Síguenos

Yucatán

Del estudio y el diagnóstico a la reactivación y el rescate cultural

Víctor Salas

Hace ocho meses ya, con grandes reflectores para iluminar sus intenciones de hacer un diagnóstico de la cultura yucateca, Ana Ceballos Novelo, directora de Desarrollo Artístico y Gestión Cultural de la SEDECULTA, ante la realidad del trabajo cultural en desarrollo en Yucatán, redujo toda su pirotecnia verbal en “rescatar” y reactivar” programas ya existentes desde administraciones anteriores. Y se fue por lo más fácil, la música que tiene infraestructura y sedes en las cuales se trabaja en el fomento social de ese arte musical. El antiguo programa de las ORJUVEY había otorgado camionetas, instrumentos y mentores para trabajar en el desarrollo musical en distintos municipios de la entidad.

Desde el gobierno de Ivonne Ortega y la administración cultural de Renán Guillermo se implementaron tales tareas, que devinieron en orquestas infantiles, juveniles, lateralmente surgió la de Esperanza Azteca y se hizo acopio de una infinidad de instrumentos de cuerda que el maestro José Luis Chan se dio a la tarea de solicitar a la sociedad entera.

El programa de las orquestas yucatecas surgió del programa venezolano diseñado por José Antonio Abreu (+). Para saber qué era ese exitoso trabajo musical, viajaron hasta ese país don Adolfo Patrón Luján y el mencionado Chan Sabido. Ahí estuvieron viendo, platicando y nutriéndose de los logros sociales de las orquestas venezolanas.

Se hizo un gran avance motivacional y varios miembros de la OSY hicieron sus propias propuestas para la musicalia entre la población maya. O sea la música fue llevada por la institución y la iniciativa privada a muchos lugares de la entidad.

Por eso en su momento aseguré que después de la parálisis oficial en las actividades culturales, se iban a encontrar que de todo hay en la cultura del interior peninsular: casas de cultura, grupos de teatro, trova, clubes, coros, escuelas de danza y folclore, intercambios culturales intermunicipales, festivales temáticos, escritores, cronistas, cantantes y un enorme etcétera.

Nada más Ana Ceballos, la flamante funcionaria que pidió seis meses de inactividades culturales, no estaba enterada de la dinámica cultural de los municipios yucatecos. Valladolid, Tizimín, Ticul, Oxkutzcab, Buctzotz, Progreso, Dzizantún y otros lugares más tienen una vida cultural muy saludable.

Pero en la presentación de ese programa musical tuvimos oportunidad de escuchar un doble lenguaje de tema cultural, el de Erika Millet Corona, Secretaria de Cultura, y el de su subalterna, en desarrollo y gestión cultural. El tema discursivo de la primera es terso, ecuánime, político, diría yo. Dice: “El programa tiene como propósito fomentar el desarrollo artístico de las comunidades a través de la música”. Ana Ceblallos: “Este proyecto, que se canceló en 2014, alinea o rescata estas agrupaciones que se formaron en Yucatán y que se vieron abandonadas o limitadas en sus funciones”. Ana Ceballos es acusativa. Erica Millet es objetiva, pues entre la palabra fomentar, utilizada por ella, y las de rescatar y reactivar, dichas por la señora Ceballos, hay una diferencia enorme, tanto en el sentido discursivo como en la realidad.

Las novedades culturales, el arte para el siglo XXI no tiene todavía visibilidad entre las actividades culturales de la SEDECULTA, que sigue trayendo el pasado artístico al presente, como el programa folclórico titulado la Jota Jarana.

Le propongo a la Directora de Desarrollo Artístico una humilde objetividad o que siga, en el verbo, la línea política de su jefa.

Siguiente noticia

El líder cuida a sus huestes