Roldán Peniche Barrera
De nuestra niñez los primeros sombreros que recordamos en Yucatán fueron los llamados “de pajilla” o simplemente “pajilla”. Y es claro, todos los hombres adultos los usaban por costumbre. Era el sombrero del burócrata, del oficinista, del periodista y del reportero y aún de algunos proletarios que querían echárselas.
Santamaría lo define del siguiente modo:
Pajilla. m.v. El sombrero de paja o canotier francés, Straw hat inglés. Lo mismo en Cuba.
Nuestro padre, nuestros tíos y los vecinos de nuestra calle lo usaban todo el tiempo. Era ligerísimo; no pesaba ni un gramo y había que tener cuidado en los días de viento pues volaba de la cabeza al menor golpe de brisa. Era de un color blanco, más bien grisáceo y tenía un cintillo bastante grueso.
Nadie echaba de menos el Stetson, el Tardán, y menos el de copa, o el bombín al que describe Santamaría:
m. Sombrero de copa dura y combada, llamado también “hongo”. Usadísimo igualmente en Cuba y Puerto Rico. También en España.
Se ha dicho ser de origen español, de Andalucía, pero ¿será? Nosotros se lo vimos muchas veces tanto el de copa como el bombín a actores de Hollywood como Fred Astaire y Cary Grant, para sólo mencionar a dos. Y también el de pajilla, muy usado en Norteamérica en tiempos de las dos guerras mundiales.
Al mediar los 40 los que presumían de caballeros comenzaron a usar elegantes sombreros de fieltro y dejaron de lado los “pajillas”, que, hasta la fecha, nunca regresaron.
A continuación un anuncio de 1928 de una sombrerería y su venta de “pajillas elegantes”.