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Yucatán

En el 90º aniversario luctuoso del Prof. Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña ¡Presente! (1850-1928)

Dr. Fernando Bautista Buenfil*

Una vez más estamos ante usted, estimado, querido y admirado profesor en instrucción pública Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña (título obtenido en su natal Cuba en 1867 a los 17 años de edad).

Una vez más, meditando en torno a lo que usted hizo por todo nuestro querido Yucatán, que en términos reales fue una verdadera reforma educativa, dentro de la cual desarrolló un auténtico periodismo pedagógico, donde promovió la educación integral sin olvidar la educación física.

Una vez más recordamos que después de su muerte –ocurrida el 3 de noviembre de 1928– en sesión de 27 de marzo de 1930 de la XXXI Legislatura del Estado, hubo una “iniciativa del C. Diputado Profesor Edmundo Bolio Ontiveros [ex alumno suyo] proponiendo se decrete [que usted] sea Benemérito de la Educación Pública del Estado de Yucatán. El mismo profesor Bolio O., hizo uso de la palabra para fundamentar su iniciativa, haciendo la biografía [de usted] y pidiendo dispensa de todo trámite. Tomada en consideración la proposición fue aprobada poniéndose desde luego a discusión la iniciativa. Sin discusión fue aprobada, pasando a la Comisión de Estilo para sus efectos” (Diario Oficial del Estado, 1930, p. 2).

Sin embargo, pese a esto, su nombre aún no brilla en el recinto legislativo por causas que nadie explica y, por tanto, persiste la negativa áurea en la pared legislativa, al lado de los otros beneméritos del estado y del Ejército nacional que con toda justicia se encuentran.

Aún no brilla su nombre, tal vez, porque usted tiene el pecado capital de ser profesor en toda la extensión de la palabra (pedagogo y educador). Reitero, de “ser profesor” y “no de haber sido”, porque todavía, en su ausencia física, su inigualable obra continúa incidiendo en las mentes de quienes tenemos la fortuna de seguir libando el néctar de su genial sabiduría –con profundo agradecimiento– sin apropiarnos malsanamente de su obra. Esto viene a colación porque uno de sus biógrafos, al anunciar su triste partida, escribió: “Murió pobre, al cabo de tantos años de trabajo, sin más recursos que los de su labor personal, tan bien aprovechada por todos y tan estrechamente recompensada por los demás”.

Al impedir su entrada al palacio hacedor de leyes, el presente homenaje como Benemérito, se realiza en el rincón más obscuro de la clandestinidad, teniendo como cómplices a mis alumnos y a mis ex alumnos, a quienes siempre les transmito su descomunal grandeza y su nocivo olvido como Benemérito.

Cómo no va a ser un gran educador integral, si en el rubro de la educación física usted dijo, entre muchísimas cosas más: “Puede considerarse incompleta una Ley de Instrucción pública en la que no se asigne á la educación física el lugar que le corresponde” (Menéndez, 1899, página 88). Respecto a este planeamiento que hizo en el siglo XIX, todavía la educación física no es considerada una asignatura vital como las demás y no todas las escuelas cuentan con educadores físicos, pese a que estamos en el siglo XXI.

También con temple aseguró: “Una escuela en la que no haya educación física, puede considerarse incompleta, deficiente” (Menéndez, 1899, página 77).

Asimismo, usted, con sabiduría afirmó: “En toda ley de enseñanza pública, [la educación física] debería estar entre las asignaturas de obligación, la que tiene por objeto el desarrollo armónico de las fuerzas, y la salud y la higiene del hombre. Sin educación física, la obra de la enseñanza resulta incompleta y deficiente” (Menéndez, 1892, página 253). Con este planteamiento, se adelantó al ideario educativo del yucateco vuelto campechano, abogado Justo Sierra Méndez (1848-1912), ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes en el porfiriato y promotor de la Universidad Nacional de México la cual se fundó en 1910 (Alvarez, 1982). Asimismo, al párrafo 2 del artículo 3º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, el cual fue adicionado en 1946 (De las garantías individuales; artículo 3º constitucional, 1990) el cual dice: “La educación que imparta el Estado tenderá a desarrollar armónicamente, todas las facultades del ser humano (…)”.

Profesor Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña, reciba este humilde y clandestino homenaje, ya que de ser reconocido Benemérito de la Educación Pública, los tres Poderes del Estado, en el estado de Yucatán, estarían rindiéndole un majestuoso homenaje.

A falta de este justo reconocimiento, levanto la voz de nuevo, como en otras ocasiones para decir: si usted, en este momento –en que recordamos a nuestros queridos difuntos– en cualquier parte que se encuentre, escucha el metálico son de los corazones de muchos alumnos y maestros de la actualidad, que también lo admiran como educador integral (donde resalta la educación física), no me pregunte por quién están doblando las campanas, porque las campanas…, las campanas, siempre estarán doblando por usted…, sí, por usted…, por usted profesor Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña, Benemérito de la Educación Pública del Estado y Precursor de la Educación Física mexicana desde el estado de Yucatán.

Referencias

Alvarez, L. (1982). “Justo Sierra y la obra educativa del porfiriato, 1901-1911”, EN: Solana, F., Cardiel, L.& Bolaños, R. (coordinadores). Historia de la educación pública en México (ed. especial). México: Secretaría de Educación Pública-Fondo de Cultura Económica, 83-115.

“De las garantías individuales; artículo 3º constitucional”, EN: Nuestra Constitución; historia de la libertad y soberanía del pueblo mexicano (1990). México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, núm. 6.

Diario Oficial del Estado (2 de abril de 1930). Gobierno Socialista del Estado de Yucatán, año XXXIII, número 9822.

Menéndez, R. (1º de mayo de 1892). La Escuela Primaria.

Menéndez, R. (15 de febrero de 1898) La Escuela Primaria.

Menéndez, R. (15 de octubre de 1899, La Escuela Primaria.

*Cronista Vitalicio de la Ciudad de Tekax

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