de agua que, mediante sus abundantes corrientes y venas, derivan su valiosa fauna en la bahía de Chetumal.
Todas las noches, visitantes y locales se detienen a buscar su silueta entre las aguas esmeraldas que nos regala la Bahía.
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Con cámara en mano y sonrisa de niño, los presentes esperan con ansias una señal del saurio, el cual elige el momento más esperado de la noche para dejar entre ver sus fauces que generan un asombro genuino entre los testigos.
En cada conversación junto al malecón, entre el rumor del viento y el vaivén de las olas, alguien tiene una anécdota sobre Larry; el día que lo vieron descansar bajo el sol, el momento en que posó para una foto, o la vez que desapareció por días, dejando un silencio inquieto entre sus admiradores.
El noble reptil nos invita a cuidar su hogar. Descubrir su belleza con respeto, y compartir el cariño por sus aguas cálidas que nos acompañaron desde niños.
Más que un reptil, Larry es un habitante ilustre de Chetumal, una figura que recuerda a todos que esta ciudad, con su mezcla de naturaleza y calidez humana, sigue latiendo al ritmo del Caribe y de sus leyendas.