
La tranquilidad del sábado se rompió cuando trascendió la detención de Pablo “N”, conocido en la zona como líder de invasiones de terrenos y señalado por vecinos como responsable de distintos episodios de violencia. Su captura ocurrió en su propio domicilio, pese a que hasta hace poco seguía su proceso en libertad. La noticia no tardó en encender ánimos. Un grupo de unas diez personas, identificadas como seguidores de Pablo, salió a protestar de inmediato. Tomaron la avenida Juárez, a la altura de la colonia Lilis, donde bloquearon calles y desafiaron a las autoridades con machetes en mano. Entre gritos y advertencias, lanzaron amenazas de quemar patrullas y atacar a los policías que se acercaran al lugar.

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El ambiente se tensó rápidamente. Comerciantes cerraron cortinas y algunos vecinos prefirieron resguardarse en sus casas ante el temor de que las advertencias pasaran a los hechos. El tránsito en la zona se volvió un caos, con automovilistas atrapados en medio del bloqueo sin saber si avanzar o dar la vuelta.
Durante varias horas, la colonia vivió un clima de incertidumbre. La presencia de más policías municipales evitó que la protesta subiera de tono, aunque los inconformes se mantuvieron firmes en su exigencia: liberar a Pablo. Nadie resultó detenido por la manifestación, pero el despliegue de elementos se mantuvo en los alrededores para prevenir un nuevo brote de violencia.
Vecinos de Playa del Carmen aseguran que Pablo “N” no solo encabezaba invasiones de predios, sino que también movía otros intereses bajo la sombra de esos asentamientos. “No era solo gente buscando dónde vivir, era otra cosa lo que había detrás”, comentó un habitante de la zona que pidió el anonimato por seguridad.

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Para muchos, la detención representa un alivio, aunque también temen que sus seguidores intenten volver a las calles en busca de presión. La colonia Lilis ya había sido señalada como un punto conflictivo por la presencia de grupos armados con machetes y pleitos por terrenos.
El operativo contra Pablo “N” se convirtió así en un episodio que reflejó el pulso de la ciudad: un lugar donde las disputas por la tierra se entrelazan con la violencia y donde cualquier movimiento de las autoridades puede detonar reacciones inmediatas.
Por ahora, la tensión sigue latente. Los vecinos esperan que la situación no escale, mientras la imagen de hombres con machetes bloqueando calles durante la noche permanece fresca en la memoria de quienes estuvieron ahí.