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Víctor Salas

Antes de entrar al tema expuesto en el título de este trabajo, déjenme decirles que hay aspectos de la vida humana que me son distantes o totalmente ajenos. Uno de ellos es la violencia sexual, otro sería el sufrimiento y por último lo referente al VIH. Yo me quedé en la información del principio de esta afección. Después de entonces, no sabía nada.

Por un asunto de trabajo, un día me mandaron a cubrir la presentación de un poemario en un lugar llamado REPAVIH. El sitio me pareció muy céntrico y totalmente desconocido para mí. Llegué al evento y tuve una grata impresión de todos los asistentes y de lo que escuché de manera abierta, desparpajada y desinhibida. Pero hasta ese momento no sabía, bien a bien, dónde estaba. Salí un momento y le pregunté a una jovencita “¿qué es aquí”? Aquí se hacen análisis a las personas que quieren saber si tienen VIH. Se brinda asesoría, orientación e informes de a dónde acudir para el tratamiento. ¿Quiere usted hablar con Pablo?, él le puede informar de una mejor manera.

Después de la presentación del libro, entre saludos y despedidas, crucé unas palabras con Pablo Alemán. “Vente un día y te informo bien”.

El día acordado llegué a las oficinas de Pablo, pero me atendió Eduardo. Escuchar todas las actividades de ellos, los servicios que brindan, la cantidad de gente que atienden y saber el nivel de información que existe entre la sociedad, me hizo sentir fuera de lugar.

“El viernes hay una conferencia, vente, estás invitado”. Abrir la puerta del local fue como entrar a un mundo feliz. Una maestra, muy joven, hablaría sobre la violencia sexual infantil y cómo enfrentarla y tratarla. Cada vez que la puerta se abría entraba un asistente, invitado, o un profesional de la educación escolar.

Todos ellos conocían el tema deseando ahondar más en él o compartir experiencias. A fin de cuentas, estaba entusiasmado e interesado, especialmente por estar conociendo cosas nuevas.

Casi al finalizar la conferencia nos informaron que “el próximo sábado hay una pasarela de alta costura en una agencia de carros del Circuito Colonias. Corran la voz y tenemos boletos a la venta aquí mismo”.

Con mucha sorpresa le pregunté a Pablo de las promociones de su agrupación.

“Los jueves tenemos reuniones abiertas a todo público. Esta salita queda llena.

“Los viernes nos reunimos con personas reactivas para que escuchen a psicólogos, médicos y otro tipo de invitados que pueden enriquecer el panorama”.

El VIH (de ninguna manera SIDA. Yo no sabía la diferencia), vive en cientos de jóvenes (unos muy jóvenes) sin el estigma de la tragedia. Casi-casi, en la felicidad, porque aprenden a conocerla entre tanta camaradería y afectividad. Ellos se reúnen para quererse, verse las caras de felicidad y pasar un momento de alegría.

Les doy las gracias a Pablo y a Eduardo.

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