Vecinos y ganaderos de Bacalar, en el sur de Quintana Roo, han encendido las alarmas luego de reportar la presencia de coyotes en las áreas verdes del décimo primero municipio.
De acuerdo con la declaración de los pobladores, estos animales han sido vistos merodeando en la zona ganadera, lo que ha generado preocupación por posibles ataques contra el ganado, así como por su impacto ecológico.
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De acuerdo con informes locales, los ganaderos de Bacalar y del municipio vecino de Othón P. Blanco han reportado pérdidas de animales que atribuyen a posibles depredadores caninos. Aunque hasta ahora no hay confirmación visual masiva o científica de grandes manadas, la alerta ha sido tomada en serio por las comunidades rurales.
La presencia de coyotes (Canis latrans) en la zona no es simplemente anecdótica. Investigadores documentaron una reciente expansión de esta especie hacia el estado de Quintana Roo mediante cámaras trampa, con registros durante 2020 y 2021.
Este hallazgo fue reportado en un estudio de 2022 que describe cómo los coyotes han comenzado a colonizar zonas del estado tradicionalmente consideradas poco propicias para ellos. La llegada de los coyotes a Bacalar y sus alrededores podría estar facilitada por cambios en el paisaje.
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En los últimos años, el municipio ha enfrentado una deforestación significativa: según datos recientes, se han perdido más de 100 mil hectáreas de selva en el área. Esa transformación hacia un entorno más abierto, propicio para los caninos generalistas, podría explicar la expansión de la especie, algo que coincide con estudios previos en otras partes de México.
Para el ganado local, la presencia de coyotes representa un riesgo real, además de depredación directa, los ganaderos temen que su reputación como depredadores cause pérdidas económicas importantes.
Hasta ahora, los reportes se han basado en observaciones de pobladores y pérdidas en hatos, pero no ha habido campañas oficiales de monitoreo o estudios poblacionales para cuantificar la magnitud del fenómeno.
Desde el punto de vista ecológico, la llegada de estos carnívoros puede tener repercusiones diversas: por un lado, podrían regular poblaciones de pequeños mamíferos; por otro, su capacidad para adaptarse a entornos modificados podría llevarlos a competir con otras especies nativas o incluso a generar conflictos con la actividad humana.