De manera por demás inesperada ha caído a mis manos un excelente libro. Se titula “Mérida 1900-2000”, escrito por el acucioso y ahora fallecido investigador Michel Antochiw, y Rocío Alonso Cabrera. Es una verdadera joya. Todo lo que usted quiera saber de nuestra querida Mérida, de sus antiguas costumbres, del lenguaje que se utilizaba entonces, todo esto contenido en los cientos de anuncios comerciales impresos en dicho ejemplar. Pero dejemos al maestro Antochiw hablar de la intencionalidad del libro:
“El año 2000 para nuestra sociedad del siglo XX está lleno de intangibles que tanto la literatura como el cine, se han encargado de popularizar. Llegar al año 2000 es superar esta etapa de incomodidades triviales que vivimos cotidianamente y que nos hace tan pequeños, para penetrar en la mitología alimentada por los hacedores de sueños donde el ser todo poderoso y joven, reina sobre un universo de máquinas haciendo alarde de sus facultades mentales e intelectuales que le permiten viajar en el tiempo y en el espacio infinito, por fin y para siempre vencido.
“El inicio de los ciclos se caracteriza por el resurgimiento de los mitos grandes y pequeños. Cada año nuevo es el nacimiento de nuevas esperanzas, será siempre mejor que el año que se va, haremos lo que no pudimos hacer en el presente. ‘dejaré de fumar…’, ‘me pondré a dieta’. Pero las buenas intenciones se estrellan siempre con la indiferencia de la vida diaria y seguimos fumando y comiendo antojitos.
“El ciclo anual es muy personal, exceptuando el presupuesto y los impuestos. En México vivimos otros ciclos, como el sexenal, con la esperanza de que el nuevo no sea peor que aquél que termina. La política es una eterna esperanza. Pero el cambio de siglo es algo distinto del cambio de año o de sexenio. Mientras vivimos múltiples veces los últimos, muy pocos viven dos veces el cambio de centuria y muchos no alcanzan ninguno. El cambio de siglo es como un cambio de era histórica, un cambio de época.
“El siglo XVI y el siglo XIX son algo lejano, un pretérito sólo accesible en los libros. Son pasados. El siglo XX somos nosotros, no todo el siglo, sólo el momento que vivimos ahora, el paso forma el recuerdo, a veces nostálgico, a veces curioso, a veces cómico. “Que ridícula era la moda de mamá, qué peinadito”…El siglo XXI, en cambio, es el futuro. Si llegamos al siglo XXI nos sentimos superados, casi distintos. Somos de cierto modo los escogidos. Somos el futuro, entramos en el mito, casi somos parte del mismo.
“Sí, el cambio de año es humano y el del milenio es divino. Sin embargo si somos lo que ahora somos, es que alguien sembró en el pasado la semilla que produjo nuestro presente…
“El primer censo de la era actual, hecho al nacer 1900, nos dice que Mérida tenía entonces 43,630 habitantes… La Ciudad Blanca era entonces no sólo la capital del Estado de Yucatán, sino de una enorme empresa de 300,000 hectáreas productoras de henequén… en 1892 por el auge henequenero, se edificó su nuevo Palacio de Gobierno. Sin embargo el verdadero embellecimiento de y la edificación de nuevas viviendas, no se inició antes del cambio de siglos… anunciando el gran movimiento urbanístico que legó a la ciudad su Paseo Montejo con sus principescas residencias…..La ola de grandes cambios se inició en el centro hasta estrellarse en los barrios de Santiago, San Sebastián, San Juan, San Cristóbal y la Mejorada donde se detuvo. Logró, sin embargo, romper esa barrera y empezó a fluir hasta el norte cruzando Santa Lucía y Santa Ana….
“Hacia el sur, se asomó al antiguo camino a Campeche bajo la mirada complaciente de la Ermita de Santa Isabel. Desde el centro, la modernidad se extendió por el eje Este-Oeste hasta adentrarse alrededor de lo que fue el antiguo Paseo de las Bonitas y el Fuerte de San Benito, devorados por el comercio… Al cambiar el siglo, la ciudad formaba una mancha cuyo carácter urbano se iba disolviendo a medida que nos alejábamos del centro, alternando las fincas y quintas con casas de guano rodeadas de milpas. Sólo veredas entre la vegetación… La nomenclatura de las calles no ha variado, salvo excepciones…La nómina de habitantes indica solamente el nombre y apellido del jefe de la familia que habitaba cada casa. Estamos aún a principios del siglo XX. La escasez de apellidos mayas en el crecimiento al norte es el reflejo de la historia misma de la ciudad, cuyo centro era ocupado por blancos (criollos). Las plazas de los barrios fueron pronto ocupadas por los blancos, cuyo número crecía, expulsando continuamente hacia la periferia a la población menos adinerada. De hecho, la periferia no constituía una zona de reserva urbana, sino que fue ocupada.
“Por fincas y haciendas privadas, cambiaba paulatinamente de uso, transformándose desde entonces en fraccionamientos habitacionales como el de San Cosme, llamado posteriormente colonia García Ginerés, o el de Chuminópolis, que a principios de siglo, no formaba parte todavía de la ciudad.
El comercio siempre fue la columna vertebral de la economía de Mérida, donde el dinero generado en el campo se transformaba en bienes. La abundancia henequenera vino a multiplicar y a diversificar esta actividad ofreciendo a los consumidores los más variados y selectos productos disponibles entonces, los cuales podían encargarse en las casas más prestigiadas y distinguidas de Estados Unidos o Europa. El consumo de productos importados colocó en el ‘primer mundo’ a estas personas.
Para ganar más clientela, cada negociación se anunciaba en la prensa y en las publicaciones locales, pues al saber la idiosincrasia del emeritense, competían por la clientela, cada negociación se anunciaba en la prensa y en las publicaciones locales, conociendo la vida de entonces el verdadero nacimiento de la publicidad impresa cuyo arte no ha sido valorado todavía.
“Este libro esta dedicado a todos los meridanos, de entonces y de ahora, que contribuyeron y contribuyen al engrandecimiento de esta ciudad y deseamos que el año 2000 sea una comunión entre el pasado y el presente paral futuro no sea sólo un mito”
El libro extraordinario y de una formidable labor de investigación, contiene más de 100 fotografías de los anuncios de los comercios y empresas de Mérida de ayer. Tiene un muy completo directorio de calles con los nombres de sus propietarios, pero estamos hablando de una investigación total, algo sumamente y casi imposible. Un directorio alfabético y un directorio comercial.
Es sumamente interesante comparar el lenguaje empleado en la publicidad de entonces, tan cuidada, castiza y yucateca, con la mercadotecnia tan poca de la actualidad. ¿Igual o peor? Diferente.