-Recibe este cáliz con el vino para la celebración de la eucaristía, y vive de tal manera que puedas servir dignamente a la mesa del Señor y de la Iglesia.
Con esas palabras, sencillas pero cargadas de un marcado simbolismo católico, el Arzobispo Gustavo Rodríguez Vega confirió ayer en la Santa Iglesia Catedral el ministerio del Acolitado a cinco seminaristas: René Ek Ya, Remigio Montero Canul, Fernando Jesús Pan Aranda, José Manuel Paredes Alpuche y Jesús Feliciano Tec Canché, que los acerca un poco más a su ideal de llegar a ser sacerdotes.
El Arzobispo, quien tuvo como concelebrantes al Arzobispo Emérito Emilio Carlos Berlie Belaunzarán y al Obispo Auxiliar Pedro Mena Díaz, dijo luego a todos los fieles:
-Podemos felicitarlos.
Y todos los asistentes, entre los que se encontraban los familiares, amigos, vecinos, y el resto de sus compañeros seminaristas, aplaudieron con muchas ganas para celebrar ese nuevo paso en el largo camino del servicio dedicado a difundir el Evangelio de Cristo.
Dijo también don Gustavo:
—José Manuel, Fernando, Jesús Feliciano, René y Óscar Remigio, elegidos para el oficio de acólitos participarán de un modo peculiar en el ministerio de la Iglesia, cuya vida tiene su luz y su fuente en la eucaristía, por la que es edificada y crece en el pueblo de Dios. A ustedes se les encomienda la función de ayudar a los presbíteros y a los diáconos en el ejercicio de su ministerio, y se les confía como ministros extraordinarios, distribuir la sagrada comunión a los sufrientes, y llevarla también a aquellos que están enfermos.
-¿Qué podemos hacer tú y yo? Eso le dijo Jesús a su madre, la Virgen María en las bodas de Caná. Y ahora quisiera que ustedes recibieran cada uno esa pregunta: ¿Qué podemos hacer tú y yo? Es Cristo el que quiere contigo hacer una pareja formidable en el trabajo de servicio a la Iglesia. ¿Qué podemos hacer tú y yo? Que el acolitado signifique eso, no sólo estar ahí junto a Jesús, y no solo orar por Jesús, que la oración es importantísima, vital para todos, y más para los ministros de Dios, pero también y sobre todo, llegar a compartir el proyecto de Cristo a favor de la comunidad. Y no solamente es cumplir ahorita, sino durante toda la vida hay que conservar la conciencia humilde de ser pecador. El Papa Francisco nos está dando un ejemplo extraordinario de humildad porque una y otra vez repite: “Yo soy un pecador”. Esas palabras suenan fuertes, pero es la verdad. Él y nosotros los obispos, y los sacerdotes, y las religiosas, todos somos unos pecadores purificados por la gracia de Dios. Él es quien nos purifica, Él es quien con esta conciencia de ser pecadores, nos da el poder para convertirnos en dignos servidores, siempre obligados a corresponder a la gracia de Dios, y con todo dinamismo nos lleva a ponernos a las órdenes del cielo: Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad.
Si accedemos al Ministerio no es porque seamos perfectos y puros, sino por la gracia de Dios.
Hoy, 500 años de
la Bula Carolingia
Hoy celebramos la fiesta de San Ildefonso Obispo, patrono de esta Iglesia Catedral, y patrono también del seminario; pero también celebramos mañana los 500 años de la Bula Carolingia, que nombró a un obispo para Yucatán, fray Julián Garcés, que sin embargo no se quedó aquí, se fue para Tlaxcala; sin embargo esta fecha significa el nacimiento formal de la Iglesia en México, aunque ya desde años atrás venían los misioneros evangelizando pueblo por pueblo. Luego, en 1561, el Papa nombra al obispo Francisco de Toral, y ese sí se queda y se inicia el Obispado de Yucatán.
Sigan con valor
Muchachos, reciban hoy esta encomienda y sigan adelante, recibiendo el mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros. Amen sinceramente el cuerpo místico de Cristo que es el pueblo de Dios, especialmente a los débiles y enfermos. Traten de ser ante todo amigos de Jesús, ya que por ser amigos de Jesús, tratamos de acompañarlo, recibiendo el mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Muchachos, reciban esta encomienda, y sigan con valor, no se asusten, estén cerca del Señor, para que día con día nos forjemos en la amistad y en el respeto, y día con día le repitan: ¿Señor, qué podemos hacer tú y yo?
Finalmente hay que comentar dos cosas: que todo el oficio religioso estuvo acompañado con hermosas canciones religiosas por el coro de la Catedral, y también que el tránsito de los seminaristas atraviesa los siguientes pasos: Aceptación, Lectorado, Acolitado, Diaconado temporal y ordenación sacerdotal.
(Roberto López Méndez)