Dra. en Arq. Yolanda Fernández Martínez
Pensando con la Ciudad
¿A quién se privilegia en la Ciudad de Mérida?
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En esto consiste el tema central de la regulación de la publicidad móvil en Mérida, en que la autoridad debe lograr conciliar intereses, y debe dejar claro que primero que nada están los peatones y ciclistas, y que cualquiera que tenga interés en privilegiarse por el usufructo del espacio público, siempre y cuando la normativa lo permita, debe garantizar el derecho a la ciudad y a la accesibilidad universal. Desde esta perspectiva, los actores de la publicidad móvil, tanto los dueños de las estructuras como los anunciantes, deberían de convertirse en socios estratégicos de la autoridad para proveer de aceras en aquellas zonas donde, precisamente por la gran afluencia vehicular, son exitosas para la publicidad, pero inseguras para el peatón.
El tema de la publicidad en la ciudad de Mérida es uno de los pendientes que requiere analizarse desde varias aristas, debido a que se utiliza el espacio público favorecido por el flujo vehicular para “estacionar” este tipo de publicidad. Asimismo, queda el gran pendiente que la autoridad debe a los habitantes: el espacio de aceras para peatones. Por tanto, el paisaje urbano y la calidad espacial que se ofrece a los meridanos quedan enmarcados entre vialidades sin aceras, pero son atractivas para la publicidad.
Entonces tenemos tres tipos de actores que operarán en este sistema: el primero es la autoridad que permite que el espacio público sea obstruido por estas estructuras, sin que haya de por medio el cuidado que los peatones y ciclistas requieren por encima de cualquier otro interés en la ciudad. El segundo son los propietarios de estas estructuras de publicidad móvil, quienes ya tienen bien ubicadas las zonas de alta afluencia vehicular y ofrecen rotar la publicidad según días y horarios exitosos para ser “bien” vistos por los automovilistas. Y el tercer tipo son los anunciantes.
Por tanto, tenemos que hay tres tipos de actores relevantes en torno a la publicidad, a quienes habría que involucrar en la construcción de la conciencia ciudadana a favor de la accesibilidad universal. En este sentido, el tema de la regulación de la publicidad debería ir de la mano con el compromiso de todos para tener una mejor ciudad, en vez de fomentar tinglados atiborrados de información que no favorecen ni la movilidad segura y, mucho menos, el paisaje urbano de Mérida.
Entonces, ¿que deberíamos exigir como sociedad? Que la regulación de la publicidad móvil en Mérida sea un ejercicio serio y comprometido, que vaya mucho más allá que sólo “regular” la publicidad urbana. El tema es mucho más profundo que eso. El debate de la publicidad tiene que ver con un posicionamiento sobre la dimensión pública de la ciudad y sobre cómo algunos se privilegian del usufructo del espacio público, mientras que los más vulnerables tienen que ajustarse a lo que haya, aunque no cumpla con los estándares mínimos que la accesibilidad universal y el derecho a la ciudad determinan: que la gente pueda caminar por la calle en espacios seguros y sin obstáculos.
En virtud de lo anterior, habría que procurar que “regular” la dimensión pública de la ciudad de Mérida, conlleva a un posicionamiento de la autoridad para que, primero nada, defienda ante todo el bien común por encima del interés privado, y al mismo tiempo, diseñar estrategias vinculatorias en las que todos ganen. En consecuencia, el reto de la autoridad en Mérida consistiría en cómo garantizar que los peatones y ciclistas no vean violados sus derechos de la accesibilidad universal por la autorización de la publicidad móvil en el espacio público, al mismo tiempo que el paisaje urbano no se vea minado con información que distrae a los automovilistas.
En esto consiste el tema central de la regulación de la publicidad móvil en Mérida, en que la autoridad debe lograr conciliar intereses, y debe dejar claro que, primero que nada, están los peatones y ciclistas, y que cualquiera que tenga interés en privilegiarse por el usufructo del espacio público, siempre y cuando la normativa lo permita, debe garantizar el derecho a la ciudad y a la accesibilidad universal. Desde esta perspectiva, los actores de la publicidad móvil, tanto los dueños de las estructuras como los anunciantes, deberían convertirse en socios estratégicos de la autoridad para proveer de aceras en aquellas zonas donde, precisamente por la gran afluencia vehicular, son exitosas para la publicidad, pero inseguras para el peatón.