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Yucatán

Mayor ética para prescindir de políticas anticorrupción

En la medida en que más insistamos en la rehabilitación del argumento ético podremos incluso hasta prescindir de políticas anticorrupción, aseveró ayer el Dr. Javier Saldaña Serrano, profesor investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, durante su conferencia “Ética y Derechos Humanos”, impartida en el Tribunal Superior de Justicia de Yucatán.

Ante jueces, magistrados, académicos y estudiantes, el también profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM sostuvo que las políticas de anticorrupción están basadas en el miedo, “y yo no voy a ser corrupto porque hay el temor que me castiguen. Eso sirve de algo, pero a mí me sirve más que usted no sea corrupto no porque lo castiguen, sino porque usted quiere no ser corrupto”.

En ese sentido, resaltó que lo que funciona más es la convicción personal y, desde su punto de vista, es algo en lo que no se ha insistido lo suficientemente cuando se habla de políticas anticorrupción.

—Estamos nuevamente apostando por el derecho, por la represión, por la institucionalización, pero el paso para no ser corrupto es previo a esa institucionalización, puntualizó.

Autoridad moral

Dijo que tuvo la fortuna de trabajar durante cinco años con el Ministro Juan Díaz Romero, a quien consideró como la autoridad moral del Poder Judicial Federal y fue un juez convencido de la ética que luchó durante toda su vida por presentar a la ética como un modelo de vida. “Me parece que es digno recordarlo para recordarnos que todavía hay gente ética que son los que nos deben mover como ejemplos en nuestra cotidiana labor como funcionarios públicos, como profesores y como periodistas”.

—Creo que hoy asistimos a una rehabilitación fuerte del argumento ético en la vida pública. Casi todos los profesionistas nos hemos acercado en nuestra formación al argumento ético, pero después pareciera que la carrera de derecho y otras carreras, olvidan la necesaria incorporación del argumento ético en su ejercicio profesional, observó.

Desde hace unos 20 años al menos –hizo notar–, estamos asistiendo en las profesiones liberales a esa rehabilitación del argumento de una ética profesional, de una ética práctica, que se traduce en distintas expresiones, por ejemplo, en los códigos de ética, como el de Yucatán, que es un buen ejemplo de esta rehabilitación del argumento ético del que estoy hablando para el caso de los jueces, pero también si ustedes observan los diferentes colegios de abogados también tienen un código de ética y esto mismo sucede en la mayor parte de las profesiones.

Saldaña Serrano precisó que su ponencia pretende hacer una reflexión general sobre el papel que juega la ética y particularmente los principios de ética en el ámbito judicial, ya que hasta ahora muchas de las actividades del quehacer público habían permanecido alejadas del argumento ético, pero de un tiempo acá y para bien, se ha venido insistiendo de que la ética puede decir y hacer mucho por la función pública, en este caso por la labor de los jueces.

Honestidad, una virtud

En ese sentido –continuó–, tenemos que ver cuál es la importancia que tiene el argumento ético para los jueces y en definitiva, qué utilidad tiene la ética cuando los jueces la hacen suya en favor de la ciudadanía, para respetar sus derechos humanos, para considerar el ejercicio profesional como un ejercicio que sirve al público.

—¿Si no hay ética puede haber corrupción?, se le preguntó.

—Claro que la honestidad es una virtud y por tanto es un argumento ético que ayuda a la función judicial y lo ideal sería que todo funcionario público, particularmente los jueces, hicieran suyas no solo la virtud de la honestidad, sino también la virtud de la valentía, la virtud de la austeridad republicana, la virtud de la justicia, de la prudencia, es decir, que yo estoy convencido que cualquier funcionario público y particularmente los jueces, cuando hacen suyos esos principios, esas virtudes, de alguna forma nos garantizan que el trabajo desarrollado por este profesional del derecho será un mejor trabajo y obvio, si los jueces hacen suyas esas virtudes, esos principios, esos valores, está garantizado el ejercicio, el funcionamiento de una sana administración de justicia.

Es decir –agregó–, que el Poder Judicial, tanto federal como los locales, están luchando y trabajando fuertemente por tratar de introducir estos principios, estas virtudes, pero es obvio que se siguen presentando acciones que atentan contra la ética, acciones de corrupción, ventas de sentencias. Incluso, antes de eso se presentan algunos ejemplos que sin llegar al extremo de vender sentencias son faltas a la ética, por ejemplo el mal trato a los justiciables, el mal trato a los subalternos, la mala organización de la oficina judicial.

—La ética abarca desde las cuestiones más elementales, más sencillas, hasta situaciones graves, para eso nos ayuda la ética para tratar de ir haciendo un mejor juez que sea capaz de cuidar sus acciones más sencillas, pero también sus acciones más grandes, concluyó.

(Rafael Mis Cobá)

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