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Yucatán

El suicidio de Armando Vega Gil, un punto de inflexión en las redes sociales

Conrado Roche Reyes

No se culpe a nadie de mi muerte, es un suicidio.

Una decisión voluntaria, consciente, libre y personal.

Armando Vega Gil

Una más de las víctimas de las llamadas Redes Sociales. En esta ocasión afectó a uno de los rocanroleros más representativos de nuestro país y bajista del legendario y muy original grupo mexicano “Botellita de Jerez” que, querámoslo o no, marcó un nuevo estilo de hacer rock en México.

Armando Gil Vega es la persona a la que nos estamos refiriendo. En la época en que su agrupación musical era de las más solicitadas de México, Armando vivió la felicidad que proporciona el ser considerado un estandarte de la música del siglo, y además lo hacía, junto con su agrupación, de una manera por demás desconocida y original. Ellos le llamaban, medio en broma y medio en serio, ser los creadores de “guacarrock”, una forma de nacionalismo burlón.

Armando Vega Gil encontró en la música la máxima expresión para hacer llegar a la gente la poesía local y transmitir siempre mensajes positivos, muchos de ellos atacando los vicios de una sociedad tan desigual como la mexicana. En todas las rolas de Botellita de Jerez está implícita la ironía y el sarcasmo hacia el gobierno, pero de una manera tan sutil que éste, es decir el gobierno, no se percataba de ello.

Durante el tiempo que Vega Gil se dedicó exclusivamente a la música con su agrupación, estuvo expuesto a lo que todos los llamados Rock Star están. Las gruppies los persiguen sin descanso y se dedican los músicos a la dolce vita. Ellos mandaban un mensaje de activismo y de estilo costumbrista (….“Tons qué tons que, a qué hora vas por el pan…”).

Con el paso del tiempo, tanto él como sus compañeros de viaje musical se fueron alejando de la música en el sentido de ejecutarla. Lo hacían esporádicamente en programas muy específicos como el de Ricardo Rocha “Animal Nocturno”.

Tanto él como el resto de la banda eran profesionistas universitarios. El, en lo personal, se ganaba la vida entre las cada vez más esporádicas tocadas -por el puro gusto de tocar- dando clases de música y de literatura, ya que era licenciado por la Universidad Autónoma de México, UNAM y le iba bastante bien como maestro. Sus libros, particularmente en cuento y crónica, mostraban el mismo espíritu del rocanrol: libre, rebelde y subversivo. Era un mundo marginal que intentaba salir adelante, reflejando la forma de arte en que el rock había influido en la sociedad contemporánea. La muerte de Vega Gil es un punto de inflexión. Su carta de despedida y lo que sospechaba que se le vendría encima después de la acusación anónima de una alumna suya, lo llevó a tomar la fatal decisión: el suicidio. Para unos, es un acto de cobardía; para otros, un comportamiento radical. Ojalá que la persona que lo señaló también pueda dar la cara y mostrar que, en efecto, sufrió la agresión del músico. Redes sociales, arma de doble filo, ¿quién la empuña?

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