Pedro de los Santos de 70 años de edad ha dedicado 48 años de su vida al boleado de zapatos en el Mercado Viejo Ignacio Manuel Altamirano, célebre por su historia y significado para los chetumalenses. Don Pedro relató que empezó a lustrar calzados a la edad de 6 años, luego de quedar huérfano, puesto que esa fue la única forma de conseguir su propio dinero: “Por necesidad empecé a bolear zapatos, tenía un hermano, pero él tenía su propia vida, además, éramos muy pobres”, señaló.
Posteriormente, se dedicó a desarrollar demás oficios como chofer de taxi, jardinero, etc., pero retomó el boleado de zapatos cuando emigró desde Las Chuapas, Veracruz, hasta Chetumal en la década de 1977. Don Pedro señaló que anteriormente se encontraban en otro punto de la ciudad, no obstante, con el tiempo fue acercándose al Mercado Viejo hasta asentarse en el pasillo situado frente al Museo de la Cultura Maya.
Señaló que durante su larga estancia en el Mercado Viejo ha atestiguado los cambios en la ciudad, lo cual recordó de manera nostálgica: “Este lugar no es como ahorita se ve, antes había un curvato en esa esquina, un parque con muchos árboles, un campo grandísimo de agua. Chetumal tiene su historia”, señaló. Mencionó ser parte de un comité de “boleadores de zapatos” en Chetumal, mismo que se encuentra a cargo del señor Felipe Montalvo, apodado el Líder.
Reveló que el oficio ha decrecido en los últimos años, debido a que gran parte de los trabajadores han perecido por su avanzada edad, por lo que anteriormente trabajaban a diario 14 miembros, mientras que actualmente solo restan 6. Mencionó que sus clientes más frecuentes son los campesinos, ingenieros y vendedores de la Ribera del Río Hondo, a los cuales describe como personas “pulcras” y “limpias”.
La brecha generacional también se encuentra presente, pues aseveró que el 90 por ciento de sus clientes son adultos mayores que conservaron la tradición del boleado, mientras que el 10 por ciento son personas jóvenes que acuden al lugar para limpiar sus tenis. Señaló que se siente orgulloso de su trabajo, pues gracias a él logró sacar adelante a sus hijos.
Asimismo, compartió la vez que boleó los zapatos de Andrés Manuel López Obrador en su primera visitar a Quintana Roo. Señaló que, aunque el trabajo ya no es tan fructífero como antes, es a lo que se quiere dedicar hasta que “Dios la llame”, pues quieren mantener vivía la tradición de nuestros abuelitos: “Es un trabajo como cualquier otro, honrado y digno”, aseveró don Pedro.